Revista Cultura y Ocio
El presente registro recoge una de las mejores actuaciones verdianas de Björling, que se decanta por un Riccardo ensoñador y melifluo. En 1940 la voz de B. era una verdadera maravilla de tersura, esmalte y colorido en toda la gama (sólo alguno de los esporádicos pero comprometidos graves suena un poco engolado). Es cierto que en realidad no emplea mucho la media voz, pero la morbidez de la emisión le permite cantar una "La rivedrà nell'estasi" amorosa y convincente. El punto débil del tenor sueco es el habitual y se refiere no tanto a la dicción, más que correcta, como a la articulación, prosodia y acentuación: los factores que conforman el "recitar cantando". Aquí y allá hay frases casi solfeadas, cautivadoras por la dulzura melódica del timbre pero sin contenido (por ejemplo, "Come a lungo infelice lottai", "Sin che tu m'ami, Amelia"). Sin embargo por lo general no estamos ante el intérprete impávido y rutinario de los años cincuenta y sí hay intención de adaptarse a los distintos humores del personaje: resulta ligero y fresco en "Ogni cura si doni al diletto"; en la barcarola, pese a los grupetti y apoyaturas un poco espesos, da con el tono de canción popular. Al famoso "È scherzo od è follia" le falta un poco de chispa, algo de lo que no estaba sobrado en cualquier caso. Durante el gran dúo con Amelia existe falta de empatía con Milanov y el mejor momento de Riccardo se escucha en los ataques a media voz, acariadores, de la cabaletta "Oh, qual soave brivido". Una página que así adquiere su verdadero carácter ambiguo entre el regocijo y el estremecimiento. Con el intermedio del dúo del baile, donde está un poco falto de mordiente, recupera la inspiración en su muerte con acentos emotivos y una emisión estupendamente atenuada. Las frases sobre las escalas del clarinete ("Io che amai la tua consorte") son de una belleza inefable. Es una verdadera pena que no se pudiera redondear esta vena elegíaca del personaje al cortar (¿por qué?) el aria "Ma se m'è forza perderti": es el momento en que Riccardo asume ssu fatalidad. El estupendo recitativo y la excitante cabaletta hacen pensar que se perdió una bella oportunidad. Por último se puede señalar que incluso en estos años de apogeo vocal los agudos de Björling perdían algo de esmalte en los ataques di forza sostenidos (y en el dúo Milanov le obliga a forzar). Nada extraño en un tenor lírico que en realidad no cantó nunca el repertorio donde su voz habría estado más cómoda: el belcanto.
Han existido pocas sopranos que pudieran afrontar el personaje de Amelia como lo hacía Zinka Milanov en plenitud vocal. El timbre era sencillamente suntuoso, homogéneo y amplio, de soprano dramática a la antigua. A pesar de tratarse de una voz típicamente reforzada en los registros medio y grave, M. podía presumir de un agudo squillantissimo, bien que tuviera un vibrato rápido acusado, no siempre lo atacara con elegancia (ese "T'amo" del duettone es una verdadera desgracia) ni seguridad de afinación - particularmente el enorme do5 de "Ma dall'arido". Impecable resultaba su acercamiento a la media voz y al pianissimo: frases como "Quell'eterea sembianza morrà, Che ti resta, perduto l'amor . . . Che ti resta, mio povero cor!" son admirables desde el punto de vista instrumental por el legato y la belleza de la emisión recogida. Las mayores reservas llegan en su caracterización, puesto que Milanov siempre tendió a moverse entre lo genérico y lo tremendista. En este caso suele conformarse con cantar en forte en vez de acentuar con intención dramática y también existe un uso del grave de pecho con resultados expresivos petrificados en la antigüedad. Con todo es una notable actuación.
Alexander (Sándor) Svéd, debutante en el MET, muestra una voz de verdadero barítono dramático, aunque aquejada de una molesta guturalidad. Esto siempre fue algo característico de su fonación, quizá como producto de la imitación inconsciente del Stracciari maduro, pero en este caso los críticos advirtieron la intención de espesar el sonido en exceso. El resultado, aparte del tono monocorde, es una emisión un poco pesante que le obliga al abuso del portamento con arrastre y le dificulta la media voz. Cuando Svéd no usaba artificios cantaba como se le escucha al inicio de "O dolcezze perdute", con una media voz de terciopelo.
Bruna Castagna era una cantante de la casa de la que actualmente apenas se habla, pero resulta ser una de las pocas cantantes capaces de dominar la temible tesitura de contralto de Ulrica. Aunque no puede negarse que abusa un poco de la resonancia pura de pecho, es impresionante escucharla atacando ese "Re dell'abisso" con un sonido profundo, denso, cavernoso pero no exento de morbidez. Además los agudos surgen fáciles y son amplios. Todo lo contrario de otras cantantes de más renombre que se ahogan en los graves para a continuación abrir como desesperadas los agudos. Castagna también canta con buena línea, acentúa con fiereza y en definitiva convence.
En cuanto a Stella Andreva es un Óscar ligerísimo y de voz cursi a más no poder, pero por lo menos da las notas.
Héctor Panizza fue un gran director de melodrama. Su dirección es tan ajustada y precisa como se espera en un discípulo de Toscanini, pero sin adhesión fanática a las formas menos afortunadas del Maestrissimo. Por tanto, un acompañamiento basado en ritmos vivos, sonido cortante y tempo base escrupuloso. Pero hay también verdadera intención de hacer cantar a la orquesta (en particular a las maderas), flexibilidad para favorecer el rubato de los solistas y respeto por las dinámicas suaves (nada de estruendos invasivos). Además de la primorosa construcción de los Preludios, destaca el efecto dramático conseguido en "Odi tu come fremono", llevado con un tempo frenético al que los cantantes responden con brillantez hasta el rallentando que presenta la frase de Riccardo: "Innocente sfidati...". Un momento antológico a pesar de que Bjoerling no está muy preciso en cuanto a articulación. También se admira la ligereza del desvergonzado cancán, ejecutado con un ritmo febril que apenas permite reflexionar sobre la vulgaridad de esta música y deja un sabor chispeante y lúdico. Que Panizza fue un verdadero maestro concertador se confirma al escuchar el sottovoce los estupendos conspiradores durante la primera escena.
14 de diciembre de 1940
Amelia..................Zinka Milanov
Riccardo................Jussi Björling
Renato..................Alexander Sved
Ulrica..................Bruna Castagna
Oscar...................Stella Andreva
Samuel..................Norman Cordon
Tom.....................Nicola Moscona
Silvano.................Arthur Kent
Judge...................John Carter
Servant.................Lodovico Oliviero
Director...............Ettore Panizza Barra libre de opiniones, m?sica y lo que se me ocurra, que para eso es mi blog.