La Collado posando con aire aventurero
Era un día de esos en los que se te cae la casa encima y no quieres quedarte debajo para comprobarlo.
El calor me nublaba la capacidad de pensar, ya deteriorada por los años de juventud cuando nos reuníamos en un parque con cerveza caliente, sueños y prisas. Luego la cerveza la tomábamos fría, los sueños se aplazaron y las prisas se convirtieron en incertidumbre.
Me puse un pantalón ancho, una camisa a juego, las sandalias negras (que pegan con todo) y unos billetes rojos en la cartera.
No tenía rumbo fijo, solo quería tomar algo fresco escuchando jazz. Suelo abusar de esa música cuando las musas me ponen los cuernos con otros o cuando yo no sé cortejarlas con mi palabrería de barra de bar.
Andando sin rumbo como alma en pena, emulando el paso cansino del que no tiene hora para llegar a ninguna parte, me topé de manera sorpresiva con un tugurio de los que me gustan.
Por fuera escuchaba música ligera de saxo, preciosa palabra que provoca sensaciones terrenas en mi mente.
En la puerta se anunciaba un espectáculo de poesía erótica, el saxo se convirtió en sexo en mi cabeza, mezcla perfecta para romper la desidia y sucumbir al placer de paladear manjares de dioses envueltos en cabello de ángel.
No era un ángel la que recitaba, era una diosa con acento argentino, ataviada para la ocasión, amplia sonrisa, capacidad de atracción y mirada segura.
Me hice con una mesa para dos en la que disfrutar del espectáculo sin nadie. Me proporcioné un mojito, bien hecho, con el hielo picado como Dios manda. De tapa unos frutos secos con gominolas.
No suelo impactarme con muestras de arte anónimas, pero esa noche me quedé enganchado a una voz, a una forma de contar las cosas, unos versos que salen de dentro como evitando los filtros censores de la prudencia.
Al finalizar la dama del vestido sexy negro se me acercó sonriente y me preguntó que si me gustaba la poesía.
Yo, temblando, la contesté que depende del continente de la magia que invoquen los versos bien recitados. Ella me dijo que era una maga viajera, y que si quería podíamos viajar juntos al mundo de las sensaciones. Entusiasmado acepté, y esa noche creamos sobre una servilleta ,de aquel local, un poema de los que no se enseñan porque son demasiado intensos, demasiado sinceros, demasiado verdaderos.
Gabriela Collado es una poetisa argentina que vive en Logroño, aunque ella se considera universal, y yo lo reafirmo.
Escribe de sentimientos como quien susurra al oído emociones, con calma, dedicación , cultura y pasión.
Sobre mi mesilla tengo dos de sus libros, que he devorado ya varias veces imaginando, recordando, su voz que se me quedó impregnada desde la noche en que el destino y el jazz nos unió.
Acaba de sacar "Amore ma non troppo", un gustazo solo para gente no carente de sentimientos.
Os adjunto sus enlaces y para finalizar un vídeo del día que la conocí.
Emociona, hace sentir, imprescindible.
Sus libros:
Sus enlaces:
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https://www.facebook.com/AmoreMaNonTroppo
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http://lobaygallo.blogspot.com.es/
El vídeo de aquella noche :
Gabriela en pleno espectáculo, recomendable