Mi marido, mi hijo y yo tenemos la suerte de tener un pueblo no muy lejos de Madrid, a unos 100 km, al que nos podemos escapar los fines de semana.
En invierno da más pereza y vamos poquito, pero en cuanto empieza a hacer buen tiempo cada vez vamos con más frecuencia y en verano en cuanto llega el viernes hacemos las maletas y nos metemos en el atasco con otros cuantos madrileños que huyen de la ciudad.
Para nosotros el pueblo forma parte de nuestras vidas. Allí he pasado veranos enteros, y muchos fines de semana, en la época de los quince-dieciséis años me gustaba ir todos los fines de semana. Fue donde conocí a mi marido, donde tenemos muchos amigos, donde nos casamos…
Para mi es importante poder salir de la ciudad de vez en cuando aunque ello implique hacer maletas y que parezca que nos cambiamos de casa cada vez que salimos, porque ya se sabe, con un niño pequeño parece que te vas para un mes en vez para dos días…y eso que muchas cosas las tengo por duplicadas y no las tengo que llevar cada vez que vamos, que sino, no lo quiero ni pensar.
Así que este puente hicimos las maletas y allí que nos fuimos. El niño se lo ha pasado muy bien, con sus abuelos, sus tíos... Le teníais que haber visto esta mañana en el huerto de su abuelo cavando con su pala de la playa. Y los mayores hemos descansado y cambiado un poco de aires.