La mayoría de las investigaciones de tipo teórico sobre escolleras se basan en ensayos de laboratorio realizados con materiales de menor tamaño que los realmente puestos en obra, por lo que uno de los problemas más importantes que se plantean es el de la representatividad de dichos ensayos respecto del comportamiento real de la escollera.
A la vista de lo anterior, resulta una práctica bastante habitual el empleo de criterios empíricos basados en el comportamiento real de estructuras similares, aplicándose cohesiones nulas (c = 0) y ángulos de rozamiento que dependen fundamentalmente de:
- Porosidad: Para escolleras ejecutadas conforme a lo especificado en los esquemas, en general, se ha constatado un incremento del ángulo de rozamiento interno con la disminución de la porosidad, y en consecuencia se ha comprobado un aumento del ángulo de rozamiento interno con el incremento del índice de densidad. Estos aspectos están relacionados con una cuidada ejecución del muro, tratando de conseguir los menores valores de porosidad posibles.
- Tensión normal: Se ha observado que el ángulo de rozamiento interno disminuye al aumentar las tensiones normales.
- Resistencia a compresión simple de la roca: Se trata de una de las propiedades más significativas para la caracterización de una roca, en la que influyen gran cantidad de factores tales como su naturaleza, grado de microfisuración, porosidad, etc. A igualdad en el resto de factores, se suelen obtener mayores valores del ángulo de rozamiento interno cuanto mayor es la resistencia a compresión simple de la muestra de roca, si bien únicamente hasta alcanzar un cierto límite.
- Otros factores: También suponen una mejora de las características de fricción de los bloques, su rugosidad (que puede relacionarse con el grado de meteorización y la técnica de extracción), el coeficiente de uniformidad (la literatura técnica refleja un ligero incremento del ángulo de rozamiento interno conforme crece el coeficiente de uniformidad), etc.
Los principales modos de fallo que deben comprobarse son:
— Deslizamiento.
— Hundimiento.
— Estabilidad global.
— Estabilidad local.
Otros modos de fallo que pueden producirse (socavación, alteración química, meteorización, etc.) por lo general resultan difícilmente abordables a través de métodos de cálculo convencionales, debiendo evaluarse mediante comprobaciones específicas, y evitarse con una adecuada selección de los materiales y aplicación de determinados criterios constructivos.