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No soy un ciudadano digital desde la cuna, en cambio tuve la fortuna de caminar a dos ritmos distintos, es decir, tuve que asistir a tardes infinitas de biblioteca para navegar entre libros pero también llevo años mejorando técnicas de búsqueda web y retomando “sites” que me ofrecen contenido de gran valor para mis actividades.A pesar de haberme criado entre crayones, temperas, lápices, bolígrafos y libros físicos debo confesar que escribir a mano me causa gran dificultad. No me refiero a una posición radical frente al ejercicio de escritura, estoy de acuerdo con muchos defensores de éste y pienso que es una buena práctica, además que beneficia los procesos de aprendizaje, pues mis compañeros de clase y de labores hacen muy bien su trabajo apoyados de Stick Notes, agendas, libretas, cuadernos y todo tipo de elemento vulnerable a la tinta y el grafito; pero si me refiero a que se me hace más fácil y rápido digitar en un teclado QWERTY.Hubo un momento en que una profesora de la Universidad me pidió presentar un trabajo escrito con lápiz y definitivamente a puño y letra, su argumento era: “de esta forma me voy dando cuenta sobre su capacidad de redacción y ortografía”. Mi malestar fue inmediato y no dudé en expresar a la profesora que una persona con mala ortografía comete ese tipo de errores sobre cualquier plataforma, y es claro. Yo mismo lo he presenciado muchas más veces de lo esperado. Sin importar mi malestar me dirigí a cumplir con la actividad, curiosamente procediendo de una forma mucho menos sospechada:Una vez las computadoras se introdujeron en el ámbito escolar y laboral todo el mundo se vio en la obligación de aprender a digitalizar textos o en el peor de los casos contactar a alguien para que transcribiera ese borrador y le dotara de bytes. Yo en cambio, procedí de forma inversa, lo primero que hice fue redactar todo el trabajo en una hoja de Office Word, estéticamente formatearlo, jerarquizarlo y luego la tediosa tarea de escribirlo a mano. Lo que en 10 minutos me pude haber demorado en la PC digitando de corrido el texto, me tomó más de media hora hacerlo a mano. Me sentía todo un artesano del S. XXI.Descubrí entonces que tener destrezas en la digitación de textos amparado por una computadora personal es sólo y solamente una habilidad complementaria, que ni escribir a mano o a computador es una alternativa mejor que la otra, sentí una complementariedad provechosa, nada que tuviera que motivar a un profesor a citar el canoso cliché: “en aquellos tiempos las cosas se hacían…”. Pues bien, así se hacían, pero no significan que sean supremas, sólo hubo un cambio y así debe aceptarse.Luego de esta experiencia pude concluír que todavía hay personas que les gusta hacer las cosas de forma tradicional, y ese no es el problema, para mí el problema radica en andar satanizando las nuevas alternativas digitales que fueron hechas precisamente para mejorar la productividad y encontrar nuevas formas de aprender. En mi correo electrónico tengo más de doscientos documentos digitales que poseen errores ortográficos y de digitación, entonces así me doy cuenta que debemos promover un STOP para dejar de estar echándole la culpa a la herramienta, como todo mal trabajador.