Así como existen enfermedades que suelen ocurrir casi que de forma exclusiva a personas que han pasado de cierta edad, también hay enfermedades que, por el contrario, suelen suceder, en casi el 100% de los casos, a niños. Sobre todo, a niños menores de 15 años. Tal es el caso de la escarlatina en niños, una curiosa enfermedad con un alto índice de infección que suele aparecer casi de forma exclusiva en este sector de la población.
Si te interesa el tema, no dejes de seguir leyendo. Te queremos informar sobre esta enfermedad, qué es la escarlatina, cuáles son sus síntomas e, incluso, cuáles son los tratamientos que se llevan a cabo para tratar esta enfermedad que aflige a los más pequeños del hogar.
¿Qué es la escarlatina?
La escarlatina es una enfermedad infecciosa que se caracteriza por la presencia constante de fiebre y por una erupción o sarpullido rojizo y áspero en la piel. A estas erupciones, similares a las que aparecen en algunos tipos de alergia y otras infecciones, se les conoce con el nombre de exantemas y suelen llegar a ser bastante molestas, sobre todo porque producen una sensación de comezón bastante aguda. También se le conoce como fiebre escarlata justamente por ambas características que son predominantes de esta infección.
¿Cómo se contagia la escarlatina en niños?
La escarlatina se debe a una bacteria llamada Streptococcus pyogenes o Estreptococo del grupo A, una bacteria que generalmente suele alojarse en la garganta y en la nariz. Puede llegar a aparecer después de sufrir una amigdalitis o faringitis estreptocócica, ya que la causante de esta enfermedad es igualmente la misma bacteria. La enfermedad es altamente contagiosa. De hecho, esta es la forma por la que suele contraerse, a través del contagio.
La fiebre escarlata se contagia a través del contacto directo con la bacteria, generalmente a través de los mocos y la saliva que expulsan las personas que se encuentran infectadas por la bacteria. El método más común de contagio es haber entrado en contacto con algún objeto o alimento de alguna persona infectada, ya que es posible que estos objetos o alimentos se encuentren también infectados con la bacteria.
También existe la posibilidad de contagiarse cuando hablamos con personas portadoras de la enfermedad, ya que estas al hablar expulsan pequeñas gotas de saliva que se quedan en el aire y que se pueden llegar a aspirar de forma accidental, causando contacto con la bacteria.
Es debido a esta razón que los ambientes cerrados como son las aulas de clases, los centros comerciales o los hogares, se convierten en centros de propagación de la enfermedad. En estos lugares la bacteria se suele concentrar en el aire, lo que facilita el contagio a las personas sanas, sobre todo a aquellas que tienen el sistema inmune debilitado por alguna otra enfermedad como la gripe o alguna alergia.
Finalmente, otro método de contagio es tener contacto con el sarpullido una vez que este se haya secado. Este caso es muy poco probable, sin embargo, existe la posibilidad de contagio. De este modo, se recomienda tener cuidado con los exantemas, incluso en el momento en el que parecen más inofensivos.
Síntomas de la escarlatina en niños
Ya se han mencionado los dos principales síntomas que presenta esta enfermedad; estos son los exantemas, también conocidos como sarpullido, y la fiebre, ambos síntomas que identifican a esta enfermedad. Sin embargo, también existen otros síntomas de la escarlatina en niños que son menos notables desde el punto de vista del observador, aunque también se hacen presentes y son bastante molestos. En general, los síntomas de la escarlatina en niños son:
Fiebre
Como en todo caso de infección sintomática, la fiebre se hace presente. En el caso de la escarlatina, la fiebre suele superar con facilidad los 38 o 39 grados dependiendo de la intensidad de la infección. En algunos casos, incluso, se puede pasar de los 40 grados. Hay que tener cuidado cuando las fiebres son tan altas, ya que puede convertirse en un verdadero peligro para la salud.
Sarpullido
El sarpullido es el síntoma característico de esta enfermedad, es la razón por la que se le conoce con el nombre de escarlatina. En el caso de la fiebre escarlata, los exantemas que se presentan se caracterizan por aparecer en gran parte de la piel, de forma casi uniforme, acompañados con un enrojecimiento de la piel y una comezón bastante molesta.
Dolor de cabeza
Al igual que en muchos de los casos de infecciones, la escarlatina en niños puede llegar a producir dolores de cabeza que varían en intensidad. En algunos casos, estos dolores de cabeza incluso afectan las vías auditivas, lo que produce que el niño sienta dolor en los oídos.
Mareos y nauseas
Otro síntoma común que se presenta con la fiebre escarlata son los mareos repentinos y sobre todo las náuseas, las cuales no siempre acaban en vómito, aunque es muy probable que si lo hagan. Si por casualidad, el niño comienza a vomitar de forma descontrolada y parece que se está deshidratando, lo mejor es llevarlo a un médico, ya que esto puede causar serios daños si no se controla.
Dolor de garganta
Durante la escarlatina, las amígdalas se suelen inflamar mucho, y de hecho es posible verlo sin necesidad de utilizar equipos especiales. Una característica particular es que es posible que sobre las amígdalas se produzca una capa extraña con un color entre blanco y amarillo. Esto es normal, y desaparecerá junto con la infección. Esta inflamación trae consigo mucho dolor de garganta.
Dolor al deglutir
Cuando un niño sufre de fiebre escarlata, presenta un problema bastante molesto que en ocasiones puede quitarle las ganas de comer o beber. Este problema es el dolor que aparece al momento de deglutir los alimentos. Esto se debe a otro de los síntomas de la enfermedad, que es el dolor de garganta debido a la inflamación de la faringe y de las amígdalas. El dolor puede variar en intensidad, sin embargo, hay casos en los que el niño no puede ni siquiera tragar saliva sin que sienta la sensación de dolor al hacerlo.
Blanqueamiento de la lengua
En el caso de la lengua, esta se torna de un color blanco y presenta una serie de puntos rojos en toda la superficie. A este color se le conoce como aspecto de fresa, debido a sus múltiples puntos rojos repartidos en toda la lengua. Generalmente no tiene mayores complicaciones.
Escalofríos
Común en todas aquellas infecciones en las que se producen fiebres superiores a los 38°. Durante la escarlatina, la fiebre alta puede llegar a causar escalofríos en el niño, más aún en casos en dónde se vive en zonas muy frescas o con muy buena ventilación.
Diagnóstico de la escarlatina
El diagnóstico de esta enfermedad es bastante sencillo. La primera sospecha suele aparece en el momento en el que aparecen la fiebre y el sarpullido. En el momento en el que los síntomas más visibles evolucionan, es decir, aumenta el sarpullido y aparece la lengua con aspecto de fresa, se va haciendo más notable la presencia de la enfermedad, por lo que es común acudir al médico en caso de querer descartar otras patologías.
Una vez en el centro de salud mas cercano, el doctor realizará un frotis de las amígdalas y llevará la muestra a un laboratorio en dónde se procederá a hacer un cultivo para determinar si existe la presencia de la bacteria Streptococcus pyogenes. En caso de que la bacteria esté presente en la muestra, se confirmará inmediatamente que se trata de escarlatina.
Tratamiento de la escarlatina en niños
Por si solo, el tratamiento de la escarlatina no es para nada complicado, sin embargo, requiere seguir algunos pasos específicos que ayudarán a que la enfermedad no se propague, después de todo, es bastante contagiosa y puede esparcirse fácilmente. El tratamiento de la fiebre escarlata consiste principalmente en:
Tratamiento médico
El tratamiento base para la escarlatina consiste en antibióticos. Esta es la manera más eficiente y la que recetará cualquier doctor para tratar la sintomatología de la enfermedad. El antibiótico que se utilice dependerá totalmente del facultativo y de las posibles alergias que pueda tener el niño ante cualquier tipo de medicamento.
El tratamiento promedio se mantiene durante unos 10 días, en los cuales el niño deberá estar en constante régimen de consumo de antibióticos para ayudar a controlar los síntomas como la fiebre, el sarpullido y la infección en sí.
Reposo total
Además de ello, hay que tener en cuenta otros detalles como son el reposo. Durante el proceso de enfermedad, lo mejor es mantener al niño en un estado de reposo total, al menos mientras se alivian los síntomas. Se recomienda reposo total dentro de la habitación, por dos motivos:
- Para evitar el desgaste físico y acelerar la recuperación es mejor guardar reposo, además que, de esta forma y con el uso correcto del tratamiento médico, se pueden evitar complicaciones que puedan empeorar la gravedad de la enfermedad.
- Otro de los motivos es el de controlar la infección. Al ser una enfermedad tan contagiosa, es fácil que esta pase de persona en persona si no se toman las precauciones necesarias, y una de ellas es guardar reposo total.
Otro punto que hay que tomar en cuenta para evitar la propagación de esta enfermedad es que los padres, que generalmente tienen contacto con el niño enfermo, disminuyan el contacto que tienen con cualquier otro niño sano, ya que aún sin tener la enfermedad, pueden estar transportando la bacteria sin ni siquiera saberlo.
Hidratación
La hidratación es muy importante durante el tratamiento de esta enfermedad. Se recomienda en lo posible el consumo de líquidos durante todo el día. Esto no solo te ayudará a refrescar el cuerpo y a combatir alguno de los síntomas molestos como el dolor de garganta, sino que ayudará a reponer todos los líquidos perdidos durante los vómitos y la sudoración. Además, ayudará a limpiar el organismo por dentro.
Mantenerse en un ambiente fresco
Es importante que, durante la enfermedad, mantengas a tu hijo en un ambiente lo más fresco posible. De esta forma podrás ayudar a aliviar la fiebre, la cual debes recordar es bastante elevada. Otro punto positivo de mantener un ambiente fresco, sobre todo durante la noche, es que te permite combatir los problemas de la tos.
¿Existen complicaciones?
Una de las preguntas más frecuentes cuando se habla de enfermedades en niños es si existe alguna posible complicación. En el caso de la escarlatina la respuesta es sí, existen posibles complicaciones si no se llega a tratar esta enfermedad a tiempo. Sin embargo, y para la suerte de todos, estas complicaciones no son muy frecuentes, al menos no mientras se realice el tratamiento a tiempo y de forma adecuada. Las dos complicaciones que se pueden presentar si no se trata esta enfermedad son:
Fiebre reumática
La Estreptococo del grupo A, después de la infección, puede liberar ciertos gérmenes que tienen la particularidad de parecerse mucho a los tejidos del cuerpo humano. Estos se suelen alojar en distintas partes del cuerpo y generan una reacción autoinmune que puede llegar a producir la muerte de células sanas dentro del organismo.
La fiebre reumática no tiene un diagnóstico médico claro, sin embargo, sus síntomas son reconocibles, por lo que se puede diagnosticar tranquilamente una vez que este aparece. Eso sí, puede confundirse con alguna otra enfermedad, ya que puede tardar en aparecer hasta unos meses después de que se haya acabado la escarlatina. Por tanto, no es 100% posible de reconocer hasta no acudir al médico.
Glomerulonefritis
Orina oscura con sangre, hipertensión arterial y pérdida de proteínas son solo algunos de los síntomas de la Glomerulonefritis, una enfermedad que puede resultar de la complicación de la escarlatina en niños. Esta enfermedad se caracteriza por una inflamación en los glomérulos, unos pequeños filtros que se localizan en los riñones y cuya función es eliminar los excesos de los electrolitos, líquidos y los desechos de la sangre. Esta enfermedad, pese a ser una complicación, suele curarse por sí sola con escaso tratamiento y sin dejar ningún tipo de secuela.