Cuando comencé a estudiar Medicina (anteayer, casi), mis profesores de Patología y Propedéutica insistían una y otra vez en la importancia de la entrevista clínica y en el valor de la exploración física. Remachaban una y otra vez que las exploraciones complementarias eran sólo eso… “complementarias”, y que eso no cambiaría por mucho que cambiase la medicina.
Ver, oir, tocar e incluso oler al paciente eran (y yo creo que son) insustituibles. Pero para ello hace falta, además de actitud y aptitud… tiempo y ganas. En la medicina actual, por lo que yo veo en muchos compañeros e incluso en mí mismo, dada la situación en la que nos encontramos, las ganas corren el riesgo de menguar… y el tiempo es escaso.
Yo mismo como paciente lo he presenciado. Llegar a un compañero (que no sabía que yo lo era) y…:
Yo: – Buenos días.
Dr: – Dígame, ¿qué le pasa?
Yo: – Mire, es que desde ayer me duele en…
Dr: – (mientras escribe) Hágase esos análisis y esa radiografía, tome éste medicamento cada 8 horas y vuelva dentro de 10 dias.
Yo: – ???¡¡¡¡¡
Dr: – Dígale al siguiente que pase.
He de aclarar que no se trata de mi médico de cabecera, que es un profesional impecable cuya actuación siempre se encuentra en las antípodas de las descritas con anterioridad. No juzgo a ese compañero. Quizás en ocasiones yo también me he comportado como él, pero imagino el grado de frustración de los pacientes tras pasar por situaciones como esa.
De igual manera, me explico cómo los pacientes dan cada vez mayor importancia a una prueba diagnostica -y cuanto más compleja y cara mejor-, en detrimento de una buena anamnesis y exploración por parte de su médico, si ven que nosotros hacemos lo mismo. A veces, por el carácter defensivo que ha adquirido en los últimos lustros la medicina, o por inseguridad, para intentar confirmar con algo “medible” nuestra presunción diagnóstica, dejamos en manos de la “máquina” lo que durante siglos ha estado en nuestras manos y oidos.
No quiero restar importancia a pruebas diagnósticas de indudable valor e imprescindibles en muchas ocasiones, e incluso podré ser tachado de antiguo, pero sigo pensando que escuchar al paciente, hacerle las preguntas adecuadas, conocerle lo más posible en el limitado tiempo de la consulta y realizarle una exploración física detallada, sigue siendo el axis de la práctica médica. Y espero que a los médicos jóvenes se les esté transmitiendo ésto, como a mí me fue transmitido.
Recuerdo como un mantra aquello de… “Inspección, palpación, percusión y auscultación”, que como un secreto arcano se nos enseñó cuando aun nuestros fonendos estaban vírgenes.
Que éstos tiempos de crisis y las limitaciones en tiempo y en medios, no nos roben las ganas de tratar al paciente como una persona y no como un síntoma o signo.