Revista Comunicación

Escribe ahora, edita luego

Publicado el 11 febrero 2015 por Lorena White @lorenagwhite

Si escribes, sea un blog o no, seguro que te has topado con él. Es una vocecilla casi siempre y cruel y pocas veces constructiva que está ahí, muy cerca de ti. Tan cerca que parece que estuviera dentro de tu cabeza: “Esto no me gusta”, “esto no vale nada”, “esto tengo que borrarlo”, “¿por qué sigo escribiendo esta p…. mierda?”. Te presento a tu editor interior. Esa parte de ti mismo que exige un nivel superior a lo que escribes, que nunca está contento con nada y que te hará borrar y volver a escribir una y mil veces. Menos mal que no depende de él que lleves a cabo tus proyectos, porque si siempre le hicieras caso, jamás habrías avanzado más de una línea.

tueditorinterior

El editor interior que todos llevamos dentro en ocasiones será una herramienta que bien utilizada podrá darnos buenos resultados y, la mayoría de las veces, será ese extraño miedo que nos paralice cuando nos planteemos escribir y que además otros lo lean. Por eso, por esa doble cara que a veces nos beneficia y casi siempre nos perjudica, es por lo que hace falta intentar dominarle. Porque si por él fuera, de verdad, jamás acabaríamos nada de lo que empezamos.

Hoy te traigo algunas claves para silenciar a tu editor interior y también los mejores momentos para echar mano de su molesta y exigente opinión. Espero que, si te encuentras en esa fase de bloqueo en la que no te gusta nada de lo que escribes, te sirva. Y te des cuenta de que lo principal, cuando uno se dedica a esto, es empezar, dar el salto y pasar a la acción. Y ya editaremos luego.

1. Relájate y disfruta:

Escribir es lo que más te gusta hacer. Probablemente haya gente que ya te ha dicho que no lo haces mal del todo. Además estás escribiendo de un tema que te interesa, desarrollando una idea que te ha encantado, ¿por qué vas a dejar que tu editor interior te arruine este momento en el que sientes que podrías alcanzar el nirvana? Relájate y escribe. Ante todo, escribe.

2. Escribe del tirón y dedícate a editar después:

Editar nuestro texto echando mano de nuestro editor interior es, a veces, como si lo estuviera editando nuestro peor enemigo. Esa es la clave. Utilizar al editor interior en el momento en el que lo necesitamos (corregir un borrador o una entrada en un blog antes de publicarla), es una de las formas de hacer que el resto del tiempo disfrutemos del puro placer de escribir, sin agobios.

3. Que el miedo no bloquee tu inspiración:

Si una idea te ha parecido buena de inicio. Si has empezado a escribir y tienes una idea, más o menos clara de lo que quieres contar y de cómo lo quieres contar. Confía en ti y en tu idea. A veces el editor interior se vuelve más cruel y peor cuanto menos confiamos en nosotros mismos. Esto termina por bloquearnos y así, ni se puede escribir ni hacer nada. Confía en ti. Cree y empieza crear.

4. Cuenta con más opiniones:

Quizá si tu editor interior es más fuerte que tu confianza, lo que te hace falta es saber hasta qué punto tiene razón, porque quizá lo que te ocurre es que te estás dejando cegar por las ideas que él (tú) lanza sobre tu cabeza. Por eso, prueba a que otras personas, ajenas a tu proyecto, lean sobre lo que estás escribiendo y te den una opinión objetiva de lo que les ha parecido tu texto, qué cosas podrías mejorar o cuáles son las que más y menos les han gustado. Seguro que te sorprendes de lo que opinan.

¿ESTE POST TE HA SABIDO A POCO? ¡ACCEDE A CONTENIDO EXLCUSIVO AQUÍ!


Volver a la Portada de Logo Paperblog