Teatralidad, elegancia, arte, creación seductora. Todas son definiciones válidas para lo que se ha convertido en una categoría en sí misma dentro de la labor en una tienda de moda: la composición de los escaparates. De los zocos musulmanes, pasando por la Revolución Industrial a la búsqueda eterna de la belleza… esta es la historia y las claves del escaparatismo.
Los primeros vestigios de lo que podemos considerar como escaparates se sitúan en los zocos de las milenarias ciudades musulmanas, cuyos establecimientos o puestos colocaban sus mercancías para hacerlas más visibles a los clientes y conseguir así atraer su atención. En la Revolución Industrial se dio un pasito más, aunque no muy adelantado, y el hábito era simplemente sacar los productos de las estanterías sin ningún cuidado por lo estético.
El verdadero punto de inflexión en la historia del escaparatismo resultó ser la Exposición Internacional de las Artes Decorativas, celebrada en París en 1925. A partir de entonces, se fue puliendo el cuidado por lo estético hasta convertirse en lo que un escaparate es hoy en día: un espacio con la clara motivación de deslumbrar al urbanita y robarle la atención de sus sentidos en un mundo colapsado por las prisas a través de lo más primigenio: la belleza.
Jorge Gancedo, profesor del Centro Superior de Diseño de Madrid (IED), asegura que los escaparates ‘fomentan la imagen de marca, su objetivo es enganchar al viandante y, por eso, a veces nos permitimos que el producto quede en un segundo plano’.
Se estima que los escaparates son responsables directos de un 25% de las ventas de un establecimiento. La clave reside en que la imagen exterior e interior de la tienda formen un todo, respondan a un mismo, concepto, una filosofía transversal reconocible, clara.
Si al principio fue necesidad, luego publicidad, marketing… para llegar a considerarse toda una ciencia que engloba el estudio de los hábitos y comportamientos humanos, el escaparatismo tiene sus pilares básicos, que son:
-El mensaje. Hacer un escaparate es una forma más de comunicación. Ha de existir una idea clave a transmitir, un concepto que ha de expresarse de manera estética de la forma más nítida
-Conocer el potencial de los productos que se ofrecen y estudiar la forma de sacarle el máximo rendimiento.
-Estricto cuidado de lo visual. La vista es el principal sentido a cautivar, por lo que sin la construcción de algo llamativo, original, diferente y bello el escaparatismo carece de sentido.
-Renovación continua. No sólo es imprescindible conocer y trabajar las últimas tendencias, sino conseguir la forma más eficaz de comunicarlas a través del escaparate.
-El color. Su utilización y combinación resultarán clave. El color es un reclamo en sí mismo, por lo que la elección y adecuación de sus tonalidades, tipos y presentación resultará capital.
-Y por último… ¿qué nos diferencia del resto de los animales? La imaginación. Utilízala. Sin ella estamos perdidos. Pues eso…