Tenía casi listo esta esta entrada y me encontré con una nota en Ñ de Clarín que me cagó, por así decirlo, y me hizo cambiar todo.Se trata del reportaje a un tal Florian Werner, un alemán, doctor en literatura y periodista que escribió el libro "La materia oscura: historia cultural de la mierda".Yo solo quería comentar algunos usos que se le dan a este producto biológico a la hora de sacarle beneficios, o de simplemente verle el lado placentero, artístico y,por qué no, su costado snob."La mierda es una sustancia cargada de fuertes estigmas sociales:apesta, provoca asco, es considerada impura, escandaliza, no se la piensa" dice Werner en la entrevista. Y como escandaliza, y en algún momento las vanguardias del arte tienen al escándalo como valor en si mismo, la mierda no podía quedar afuera de la movida. Mientras Warhol sacaba fotos a sus latas de sopa, el tano Piero Manzoni daba un par de pasos digestivos más y se ponía a enlatar 90 porciones de 30 gr de su propia cosecha para producir su "Merde d´artiste".Firmadas, selladas, etiquetadas en cuatro idiomas. Las vendió carísimas. No se cuál será el efecto de añejamiento en la caca , pero en el arte, si no se olvida se valúa: en 2007 se llegó a pagar 96774 euros por una latita de estas, que actualmente forman parte de honrosas colecciones. Lo que más me divierte a mi de la cuestión es que perfectamente Piero pudo haberse alimentado bien como para su producción inicial, y mostrar en fresco las primeras montañitas a algún testigo ,y luego pudo haberlas llenado de 30 gramos de lo que sea, si no tenía más ganas de sentirse como un empleado de laboratorio de parasitología. Total, quien abra una lata destruye la obra por la que tanto pagó, así que la autenticidad del contenido es cuestión de fe. Pensamiento típico de argentino desconfiado, cuando lo cierto es que no hay razón para pensar que Manzoni quisiera cagar a los coleccionistas (de nuevo).Todo alivio es placer, eso queda claro.En este sentido el acto de producir materia fecal tiene su costado agradable, en mayor o menor medida. Pero solo en privado.Nuestros héroes no van al baño y las más lindas mujeres no tienen gases.Quizás porque en el fondo nos sentimos extrañados de que, siendo tan puros y lindos, tuvimos hasta el momento mismo de la deposición esa porquería hedionda dentro nuestro.Todos tenemos alguna mierda en el placard. En Roma se cagaba en baños públicos en los que se charlaba alegremente . En las antiguas ciudades, el olor a mierda estaba tan omnipresente que simplemente no se lo tenía en cuenta ni molestaba. El acto de defecar en privado es cosa de la modernidad, según cuenta en su libro Werner, junto con la desodorización progresiva de las ciudades europeas. Esto me recuerda a algunas de mis vacaciones del fin de la adolescencia, en que iba al Sur con mochila, carpa y a campings libres. Si se podía, uno buscaba algún sitio para mancomunarse con la naturaleza que fuera tranquilo y acogedor. Cagar en el bosque era muy agradable, y si podía ser con vista al lago, mejor. Además, no necesariamente uno iba solo. Algunas veces, con mi amigo Diego, compartimos a algún metro de distancia y arbusto de por medio interesantes charlas mientras nos esforzábamos en paralelo y con vista al Lácar,por ejemplo. Hay que pensar que la dieta de campamento era más bien pobre en fibras así que alcanzaba el tiempo para conversar. Una vez, recuerdo, alcancé a explicarle el "efecto doppler" sobre el que yo había aprendido en la facultad y por alguna extraña razón venía al caso, y él, estudiante de Económicas, me explicó acerca de unos tales "bienes Giffen"(voy a respetar el recuerdo de su explicación existan o no, haya entendido yo bien o no) que venían a ser bienes que con el aumento su precio aumentan la demanda en lugar de bajarla. Algo así como la definición económica del snobismo.
el turista participa de la cosecha
Me acuerdo de esto, no solo porque venía a cuento el contexto de la charla, sino porque la caca también tiene su lugar como objeto de lujo, que no es tal si no se paga caro.El café más caro del mundo es uno producido, literalmente, a través de un animalejo de Indonesia llamado civeta o gato de Algalia. El bicho come los frutos del café-dicen los que lo promocionan que elige solo los mejores granos- y cuando los defeca alguien los recoge, limpia con esmero, y elabora según las mejores normas de calidad. Las enzimas digestivas del animal eliminarían sustancias responsables de algunos amargores mejorando la calidad del producto.Quien quiera comprobarlo, dicen que con cien dólares se puede tomar uno de éstos. En Tailandia, consiguieron un animalito a nivel más industrial y hacen en algunos hoteles exclusivos y selváticos un exquisito café digerido previamente por elefantes. Dejando de lado estos ejemplos superficiales, hay distintos enfoques desde los que la mierda da pie a más de un dilema: ecológico, desde la acumulación de la nuestra hasta el efecto del metano de bosta y gases del ganado en el calentamiento global; político, en que la materia fecal se cuela siempre; psicoanalítico, y hasta teológico. Cuenta este tal Werner que Valentín el Gnóstico en el Siglo II postuló que Jesús comía y bebía pero no defecaba, y que Kundera escribió que "la mierda es un problema teológico más complicado que el mal".Habrá que seguir tratando de encontrarle la vuelta útil, altruista, o por lo menos divertida.Los hombres, mientras, nos dedicamos a la lectura y seguimos produciendo, humildemente, cada cual desde su inodoro.Paul Mc Carthy
fuente cafe paquidermico
fuente cafe de gato
fuente cafe de gato 2
fuente 3 civeta
http://axxon.com.ar/not/112/c-112infocomidacaca.htm