Revista Coaching

escucha

Por Bitacorarh

escuchanuestros sentidos han sido creados y diseñados para disfrutar de ellos. Una mayor eficiencia en el uso de los mismos nos permite interpretar nuestro entorno de una manera más cercana a la realidad... aunque quién sabe qué es la realidad.

El caso es que disponemos de una serie de sentidos que son las armas que utilizamos para acercarnos al mundo que nos rodea. Y como suele ocurrir con los humanos, las armas de que disponemos no siempre las utilizamos de manera correcta. Un buen ejemplo de ello es la forma en la que solemos utilizar nuestro sentido del oído. Todos tenemos claro que este sentido nos permite ponerle banda sonora a nuestra vida, el oído nos acerca el sonido que le da sentido a las cosas, su ausencia nos transmitiría la misma sensación que ver una película sin sonido, y no hablo de una película muda, hablo de un mundo sin sonido. ¿Te lo imaginas?.

 

Nuestro oído es un sentido muy sabio, aprende desde muy pequeño a oír y a escuchar, y aunque parece lo mismo, son cosas totalmente diferentes. Cuando escucho utilizo habilidades cognitivas que no entran en juego cuando oigo. Escuchar requiere intención, oír es algo que no depende de nuestra voluntad.

Escuchar es mucho más que simplemente escuchar, es una forma de mantener relaciones con lo demás, es una vía para obtener datos e información que nos permitan interpretar emociones, sentimientos y acontecimientos. La escucha también tiene direcciones: hacia adentro y hacia afuera. Y hoy me apetecía hablar de este tema de las direcciones de la escucha, porque en función del destino los resultados son muy diferentes. Escucharse a uno mismo es algo que le impide a nuestra atención escuchar a los demás, lo que nos presenta una clara asimetría entre nuestro mundo y el de los otros. Escucharnos sólo nos permite oír a los demás. Ruido sin sentido, información sin contenido. Cuando no escuchamos vaciamos el significado que la vida de los otros tiene para nosotros.

 

Diferentes estudios han demostrado que si hay algo que nos guste a las personas, eso es escucharnos a nosotros mismos. Nos encanta recrearnos en nuestras historias, en contarle al mundo cómo somos, lo que hacemos y porqué lo hacemos. En experimentos en los que se les pedía a las personas que hablasen sobre ellas mismas, mientras se tomaban imágenes por resonancia magnética de la actividad de sus cerebros, se comprobó que cuando hablamos de nosotros en nuestro cerebro se activan aquellas partes que están relacionados con las recompensas, áreas cuya activación se produce con la satisfacción de necesidades tan básicas como la de alimentarse o mantener relaciones sexuales. Estas zonas del cerebro no sufrían dicha actividad cuando se hablaba de otras personas.

A las personas de estos experimentos también se les ofrecieron pequeñas cantidades de dinero por responder preguntas sobre ellos mismos o sobre otros. Un 17% de los participantes renunciaba a un posible beneficio simplemente por responder a preguntas que tuviesen que ver con ellos mismos. Cuando las recompensas eran las mismas, las preferencias por hablar de sí mismos se disparaban hasta el 66%.

 

Esta claro que hablar de uno mismo da gustito, nos produce un placer similar al que nos produce comer y por eso un 40% de nuestras conversaciones hablan de nosotros mismos. Éste hecho nos hace un poco más sordos de cara a los demás. Ahora entiendo porque proliferan tanto los cursos que tienen que ver con la escucha activa... Nuestra naturaleza nos juega una mala pasada con esto de escuchar, como encuentra placer en revelar nuestros pensamientos, nuestro subconsciente nos guía hacia aquello que nos hace sentir bien. ¿Y cómo nos deja esto ante los demás?. Pues la cosa pinta mal, no escuchar a los otros es tanto como decir que no te importan, que son parte del paisaje pero no de tu mundo más íntimo. 

 

Escuchar es un buen negocio!!!. Sabiendo que los demás necesitan hablar de sí mismos, las personas dispuestas a escuchar de una manera sincera y generosa poseen una ventaja competitiva que atiende a una clara necesidad humana. Pero recalco lo de sincera y generosa, porque fingir que escuchamos es algo que el otro detecta rápidamente. En un mundo de sordos, el que escucha es el rey.

 


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