Revista Viajes
Como una ensoñación.La ciudad de Edinburgh es como una ensoñación a la que hubiera podido llegar montado en los élitros de una libélula.Sin embargo, llegué en un autobús nocturno tras ocho horas de viaje desde Londres.
Desde la Volcánica Salisbury Crags se divisa la ciudad de Edinburgh hacia el mar. Destacan el Castillo elevado a la izquierda de la imagen y a la derecha Carlton Hill.
Amanece en las llanuras de Escocia. El inicial sol se va comiendo las nieblasde la madrugada, muy pronto domina toda la llanura; sin montañas que le hagan trabajoso el amanecer, tarda muy poco en hacerse señor de esta comarca de abundosa hierba, de animales que pastan sin ninguna prisa porque saben que el día será largo y la comida segura.
Bosques de coníferas se extienden acá y allá sin problemas de alturas que superar. El autobús muestra a los viajeros brillos y verdor, agua y vida; la temprana hora no es impedimento para la admiración; de pronto las coníferas son tan tupidas a ambos lados de la carretera que ocultan el sol justo antes de mostrarnos las primeras casas.
Las primeras casas de Edinburgh llegan hasta el autobús como furtivos ladrones; mezcla de edificios y enormes parques amplían la visión de la ciudad. El autobús se detiene en su estación. Apenas supera el reloj las siete de la mañana cuando estoy paseando por los preciosos Jardines de la Princesa con sus monumentos.
Jardines de la Princesa con el Monumento a Livingstone
La bruma de la mañana me transporta por las calles de la vieja ciudad. Agradezco al sol su claridadcon cada uno de los sorbos de café. He entrado a esta parte de la cuidad por Wawerley Bridge, me acerco a North Bridge y regreso hacia la ciudad nueva por este puente, también llamado Puente de los Muertos en recuerdo de una leyenda de esta bellísima ciudad de leyendas. Dicen que cuando se construyó este puente habían preparado una gran fiesta para inaugurarlo y la persona más anciana pasaría la primera. Esa noche murió la buena centenaria elegida y los próceres de la ciudad decidieron que fuera su féretro el que abriera la festiva comitiva de inauguración.
Una vista de High Street de la royal mille de Edinburgh.
Me enteré de unas cuantas cuestiones que me interesaban para visitar durante mis días de estancia, no por el conocimiento del idioma sino por el perfecto español en que me atendieron con delicado mimo. Esta ciudad es sosiego y calma. El holster donde me alojaré está situado en el mismo corazón de Old Town desde donde puedo pasear y adentrarme en el bullicio creador del arte de este mes de Festival de Edinburgh.
THE HUB una de las sedes del festival de verano de Edinburgh; la atención en general es deliciosa y en su cafetería exquisita. Por la escondida calle de la derecha se llega en un momento ya al Castillo.
Javier Agra.