Revista América Latina

Escribir el dolor para ser resiliente. Leandra Guzman

Publicado el 05 junio 2016 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria
Mito | Revista Cultural Centro de Detención de Pisagua

HISTORIA

Con el reloj de mi abuela… las raíces chilenas de un presente-futuro noruego

Por el 25 junio, 2014 @LeonorTaianoC

Escribir el dolor para ser resiliente. Leandra Guzman
Escribir el dolor para ser resiliente. Leandra Guzman

El presente artículo pretende analizar la obra Con el reloj de mi abuela de Leandra Brunet, prestando especial atención a la realidad experimentada por la voz narradora durante el golpe de estado y los diferentes motivos que hacen del texto un verdadero exponente de la literatura del exilio chileno producida en Noruega. Asimismo, se examinará la práctica descriptiva de la autora en relación a su experiencia de vida y a su concepción de Noruega como una nueva patria.

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Introducción

Como es sabido, el golpe de estado militar liderado por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, fue el inicio de una de las más atroces ondas de violencia surgidas en la historia chilena. Miles de personas fueron ejecutadas, asesinadas, desaparecidas, enviadas a campos de concentración y torturadas (Pavón, 2005, 36). En consecuencia, un sinnúmero de chilenos buscaron protección en las embajadas de diferentes países extranjeros, pues para proteger su vida, su libertad y su familia debían exiliarse (Bernal, 1985, 52). Canadá, Cuba, Ecuador, Colombia, Francia, España, Suecia, Italia, Rumania, Noruega, entre otros países, se convirtieron en la tierra de asilo de un sinnúmero de chilenos que necesitaban amparo diplomático.

A pesar de los cambios que la vida en una tierra extranjera podía comportar, muchos exiliados vivieron esta experiencia como una oportunidad para escapar de la censura y opresión de su propio país. Por consiguiente, comenzaron a crear espacios de activismo cultural y social, que permitieron dar a conocer al mundo la triste realidad de la era Pinochet y que hicieron de su tierra de asilo un lugar en el que podían expresar abiertamente sus propias conclusiones sobre la “cuestión chilena” (Garay, 2013, 17-26).

Vista de la antigua estación de ferrocarriles y ruinas del campo de concentración instalado en 1973 por el Régimen Militar.

Vista de la antigua estación de ferrocarriles y ruinas del campo de concentración instalado en 1973 por el Régimen Militar en Pisagua.

La literatura del exilio chilena: el caso noruego

Es así que la narrativa del exilio se sumerge en los recuerdos de momentos históricos estrechamente relacionados con los abusos dictatoriales. Por ello, la extrañeza de vivir en una tierra lejana, los conflictos y afinidades hacia el nuevo lugar de residencia, la incertidumbre del regreso a la tierra de origen, el dolor por la pérdida de los seres queridos y la escritura concebida como una catarsis, se han convertido en los temas más importantes del corpus literario del exilio chileno (Carreño, 2009, 136).

Efectivamente, desde el inicio de la llamada era Pinochet (1973-1990) se publicaron varios trabajos de autores chilenos que vivían exiliados. La mayor parte de los estudios críticos, dedicados a la Literatura del exilio chilena, se han centralizado en los textos escritos en Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Canadá, Suecia y Rumania, dejando un poco desatendido el importante y productivo caso de los autores chilenos exiliados en Noruega. Hecho, que desde mi perspectiva, ha creado un vacuumsignificativo sobre la manera cómo los chilenos que vivían en este país escandinavo percibían los problemas que sucedían en su suelo patrio y el modo cómo estos veían su situación política y social en una fría y lejana tierra de asilo.

Alfonso Freire, Susana León, Carlos Sagredo, Pedro Sepúlveda, Alfredo Zamudio, entre otros, podrían ser definidos como los primeros autores chilenos que escribieron en Noruega. Esta literatura chilena fue también publicada en diferentes revistas y talleres literarios escandinavos que incluyen la revista Araucaria i Norge, fundada por María Eugenia Escobar, Elisabeth Hansen y Wenke Einarsen, Taller Literario de Oslo y la antología Latinoamérica Presente, publicada por Editorial Pax de Oslo [2]. Generalmente, estos autores se centralizan en la experiencia del exilio y en el dolor experimentado por la voz poética. Además, en sus textos se puede avistar un fuerte sentimiento de fraternidad e identidad chilena: todos los chilenos son víctimas de Pinochet, aquellos exiliados debido a la lejanía, aquellos que están en Chile a causa de la opresión dictatorial. La única salvación posible es la recuperación de la libertad que ha sido arrebatada por el totalitarismo. En muchos casos, la voz poética puede ser excesivamente crítica, como es el caso del poema Delincuencia de Rafael Rodríguez, en el que se juzga abiertamente a los golpistas, tachándolos de facinerosos y manipuladores de las leyes (Rodríguez, 2003, p. 75).

Delincuencia, delincuencia es la vuestra

¡Asquerosos!, delincuencia es la vuestra

¡Vosotros hacéis la ley! (vv. 11-13)

La poesía de Rodríguez es una condena severa a lo que él considera un tipo de clientelismo monstruoso y característico de la era pinochetista. Su obra encarna la intensidad lírica de una protesta que profundiza sobre la profunda falta de ética y de moral del totalitarismo. Es una poesía de denuncia social, de desdeño a los abusos de poder y de anticonformismo. Para el poeta, Pinochet es el causante de la terrible tragedia chilena, cuyos protagonistas y víctimas son también los exiliados y los familiares de estos que permanecieron en el país. En consecuencia, con sus versos directos y agresivos, Rodríguez penetra en el ánimo y sentimientos chilenos y se convierte en su portavoz.

Otro factor común en los autores chilenos exiliados en Noruega es que afirman que el sombrío país nórdico se ha convertido en su presente y en su única posibilidad para construir un futuro. Sus obras sugieren la búsqueda, por parte del narrador o de la voz poética, de una integración en la sociedad escandinava y la constante nostalgia por su tierra de nacimiento. Este motivo puede notarse claramente en el poema Pena melancólica… se busca de Sergio Campos, en el que se describe el efecto de extrañamiento que la distancia ha producido entre la voz poética y su país, al mismo tiempo que señala su progresiva adaptación a su tierra de asilo, que le ofrece mayor seguridad y libertad (Campos, 2003, 47).

El cordón umbilical el cual me ataba,

Se me cortó de cuajo una mañana,

Se me cortó rasgado por la ausencia…

Y por otro lo cambié…Por otro,

Con mejores referencias… (vv. 19-23).

Es así que Campos rompe definitivamente el cordón umbilical que lo encadenaba a la lejana y temida Madre Patria, para vivir totalmente su destino de expatriado. El tratar de enraizarse en Noruega, su tierra de adopción, constituye su verdadera ruptura con su pasado chileno.

Exilio en edad infantil y su influencia en la literatura de Leandra Brunet

Leandra Brunet
Además de los textos producidos por autores que vivieron el exilio en la edad de adulta, también existen una serie de escritores que fueron exiliados durante su niñez. En las décadas de 1990 y 2000, varios escritores chilenos, relataron sus sensaciones y vivencias como niños refugiados en Noruega. Para ellos la inseguridad de su país, que los condujo al exilio, creó un fuerte trauma infantil que influyó en su apetito de integración a una nueva sociedad. Con sus propias historias, los autores muestran que un niño inmigrante, forzado a abandonar su lugar de nacimiento contra su voluntad, altera su propia definición del concepto del hogar y de patria. Sus textos se relacionan estrechamente con la búsqueda de un nuevo nido y una nueva identidad en una tierra ajena, que sin embargo los autores sienten cada vez más suya, como puede notarte en Con el reloj de mi abuela (2009) de Leandra Brunet:

Mi bella Noruega, cubierta completamente de blanco en el invierno, el verano florece con un espectacular florido, el otoño lo refleja con los colores más hermosos que los ojos hayan visto. Mi Noruega es misteriosa con latidos de todos colores que culminan su larga franja de tierra, fantástica a lo largo de todo el país, desde Svalbard, en el extremo Norte, hasta los paisajes más exóticos y fascinantes en Hulderheimen (Brunet, 2009, 163).

De hecho, en el caso específico de Brunet, su texto autobiográfico no se limita a narrar los particulares de su condición de refugiada, pero también relata sus sufrimientos en Chile durante los primeros días de la dictadura, después de que su padre fue asesinado en el campo de concentración de Pisagua cuando ella tenía solamente 9 años de edad. Leandra, quien actualmente posee la ciudadanía noruega, demuestra un gran amor tanto por su perdida tierra de nacimiento, como por su encontrada tierra de adopción:

De nacimiento soy chilena, aunque mi corazón está repartido entre mis dos hermosos países: Chile y Noruega. Suelo decir también, que soy de todas partes. Cómo me llamo no tiene importancia, mis padres me dieron suficientes nombres a elegir, por lo que elijo ser “Leandra” para mis lectores (Brunet, 2009, 7).

Está claro que Brunet forma parte de dos mundos, su corazón está repartido entre aquellos que considera sus dos países: Chile y Noruega. Efectivamente, el alternarse del escenario chileno con el noruego hace que Con el reloj de mi abuela circunscriba todos los motivos de la literatura del exilio, incluyendo la nostalgia de la patria, simbolizada por el Chile de su niñez, y el encuentro de una tierra prometida, representada por Noruega.

En mi hermosa y bella Noruega, las montañas y glaciales se pueden disfrutar al mismo tiempo. Los fiordos de la costa son conservados y destacados. Estos nos cobijan con sus zonas montañosas y nos protegen de nuestros enemigos. Mi Noruega es muy conocida por sus fenómenos naturales, las auroras boreales son como un velo que se mueve en el cielo, cambiando su formación se despliega, desliza y desaparece misteriosamente en el universo, regresando con más intensidad para iluminar las bellas noches de invierno (Brunet, 2009, 164).

Leandra Brunet - Con el Reloj de mi Abuela
La protagonista de Con el reloj de mi abuelabusca una fusión con la natura de su nuevo país, como si esta le permitiese regresar a un tiempo idílico, a una “Edad de Oro” plasmada en la belleza del paisaje nórdico. Para Brunet Noruega es la materialización del país de Cucania que le permite volver a vivir una vida pacífica.

En vista de ello, su relación con este lugar es una unidad orgánica con el mundo de la naturaleza, que resalta los valores humanos de la protagonista y su oposición a la crueldad de la dictadura.

No obstante, los hechos más tocantes de sus reminiscencias conducen al lector al Chile de 1973, a Iquique, al chalet familiar de la calle Serrano, a los banquetes, a las viejas amistades, a las historias sobre la explotación del salitre a comienzos del siglo XIX y a la masacre de la Escuela Santa María (que probablemente presenta una relación intra-textual con la muerte del padre de la protagonista en el campo de concentración de Pisagua).

El marcado hibridismo producido por el presente noruego y el pasado chileno permite incluir Con el reloj de mi abuela en el corpus de textos escritos por autores chilenos que vivieron el exilio durante la infancia, pues la obra no solo nace como resultado de la inseguridad dentro del propio país, sino que también encierra una verdadera hibridación intelectual, propia del encuentro entre dos culturas, que en este caso se trata de cultura de proveniencia católico-latinoamericana y una cultura adoptiva nórdico-protestante.

La narración inicia en el presente, precisamente en Oslo, ciudad que representa un lugar edénico y, simultáneamente, la realidad urbana. El Edén oslense es creado por la protagonista, quien a pesar del clima cruel ha logrado que en el jardín de su casa las plantas florezcan y den frutos. Es así, que desde el primer capítulo sabemos que Noruega es el lugar en el que Brunet, por medio de su fuerza de voluntad, ha logrado crear su propio paraíso a pesar de las adversidades que ha atravesado en su vida.

En Oslo, la mañana del verano del 2007, aunque fría y lluviosa; en mi jardín se desprendía un pequeño aroma de flores y plantas, que con esmero llevo dos años cuidando. Cada flor o pétalo que se ha ido desprendiendo, es la mezcla de matices que la naturaleza nos ha dado (Brunet, 2009, 11).

Después de enseñar su presente, la protagonista-narradora exterioriza su pasado por medio de su “cajón de los recuerdos” (2009, 12). De esta manera la memoria es revivida gracias a los objetos, testigos de las historias de su linaje y de su Madre Patria. Entre ellos se encuentra precisamente “el viejo reloj” que hace años su abuela le había regalado (2009, 13), símbolo de varias generaciones de una prosapia que fue “creciendo y tomando forma” (2009, 17) junto con la historia de Chile. Este se convierte en un catalizador que acelera la conexión de la protagonista con su infancia y le permite realizar su viaje hasta el Chile que ella conoció en la década de los 70. Los recuerdos se han conservado perfectamente en su memoria: los colores, los perfumes, las personas, el contexto político y social de su país no han sido borrados ni de su mente, ni de su corazón. Estos representan una encrucijada cognoscitiva en la que la memoria y la consciencia deben arreglar las cuentas con un pasado que se había adormentado y que finalmente se ha manifestado.

Llevo años guardando mis recuerdos en un pequeño bolso de playa, me he empeñado en mantener vivas mis memorias, mis recuerdos los he escrito y reescrito durante muchos años y es por eso, que me di cuenta de que prefería sentarme de una vez y escribir, no tuve ninguna duda al respecto. Si el viento hubiera soplado, le hubiese pedido a gritos que me contara qué dirección nos tenía preparada (Brunet, 2009, 22)

El lector percibe que el desarrollo de los acontecimientos en el interior de la memoria está organizado en base a un esquema que introduce el sufrimiento de la protagonista progresivamente. Iniciando por la descripción de la paz familiar existente antes de la dictadura hasta la inestabilidad producida por los abusos de la era Pinochet. También se observan los cambios en la personalidad de la protagonista, quien de niña engreída pasa a ser el timón familiar cuando su padre es llevado al campo de concentración y su madre se encuentra bajo arresto domiciliario. Erika siente que su padre le ha encomendado la función de protectora por medio de una carta en la que le pide que sea fuerte y segura.

Me alegro que tu abuela venga por tus hermanos y me parece bien que te quedes con tu mamá. Hoy me trasladan a Pisagua y no sé por cuánto tiempo, tampoco sé si ustedes van a poder visitarme. Quiero que seas muy fuerte y estoy seguro que lo eres, recuerda todo lo que hablamos en la playa, cuida de tu mamá y dile que la quiero. Te quiere tu padre. Marcelo” (Brunet, 2009, 78).

La joven protagonista demuestra su valentía, se niega a llorar, rechaza que la gente perciba su sufrimiento. La represión política produce un grande golpe emocional en la adolescente, pero también hace de ella una valiente heroína, capaz de convertirse en el soporte de sus hermanos. Es así que su historia no es solamente un testimonio de los abusos políticos ocurridos en la sociedad chilena de aquella época, sino una verdadera lección de vida y de dignidad. Por medio de la lucha diaria de la joven Erika, representada en los diferentes diálogos y acciones que se desarrollan en la obra, el lector aprende que es posible conservar el honor incluso en los momentos más difíciles. Por tanto, Con el reloj de mi abuela narra más que una historia de exilio y asilo, es la trama de vida de una heroína que ha registrado en su mente sucesos traumatizantes y que en base al sufrimiento ha sabido crear una realidad edénica. La obra habla de campos de concentración, de abusos militares, de ruinas familiares, pero es sobretodo la historia personal de una adolescente que para enfrentarse a la realidad se convierte improvisamente en adulta y logra construir una vida pacífica en tierras lejanas.

Últimos días en Chile: intimidación y persecución

Brunet recuerda que el intento principal de los golpistas era principalmente arruinar al oponente político, hasta producir su total destrucción. Por ello, la vida de Erika, hija de un “upeliento”, se transformó en un abismo, en el que autoridades ilegítimas y brutales “castigaban” a todos los que podrían revelarse a las reglas del nuevo “sistema”. De hecho, los partidarios de la Unidad Popular, entre ellos Marcelo Omar Guzmán Fuentes, padre de Leandra, quien era un miembro del Partido Socialista junto a su mujer Aida. Guzmán fue ejecutado “por ley de fuga” y sin haber sido sometido a un juicio el 29 de septiembre de 1973, sus restos fueron depositados en una fosa común[3].

Con el reloj de mi abuela describe punto por punto el paso del estado de bienestar de la familia Guzmán en el gobierno de Allende hasta la total ruina a partir del golpe de estado. Erika, siente que ella, y toda su familia, se han convertido en ciudadanos indeseables.

De pronto nos habíamos convertido en los seres más indeseables, la gente tenía miedo de hablarnos o sentirse comprometidos – probablemente de ser juzgados o simplemente apuntados como upelientos. Tilde que en esos momentos podía ser mal interpretado (Brunet, 2009, 71).

Es así que Erika afronta las adversidades que la circundan. Temerariamente va junto a su hermana menor a buscar rastros de su padre detenido a la intendencia de policía y al regimiento de comunicaciones. En esta última institución, en medio de los rumores que hablan de los campos de concentración, siente la persistencia de una mirada desde uno de los contenedores. Eran los ojos de su padre, quien en ese momento era trasladado a Pisagua.

Me limité a mirar los contenedores de los cuales la gente hablaba, con un impulso muy grande me alcé y moví mis manos como haciendo señales en el caso de que alguien me estuviera viendo (años más tarde, me enteré que efectivamente mi padre estaba en uno de esos contenedores y pudo verme) aunque no estaba segura, presentía la mirada de mucha gente, como era un poco frío, el vaho de la gente traspasaba las paredes de los contenedores (Brunet, 2009, 78).

Pisagua

Con la pérdida del padre tiene lugar su cambio de papeles en la relación padres-hijos, pues ella, tendrá que proteger a su madre, víctima de arresto domiciliario, fragilizada por el duro contexto político-familiar “Descubrí que nosotros los niños podíamos salir a la calle, que la arrestada era mi madre y esa orden no nos incluía a nosotros hasta el momento (63)”. Al mismo tiempo, Erika toma consciencia de que también debía salvaguardar la vida de aquellos que compartían las tendencias políticas de sus padres, lo que hace que Con el reloj de mi abuela describa ampliamente el modus operandi empleado por los “upelientos” para crear una atmósfera de protección y una esfera de acción en la que, a pesar de las persecuciones, podrían moverse con cierta libertad hasta poder escapar. La estrategia consistía en aprender a disimularse y a esconder las pruebas incriminatorias para evitar que miles de “upelientos” sufrieran el mismo destino de los padres de la protagonista.

Tenazmente comprendí la tarea de aquellos hombres vestidos de negro, eran los informantes de los militares que a medida que salía la gente de mi casa iban siendo detenidos. Nuevamente éramos víctimas de nuestros opresores (Brunet, 2009, 101). No había tiempo de llorar, a mis hermanos y a mí nos esperaba una tarea, la de detener a todo aquel que conociéramos, avisarles que no fueran a casa, que siguieran de largo, que sólo era una trampa (Brunet, 2009, 102).

La más grave de las manifestaciones de violencia denunciadas en la obra es indudablemente la ofensa al pudor, no solo de los prisioneros políticos, sino también de sus familiares, incluyendo a los menores de edad. Erika recuerda que mientras su padre era transferido a Pisagua, su hermana menor, de siete años, fue objeto de erotismo por parte de un sargento golpista, quien la encerró en su oficina y la “manoseo toda” (Brunet, 2009, 80). La vergüenza de la víctima, el estado de desventaja en el que se encontraban y el temor de perjudicar a sus familiares hizo que ambas niñas optasen por callar la agresión:

Suspirando profundamente con un sentimiento de temor, cerró sus ojos al momento de alzar sus hombros. Me era imposible imaginar ¿Qué era lo que a mi hermana le había hecho el asqueroso sargento? Pensé en ir acusarlo pero para eso debía saber más detalles al respecto, detalles de los cuales mi hermana se negaba a darme por el momento. Mi hermana rompió el silencio llamando la atención de algunas mujeres de la fila. Entre el murmullo de la gente dijo:

– Prefiero no hablar de eso, siento asco el sólo recordar, no quiero que me preguntes más, ya habrá tiempo, hay cosas más importantes ahora (Brunet, 2009, 81).

Pisagua Memoria Viva
En este punto, Con el reloj de mi abuela, coincide con muchos textos que recuerdan que el pinochetismo fue un totalitarismo marcado por todo tipo de abusos, incluyendo los de tipo sexual [4]. Durante todo el régimen militar, las torturas de diferente tipo se constituyeron en una práctica habitual por parte de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad. Tal como lo señalan los diferentes episodios de la obra, en Chile se torturó en forma sistemática para obtener información y gobernar por el miedo y el temor en las víctimas. En el caso de la hermana de Erika, la tortura sexual tenía como objetivo no solo producir un placer erótico en el sargento, sino que servía también para inducirla a proporcionar nombres de otros “upelientos”.

El caso de la hermana de Erika constituye uno de los elementos de denuncia más importantes del texto de Brunet, en el que se refleja que la violencia y la tortura hacia los menores formaban parte del modus operandi de los golpistas para obtener información. Brunet muestra que la malignidad gratuita y deliberada del sargento afectó enormemente la autoestima y pudor de su hermana. El pinochetismo había ideado una verdadera estrategia de destrucción del enemigo, no solo por la eliminación de los “culpables” en los campos de concentración, sino por la aniquilación de la personalidad de sus allegados, incluyendo a los menores de edad. Antes de ser interrogados, los niños o adolescentes debían ser degradados, para convertirse en presas fáciles del sistema.

Conclusiones: Una escritura de dinámicas memoriales

En este artículo se recordó el carácter dramático y la importancia que golpe de estado militar dirigido por Pinochet tuvo en la vida de muchos chilenos, que tuvieron que exiliarse para escapar de las torturas y de las amenazas de muerte. Muchos de estos exiliados fueron escritores que, aprovechándose de la distancia, hicieron de sus textos un fuerte instrumento de denuncia.

En el caso de los autores chilenos exiliados en Noruega, se puede afirmar que sus textos son testimonios estrechamente relacionados con sus experiencias de vida, pero al mismo tiempo tratan de representar el pensamiento del pueblo chileno en general, incluyendo a aquellos que no han pasado los límites de las fronteras. Además, puede notarse que la vida de estos autores está marcada por una fuerte contraposición entre los peligros de la tierra de origen y el amparo de la tierra de asilo. Este factor se revela como una fuente de información muy productiva, que logra incluso trascender el plano histórico para llegar al plano existencial.

Esto puede percibirse claramente en los escritores que vivieron el exilio durante la infancia, como es el caso de Leandra Brunet, cuya obra Con el reloj de mi abuela tiene un carácter estrechamente autobiográfico, marcado por una liminalidad que permite florecer los elementos nacionales y familiares de la protagonista-narradora. De hecho, al centro de Con el reloj de mi abuela se encuentran una serie de dinámicas memoriales complejas, marcadas por las contradicciones que surgen de los deseos de recordar el propio pasado y las ganas de olvidar aquello que ha atentado contra la integridad individual y personal. El alternarse del recuerdo, del olvido, de las revelaciones y el silencio no afectan solamente a la mente y la vida de Erika, la protagonista-narradora, sino que también influencian en el comportamiento y en la psique de sus seres queridos, como puede notarse en los personajes del padre, la madre y la hermana.

Con la narración de la muerte del padre, la violación de la que fue víctima su hermana, el arresto domiciliario de la madre. El personaje de Erika nos da a entender que el uso de la violencia se convirtió en una práctica cotidiana durante la era Pinochet. El sufrimiento es visto como la consecuencia y fruto de los abusos golpistas, que habían planificado destruir la vida de sus adversarios políticos (de los cuales el padre de Brunet formaba parte) y, por añadidura, la de los familiares de estos.

Según narra Erika, la violencia militar era ejecutada sádicamente: las víctimas eran maltratadas, torturadas y sometidas a las más grandes ignominias para estimular el regocijo de los golpistas. La narradora recalca la maldad gratuita y deliberada del pinochetismo. Una crueldad que afectaba no solamente en el plano físico, como puede observarse con su padre en el campo de concentración de Pisagua, pero también en el nivel psicológico, como puede notarse con los personajes de su madre y de su hermana.

El impacto de esta narración testimonial deriva de su construcción, del alternarse del pasado y del presente y del uso de un lenguaje simple y directo que transmite claramente el sufrimiento de Brunet y las razones por las que hace de Noruega su puerto de salvación. Con el reloj de mi abuela es un texto autobiográfico, histórico, político e incluso ideológico, que concientiza al lector sobre la fuente de problemas y pesadumbres surgidos a partir de los abusos pinochetistas. Brunet demuestra que la “era Pinochet” no fue solamente un problema político, pero fue un triste evento que destruyó cuerpos y mentes sin considerar la edad o el sexo.

Al mismo tiempo la descripción de “su Noruega”, de la vida que florece en su jardín y de su dominio de la naturaleza escandinava, nos permite concluir que la vida de Erika, narradora y protagonista de la obra, a pesar de estar marcada por un triste pasado en su tierra natal, está abierta a un futuro prometedor. Noruega le ha le ha consentido escapar de los abusos del pinochetismo, le ha dejado abrir su “cajón de los recuerdos” para hacerle llegar a lo más profundo de su pasado y hacerle notar que su derecho a la libertad no es ilusorio. Noruega le muestra que puede construir un futuro pacífico y fructífero este está representado logradamente por las plantas que florecen y dan frutos en su jardín oslense a pesar de las adversidades.

Fotografías, Memoria Viva

Bibliografía

Bernal, A. A. (1985). “La Dictadura En El Exilio:” El Jardín de al lado” De José Donoso”, en Inti, 1985, pp. 51-58.

Brunet, L., Con el reloj de mi abuela,

Campos, S. “Pena melancólica…se busca, en Pedazos de Hielo. Antología a la distancia. Oslo, Editorial la Ventana, 2003.

Campos, S., “Pena melancólica…se busca”, en Latinoamérica Presente, Editorial Pax de Oslo, 2001.

Carreño, R. (2009, December). El exilio de la crítica chilena: aportes para una nueva agenda literaria. enAnales de literatura chilena,10 (2009), pp. 129-144.

Garay, S. M. “Literatura chilena de exilio, un vacío epistemológico”, Estudios filológicos, 51 (2013), pp. 17-26.

Pavón, H., El 11 de septiembre… de 1973, Libros del Zorzal, 2005.

Rodríguez, R., “Delincuencia” en Latinoamérica Presente, Oslo, Editorial Pax, 2001.

Rodríguez, R., “Delincuencia” en Pedazos de Hielo. Antología a la distancia. Oslo, Pax, 2001.

[1] Hecha en Noruega.

[2] Estos datos fueron proporcionados por Hans Dahle redactor y director de Radio LatinAmerika de Noruega.

[3] Para mayor información sobre las personas torturadas en Pisagua, consúltese los datos de Amnesty International, aquí.

[4] Basta pensar a las obras de Isabel Allende o a los testimonios y evidencias que demuestran las terribles torturas utilizadas por los pinochetistas. Para mayor información consúltese aquí.

LITERATURA CHILENA DEL EXILIONORUEGAOBJETOSRECUERDOSTIERRA PROMETIDA

REDES

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