Revista Sociedad
Paseando el pasado fin de semana por la ciudad de Cuenca pude comprobar que en nuestro entorno sigue existiendo la esclavitud, que hoy se sitúa tan lejos del "ni Dios ni amo" como de la objetividad de unas cadenas, que pervive aferrada a lo más imperceptible del espíritu, agazapada tras de la intangibilidad del alma y camuflada por cuanto tienen de inmaterial los sueños.En 1943, en Málaga, María del Rosario del Espíritu Santo Lucas Burgos funda la congregación "Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada"... Sus numerosos conventos se cuentan hoy en lugares como Almería, Castellón, Córdoba, Cuenca, Ferrol, Girona, Granada, Jaén, Jerez, Orense y Salamanca..., y algún otro más, allende nuestros mares.La misión de estas esclavas, su sinrazón de ser y de existir es la de acompañar al Santísimo Sacramento que permanece expuesto en el altar de sus capillas, a lo largo y ancho de las 24 horas de cada día, uno tras otro, de manera que nunca se encuentre solo.Desde la irrespetuosa incomprensión; la cortedad de miras que supone empecinarme en repetir que una vida humana vale mucho más que todo eso; con mi racional empeño en ver prisiones donde los bien-pensantes sólo intuyen nobles vocaciones: proclamo mi condena hacia cualquier forma de apoyo a tales formas de oficializadas sectas... ¡Que el integrismo no sesgue más vidas, ni que tampoco las eche a perder!