Tras los tres días de festejos por los SanFermines en Pamplona, volví a Barcelona con un único deseo: ¡Ducharme!
Era tal el asco que sentía por la remera y el pelo llenos de olor a vino que no podía pensar otra cosa. Sólo recordaba un momento en mi vida donde había estado más sucio, y fue cuando me gradué de la universidad.
En esa ocasión, familia y amigos fueron a la puerta de la facultad el día que rendía el último final de la carrera, y como es costumbre en Argentina, me lanzaron medio supermercado: harina, huevos, mayonesa, mostaza, pintura, papel picado, yerba, aceite, espuma y tal como en Pamplona, ¡vino!
Así quedé tras el chupinazo en San Fermín
Nunca tan sucio (pero feliz) como ese día
Nunca tan sucio (pero feliz) como ese día
Al llegar a mi “ciudad seductora” (los que no leyeron el post anterior, entren aquí para entender lo que sigue), me dirigí al hostel donde había pasado los primeros días con la única intención de darme esa ansiada ducha. Además, necesitaba volver a estar presentable para “ella”, mi ciudad.
Nuevamente sintiéndome una persona, caí a cuenta de algo que no había considerado hasta ese momento. No tenía ningún plan para los próximos movimientos en el viaje.
Y otra vez, Barcelona se aprovechó de esto y tomó la iniciativa en nuestros “juegos de seducción”. Me le había escapado una vez para ir a Pamplona. No se lo podía permitir de nuevo, así que esta vez me jugaría una movida más elaborada…
Arena de Barcelona
Estoy casi seguro que ella lo puso ahí. Que antes no estaba.
En sus intentos por retenerme, ese “algo” que le da vida a la ciudad fue hasta la recepción de mi hostel y dejó un simple papel cuando nadie estaba atento mirando. Papel que luego yo me encontraría y donde leería lo siguiente:
“¿Querés quedarte en Barcelona gratis? ¡Cambia algunas horas de trabajo diario por alojamiento!”
Si sucedió así como yo supongo, debo felicitarla. Jeje, muy hábil de su parte, señorita Barcelona.
Felicitaciones Srta Barcelona...
No sabía aún por donde seguiría viajando, estaba enamorado de la ciudad y ahorrarme unos euros en alojamiento hacía de ese trabajo una solución perfecta.
Pero para asegurarse del todo que yo me propondría como voluntario, Barcelona se tenía preparado un último truco, que sumaría al atractivo combo laboral imposible de rechazar: No iba a trabajar solo.
Un excelente grupo de gente de Brasil, Australia, Argentina y Noruega también iba a estar en la misma que yo.
El trabajo no era complicado. Sólo 3:30 ó 4 horas por día organizando el desayuno, lavando los platos, limpiando algunas duchas, barriendo los pisos o limpiando las heladeras eran todas mis “responsabilidades”.
Pero si en algún momento me cansaba, ahí estaban Luan, Nicolás, Alan, Ben, Hanna o los demás chicos, para charlar y relajarse un rato. ¡Gracias a todos!
Con todo el grupo de "trabajadores" del hostel
Primer corte de pelo del viaje en manos de Hanna y sus tijeras
Primer corte de pelo del viaje en manos de Hanna y sus tijeras
Luan, compañero de limpieza en las duchas del hostel
Con Fer y Octavio. Tres argentinos en Parc Guell
En mis siguientes días en Barcelona, aproveché para recorrer varios lugares que no había visitado en mi estadía previa. Es así como me dejé perder por las callejuelas de sus tres barrios antiguos: el laberintoso y pintoresco Barrio Gótic, el cosmpolita Raval y el barrio más fashion, el Born.
No parecen alcanzar las palabras para describir la sensación de caminar sus calles. Aún estando lleno de turistas, podés abstraerte hasta sentir como si nadie más estuviera allí y así dejar que tus sentidos se llenen de sus secretos.
Callejuelas del Barrio Gotic
Callejuelas del Barrio Gotic
Callejuelas del Barrio Gotic
Mercados de Barcelona
Mercados de Barcelona
Diseños de Gaudi en el Palau Guell
Callejuelas del Born. Barcelona
Los maravillosos diseños del arquitecto modernista local más famoso, Antonio Gaudí, son sólo una pieza en el rompecabezas que la arquitectura catalana tiene para ofrecerle al visitante. El Parc Güell, las casas Batlló y La Pedrera, y la espléndida Basílica de la Sagrada Familia (sus obras más conocidas) cambian completamente las ideas que uno tiene sobre el arte estructural y te atrapan en un viaje sensorial que culmina en unas ganas imperiosas de sentarse a estudiar ya mismo conceptos de ingeniería, diseño y matemática.
Necesitaría varios posts para poder expresar lo que se puede vivenciar al estar allí y aún así creo que no alcanzaría. Así que mejor dejarles unas cuántas fotos más de la ciudad y seguir con el próximo movimiento de la Odisea.
Casa La Pedrera. Diseño de Gaudi
Casa La Pedrera. Diseño de Gaudi
Casa Batlló. Diseño de Gaudi
Basílica de la Sagrada Familia
Adoración de los Reyes Magos. Basílica de la Sagrada Familia
Personajes de la Sagrada Familia
Parc Guell
Parc Guell
Parc Guell
Ay, Barcelona… Mi ciudad seductora. Entre sus bellezas y su estrategia engañosa de hacerme trabajar en el hostel, no había manera de huir de ella y seguir viaje.
Estaba atrapado allí como lo estuvo Ulíses en la Odisea homérica original con la seductora ninfa Calipso.
Pero otra vez, el destino le jugaría una última carta, imprevista y finalmente ganadora.
Ese inesperado “as de espadas” lanzado en la mano final de este juego de seducción, vino de la mano de otra mujer…
Un as de espadas jugado en la última mano...
¿Recuerdan a Janire, mi amiga vasca que ya fue coprotagonista de varios posts?
Aún siendo una gran estratega, Barcelona no controló el juego en otras ciudades y allí fue donde perdió.
El trabajo de Janire en su Bilbao natal le ofrecía casi un mes de vacaciones, que gustosa accedió a compartir conmigo y unirse por unas semanas a esta Odisea por el Mundo.
Una vez más se le escapaba un amante a la “ninfa” Barcelona por causa de otra mujer y fracasaba en retenerme.
Janire, la nueva integrante de la Odisea
Janire, con la gorra de la Odisea
Así fue el desenlace de esa historia, sólo para comenzar una nueva, esta vez con una verdadera compañera, de carne y hueso.
Juntos planeamos el camino a seguir en las tres semanas que su trabajo le permitía y decidimos que la ruta atravesaría Francia, Italia y Suiza, siendo estas últimas, dos nuevas banderas que se agregarían a la colección personal de ambos. Sin embargo, habría otros dos países más que todavía, no sabíamos que visitaríamos y de los que ya se enterarán.
Con Janire, nueva integrante de la Odisea
¡Dos mochileros salían a la ruta a seguir escribiendo la historia de esta Odisea!
Jani, con su rendidora mochila Quechua de 50 litros. Yo, con mi vieja pero incansable compañera nerazzurra de 70.
¡Pero eso no es todo!
No seríamos sólo nosotros dos y nuestras mochilas para continuar viaje. Un tercer integrante se uniría a nosotros al menos por una semana…
Janire y su rendidora mochila Quechua
Con mi incansable mochila nerazzurra
Un gran precio obtenido en una agencia vasca que Janire conocía, nos ofrecía la posibilidad de motorizarnos, en un pequeño autito rojo que sería un gran camarada en nuestros próximos destinos.
Haciendo cuentas, el precio del alquiler y combustible terminaba resultando prácticamente similar a los buses y hospedajes que necesitaríamos, más allá de brindarnos mayor flexibilidad y tranquilidad en la ruta a realizar.
Este pequeño Toyota (de ahora en más, el “Toyotita”) sería nuestro transporte, nuestro hotel (si si, dormimos casi todas las noches en sus increíblemente cómodos asientos reclinables) y varias veces, también nuestro restaurante.
El tercer integrante de la Odisea
En los próximos post, la Odisea seguirá recorriendo Europa pero ya no estará sola, sino con compañía y de las buenas.
Y encima, ya no sería yo el que espere a los autos en las banquinas a que me lleven, sino que será un cuatro ruedas el que nos espere a nosotros para llevarnos a donde quisiéramos.
Querido lector, no te preocupes que aunque siendo pequeño, aún hay lugar en el auto para llevarte a vos también.
Se vienen posts llenos de relatos e imágenes de fabulosos lugares.
Próxima parada: La Riviera Francesa. ¿Te subes con nosotros?
¡Queda lugar para ti también! ¿Vienes?
¡Saludos a todos!