Con el paso de los años y los pliegues, algunas ideas se han mantenido y depurado, otras han cambiado como quien se cambia de vestido, y otras más han perdido su momento.
Probablemente la más importante de esas ideas ha sido la búsqueda de una voz propia en las caricias dadas sobre el papel. ¿Cómo lograr que los modelos tengan esa doble vida en la cual hablen de ellos mismos, y al mismo tiempo mantengan la esencia y voz de su creador ?
Más complejo aún resulta mantener esta idea en modelos que, a primera vista poco tienen que ver con uno mismo.
En mi caso, muchos temas son lejanos. Quizás el más lejano de todos es el de los insectos. Más que por su dificultad técnica (innegable en la mayoría de ellos) hay algo en el tema como tal que me mantiene alejado. Así, cuando éste modelo comienza a tomar forma entre los dedos, parece que mi primer insecto ha surgido. Y, sin embargo, también la suerte se opone al tema. Hasta hace pocos días pensaba que los escorpiones eran parte de los insectos, errónea creencia pues son parte del mundo de los arácnidos. Y sí bien tampoco es un tema cercano, sí es por lo menos un tema un poco más familiar.
Pero, cercano o no vuelve a presentarse la pregunta con la que comenzó este texto. ¿Cómo lograr lograr que un modelo mantenga aquella doble vida, aquella doble voz?
Espero haberlo alcanzado en estos pliegues. Por ahora sólo puedo augurar que pocos insectos y pocos arácnidos seguirán visitando mis dedos. Estos, los segundos, sin duda prefieren el contacto más caliente de otra piel.