En el centro de la imagen, César Tomás Martín Morales, autor del libro "Ser empresario"
La llamada me inquietó ligeramente. Uno de los ediles del Partido Popular quería hablar conmigo aunque yo creía que no teníamos ningún asunto sobre el que conversar. Quedamos a primera hora de la tarde en su despacho particular. Faltaba casi nada para que acabara el siglo XX o, quizás algo más tarde, estaba recién empezado el XXI. Quizás corría el año 2.000 o 2.001. ¿Cómo podría concretar la fecha sin las agendas de aquellos años? Lo cierto es que la entrevista tuvo lugar a lo largo de la legislatura municipal que empezó en 1999 y acabó en 2003. Cuando entré en su oficina me sorprendió la oscuridad que reinaba en el recinto. El sol de la tarde refulgía y se filtraba por las rendijas de las persianas bajadas como finísimas cuchillas de polvo y luz; algunas velas y lamparitas encendidas le conferían un ambiente íntimo, casi religioso, como el de un pequeño templo sintoísta, panteísta, budista o cualquier otro ista. Al fondo, una mesa de estilo clásico presidía el saloncito como un altar profano, con un par de montones de carpetas, aparentemente, ordenadas. Frente a la mesa, en el otro extremo de la estancia, un sofá de cuero negro, dos sillas y una mesita baja incitaban al descanso y la charla. Mi anfitrión mostró su cortesía, creo recordar, y me ofreció un café o una infusión. ¡Qué modernos eran esos jóvenes empresarios y concejales del PP!
En los momentos iniciales de la entrevista divagamos sobre asuntos sin importancia mientras removíamos las cucharillas para endulzar la bebida. Cuando creyó que se había fundido el hielo, —es un decir—, enderezó la conversación con precisión hacia su destino final.
—Te preguntarás porqué te he llamado…
—Bueno, sí... —A pesar de la penumbra, seguramente mi rostro trasmitió fielmente los recelos que me provocaba, además de la misteriosa puesta en escena, que hubiera un motivo, una razón, y no una simple y primera toma de contacto.
César Tomás Martín Morales, también conocido en Getafe como Tomás “el del Brass” por el negocio de hostelería que regentaba, enfiló la cuestión con la necesaria diplomacia, ese don que alguien ha venido en llamar “tacto político”, no exenta de claridad. Aquel concejal me estaba pidiendo dinero. Simple y llanamente. No para él, especificó. Eufemísticamente, aquello, tenía la consideración de aportación económica voluntaria; una simple donación para contribuir a sufragar los gastos de su partido y, con ello, provocar el cambio de rumbo en Getafe.
—Como supondrás, esto no es fácil, y más cuando lo solicitas a empresarios que no son afiliados… —Y así, continuó, un par de minutos más intentando justificar su solicitud envolviéndola con papel delicado. Se había atrevido, dijo, a dar aquel paso tan atrevido a la vista de mi actitud abiertamente crítica con el gobierno de la ciudad; mientras, yo, algo aturdido por lo inesperado de la petición, intentaba procesar una respuesta.
—Bueno, —finalmente le respondí, como a veces suelo, sin el menor atisbo de diplomacia ni justificación hipócrita— mira, lo siento, pero no puedo [¿quiero?] ayudarte. Ya sabes, me imagino, que no simpatizo con ningún partido; ni he realizado ninguna donación político-urbanística. Ni creo que lo haga en el futuro. Si no le doy al “Rubio” que es el que parte y reparte el bacalao, y pide más que un “cura” [diputado] pobre, imagina. ¡Cómo te voy a dar a ti! Es penoso ver a ese, al tonto del escaparate, al hijo del dueño de la empresa constructora adjudicataria de casi todas las obras municipales, a los de tal o cual contrata o a los gestores inmobiliarios y promotores que quieren comerse el pueblo, y hasta el mundo si se les pone en bandeja, como deambulan todos de aquí para allá, de un despacho a otro, con la bolsa de Alcampo medio llena de billetes. No son hombres de éxito: son los hijos de la talega. Algo huele a podrido en Dinamarca...
El joven político rehuyó los términos hacia los que yo había desviado la conversación, ignorando el cartel que indica el precipicio de la corrupción y las crueles tarascadas. No se dio por aludido, aunque el té parecía ahora más amargo.
—No pasa nada. Esto no tiene que ver con el urbanismo, como podrás suponer. No hay ningún problema. ¿Vale? Tan amigos…
Y realmente no los hubo; ni problemas ni favores. Es el sino de los que pasamos por la vida pública como bichos raros… Nos despedimos y, efectivamente, tan amigos como al principio: ni poco ni mucho. No éramos amigos.
***
César Tomás Martín Morales empezó su andadura política afiliándose en 1985 a las Falanges Juveniles de España. Tenía 19 años. Estas escuadrillas de la Falange Española de Getafe, al igual que los pelotones de Fuerza Nueva, se nutría fundamentalmente del sector más conservador y reaccionario de los adolescentes getafenses durante la transición, en su mayoría provenientes de las aulas de los PP. Escolapios. Los sucesivos fracasos electorales de los partidos neofascistas y tradicionalistas, agrupados en torno a la figura de Blas Piñar, desencantaron a sus más ambiciosos militantes y a finales de los años 80 abandonaron la ideología joseantoniana, huyendo del arquetipo único de españolidad y del paradigma nacional de la hombría, para solicitar el ingreso en las Nuevas Generaciones de Alianza Popular. En 1990, tras el mórbido derrotero de Fraga, se refundó el partido bajo el nombre de Partido Popular. El presidente de Nuevas Generaciones en Madrid, entre 1991 y 1994, era Ginés López Rodríguez, un abogado casi de la misma quinta que Tomás Martín Morales (se llevan un año). En los comicios municipales de 1995, la lista del PP liderada por Ginés López conseguía la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Arganda. Allí había "cacho". Y ese fue el destino de César Tomás Martín Morales que empezó a ejercer como asesor de confianza del Alcalde.
Tomás Martín Morales dejó el Ayuntamiento de Arganda cuando el alcalde no repitió como candidato en la siguiente convocatoria municipal. Ginés López abandonó el cargo durante una legislatura para ocuparse de una dirección general de la Comunidad de Madrid. Luego, más tarde, volvería. El tiempo de Tomás Martín Morales en Arganda se había acabado de manera imprevista. Se sintió huérfano y volvió a mirar políticamente hacia Getafe. En 1999 resultó elegido concejal del Ayuntamiento de Getafe. Sin embargo, su paso por Arganda había supuesto un hito en su carrera, un escalón considerable, un trampolín para su irresistible ascensión como político y conseguidor. Martín Morales se movía como pez en el agua en aquel Partido Popular en construcción. Y se sabía vender. La burbuja política se hinchaba con el viento favorable que exhalaba el sector inmobiliario. Gracias a las amistades que había trabado en Arganda empezó a compatibilizar las tareas que tenía asignadas como edil de la oposición en Getafe con su designación, de golpe y porrazo, como dueño y señor del urbanismo de uno de los pueblos más codiciados por grandes promotores del país.
Cesar Tomás Martín aterrizó en Boadilla del Monte en el año 2.000 con mando en plaza. Un "braguetazo" que solo se explicaba gracias a las amistades que consolidó durante su estancia en Arganza. El PP de Boadilla había sacado en los comicios locales [de 1999] una mayoría absoluta aplastante: 16 ediles contra cinco [4 del PSOE y 1 de los independientes]. Menuda paliza. Ese resultado permitía a su alcalde, Arturo González Panero, apodado popularmente “el Albondiguilla”, creer que había conquistado su particular Camelot. Y, sobre todo, que nunca se acabaría el poder ni el dinero que manaba de la fuente del ladrillo. El Arturo no tenía estudios ni oficio conocido. Desde 1991 rondaba el Ayuntamiento donde se estrenó como concejal de Deportes hasta que una moción de censura en 1999 le aupó hasta el sillón de la alcaldía. ¿Que ignoto nexo une las delegaciones de Deportes y Urbanismo? ¿Tendrán algo más en común de lo que a primera vista se percibe, además de los típicos pelotazos? El caso de González Panero en Boadilla no es una excepción. En Getafe, casi es una tradición.
Tomás Martín se convirtió rápidamente en el Lanzarote de Boadilla, la piedra angular del reino de Arturo, uno de los más grandes paladines que se sentaban alrededor de mesa redonda de Gürtel [correa en alemán], junto a personajes como el renombrado Francisco Correa, el alcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda, al exconsejero de Deportes de la Comunidad de Madrid, Alberto López Viejo o el innombrable señor de los sobres, el detestado extesorero del PP nacional. Su amigo Ginés López, que había regresado a la alcaldía de Arganda en 2003, también compartía la misma mesa de los anteriores. De hecho, quien conoce mejor que yo el Partido Popular en aquella época, asegura que, Martín Morales, González Panero y Ginés López, se dejaban ver juntos por las fiestas patronales de Getafe. Y, nos imaginamos, por las de Boadilla y las de Arganda.
Rosalía Mercedes de Padura
Con un salario de casi ochenta mil euros, por encima de lo que cobraba el presidente del gobierno, y ello considerando solo las nóminas “oficiales”, sin sobres ni bolsas, Tomás Martín asumió [sin miedo ni pudor] los cargos de Director General de Gestión Urbanística y Consumo del Ayuntamiento de Boadilla y el de Vicepresidente y Consejero Delegado de la Empresa Municipal del Suelo y la Vivienda de esa localidad, desde donde administraba un presupuesto de más de 30 millones de euros cada año y controlaba feudalmente la joya de la corona: el urbanismo de uno de los municipios más golosos de la Comunidad de Madrid. ¡Para que se enterase el Neira ese! Tomás Martín, a pesar del poder acaparado, empezó a generar reticencias por parte de algunos sectores del Partido de Madrid, impidiéndole —llegado el momento— el acceso a la lista electoral. Él terminó de tejer la tela de araña del poder en Boadilla cuando su mujer, Rosalía [Mercedes] de Padura Díaz [procedente también de Nuevas Generaciones] resultó elegida en los comicios del 2007 concejal en la misma localidad, obteniendo como premio las competencias de Mujer, Empleo y Comercio.En la mesa redonda de los Martín-Padura, en la urbanización Las Lomas, se cocinaban todos los negocios de Boadilla. Gestión Urbanística, Suelo, Vivienda, Consumo, Mujer, Empleo, Comercio… Si no eras amigo de los Martín-Padura, no eras nadie en ese pueblecito; ni más allá ni más acá. En octubre del año 2000, a los pocos meses de desembarcar en Boadilla, compaginando su condición de edil electo en el Ayuntamiento de Getafe con sus nuevos y lucrativos cometidos en Boadilla, Tomás Martín constituyó la empresa inmobiliaria, promotora, gestora de cooperativas y constructora, Cántabra de Lomas, SL con un capital social de 250.000 euros. La empresa, que tenía su centro de operaciones en el chalé de Las Lomas y como administradora a su anciana madre, tiene su domicilio social en el mismo despacho de la calle Magdalena 38, donde empezaba este relato. César Tomás Martín Morales es al día de hoy su único socio y administrador. Desde el ejercicio del 2007 no presenta las cuentas y, por tanto, tiene cerrada la inscripción de acuerdos y actos sociales en el Registro Mercantil.
Al poco tiempo, Tomás Martín, dejaría de ser conocido como “el del Brass” para convertirse, como corresponde al exitoso hombre de negocios en que se había convertido, en el elegante “míster rotondas”, tildado así por la cantidad de ellas que planificó y ejecutó en su nueva ciudad. Había dejado de ser un hambrón, como llamaban antiguamente a los de Getafe. Las fiestas que celebraba en el chalé de la lujosa urbanización de Las Lomas eran famosas y anheladas por cuántos querían auparse en el carro del éxito económico, político y social de las derechas madrileñas. Las millonarias recalificaciones se celebraban en un un escenario de opulencia y ostentación, donde no faltaban los invitados habituales, los afortunados protagonistas del negocio. Canapés de pastelería cara y botellas de champán francés.
Desde que asumió los poderes del urbanismo en Boadilla, el patrimonio personal de Tomás Martín creció de manera exponencial. A su nombre o a través de sociedades que manejaba, adquirió más de media docena de inmuebles. La principal era la renombrada casa de la urbanización Las Lomas con 450 metros construidos sobre una parcela de 2.600 metros cuadrados. En 2006 adquirió una oficina de 182 metros cuadrados en la céntrica y lujosa calle de Velázquez de Madrid, hoy sede de sus empresas, y un local comercial en la calle de Claudio Coello. En el año 2007, en plena crisis, adquirió en la segunda fila de playa en Jávea (Alicante) un piso de 110 metros cuadrados y 50 de terraza, un adosado de 300 metros y un garaje para dos vehículos. A este patrimonio, el que figuraba en los registros de la propiedad en el año 2008, había que restar una hipoteca de 500.000 euros. Ahora, además, hay que sumar otra de un millón y medio de euros como garantía de la fianza decretada por el juez tras su imputación.
Tomás Martín figura en el Registro Mercantil de Madrid, además, como administrador de otras cinco sociedades mercantiles. Telefonía, Sonido y Alarmas para el Automóvil SA; Tecnología Fotográfica SL; Hostelera del Retiro SL; Free Consulting SL; y Consejeros Delegados SL, constituida en enero de 2012 y domiciliada en sus oficinas de la calle Velázquez 27. Desde esa sede controla actualmente sus negocios como abogado, una asociación de abogados, irradia sus dotes de comunicador y se vende como empresario de éxito y experto en marketing.
En el invierno del año 2009, entre enero y marzo, el juez Garzón empuñó la roja y flamígera espada de la venganza contra el PP madrileño e imputó a cincuenta y cinco personas entre cargos electos, de confianza política y empresarios. En aquella época, en el PSOE pululaban tantos o más corruptos, pero ningún juez asió la espada azul contra el PSOE. No nos atreveríamos a afirmar si fue primero el huevo o la gallina; si Tomás Martín o Jesús Neira; si fue el primero émulo del segundo o al revés; quién fue el maestro y quién el alumno aventajado. Su dos trayectorias, parecidas y paralelas, habían de desembocar, al menos, en los dos casos en prácticas no éticas. Sin embargo en el caso de Tomás Martín, la justicia ha ido un poco más allá. El día 5 de marzo, el juez Garzón le imputó. Le acusó de blanqueo de capitales, malversación de fondo, cohecho, prevaricación y asociación ilícita. Casi nada. El 6 de marzo dimitió de todos sus cargos en el Ayuntamiento de Boadilla. Para responder de esos presuntos delitos, el juez le impuso una fianza de 1.500.000 euros y le embargó varias propiedades.
Secretos de un empresario de éxito
César Tomás Martín Morales no se vino abajo; ni mucho menos. ¡Y nos pareció algo endeble y fugaz en nuestro primer encuentro! Todo lo contrario. En el mes de octubre del año pasado, publicó el libro “Ser empresario: secretos para convertirse en un empresario de éxito en el siglo XXI”. A través de sus 254 páginas revela "los secretos para adquirir un grado máximo de autoconfianza, seguridad personal y profesional, así como lograr las dotes de comunicación necesarias para triunfar en entornos hostiles". Además del libro publicado por la editorial Euroeditions, ha desplegado una intensa campaña de imagen, del libro y de su persona. Es un experto en venderse a sí mismo.
En su currículo recuerda que en "tres décadas al frente de numerosas empresas de muy diversos sectores ha adquirido un extraordinario conocimiento práctico del día a día de la empresa y los secretos para triunfar como emprendedor". Asegura que es "abogado (UNED) y Doctorando en Derecho, Diplomado en Ciencias Empresariales y Magister en Gestión Comercial y Marketing". También preside una "Asociación Nacional de Abogados y una Consultora de Marketing para abogados" (domiciliadas en sus oficinas de la calle Velázquez). Presume que montó su primera empresa a los diecisite años [el disco pub Brass]. A los 27 años, César Tomás Martín Morales fue nombrado Joven Empresario del año 1993 [AJE].
César Tomás pasa su primera feria del libro sin firmar ejemplares. A fuerza de darle vueltas, , se nos ocurre —a modo de diversión, aunque podría dar sus frutos de cara a un futuro quizá no muy lejano—, que podría emprender una Escuela de Negocios, Política y Urbanismo. Es difícil que la idea se institucionalice y fuera, cambiando ligeramente el nombre, Escuela Municipal de Negocios, Formación y Emprendimiento. ¿Será capaz César Tomás Martín de enseñar [de verdad] todo lo que ha aprendido durante estos últimos diez o doce años? Pero de verdad; no como herramienta de marketing. Nos íbamos a forrar. O no.
¿Estás planteándote poner en marcha tu propia empresa constructora o promotora o la has creado recientemente? Si es así, necesitas conocer los aspectos fundamentales para el funcionamiento de este tipo de negocios, indispensables para alcanzar el éxito en tu proyecto. Este curso ha sido desarrollado para que aprendas de forma clara y amena los principios teóricos y prácticos relacionados. La calidad del profesorado te permite progresar a tu ritmo y aprender todo lo que necesitas para emprender con seguridad y garantías.
No tenemos mejor candidato a la dirección de ese figurado centro formativo que el famoso y exitoso empresario, aunque ahora imputado, César Tomás Martín Morales. Pero, bueno, no hay mal que por bien no venga. Hasta eso pasará. Y además, con todo merecimiento, habremos de nombrarlo catedrático de Emprendimiento, Dinero y Política. El autor del libro “Ser empresario” ofrecería a nuestros alumnos a lo largo del curso algunas herramientas válidas para “ganarle la batalla al tiempo, vender y saber venderse, para relacionarse eficazmente con el dinero y con el triunfo [en lo que parece un maestro], para utilizar los recursos y habilidades que todos tenemos y, en definitiva, para triunfar en el mundo de los negocios”.
Ahora bien. A pesar de la categoría del director, habremos de contar con una nómina de expertos en otras facetas que aporten sus enriquecedoras experiencias. Estamos hartos de escuchar y de leer que una de las principales preocupaciones actuales es la finalidad social del empresario y su orden de valores ¿El empresario tiene que tener una relación ética con el dinero, como asegura Tomás Martín? Quién mejor que Jesús Neira, exconcejal de urbanismo del Ayuntamiento de Getafe y exdiputado regional, podríamos fichar para abordar este tema a lo largo del curso. Catedrático de Ética y Urbanismo, por unanimidad de propios y extraños. Además podría desarrollar algún cursillo extraordinario o seminario sobre el patrimonio de los políticos y de los que lo han sido. Cómo ocultarlo hasta que se abandona la política. Y cómo aparentar socialmente una posición de privilegio ganada con el esfuerzo y el trabajo. Así podríamos titularlo en el catálogo con algún título sugestivo y esotérico: "De la nada al todo".
El fracaso como trampolín del empresario. Es otro de los temas importantes del curso. Mesa redonda semanal en la que participarían los innumerables candidatos que han sido, que son y que, aún pueden ser, magnificados con currículos en los que no faltan quiebras, concursos de acreedores e ideas fallidas. Que no cundan los interesados en ocupar plaza. Hay sitio para casi todos los que han sido y los que no. Cuarenta semanas dan para muchas experiencias.
Servicios Técnicos Municipales: una experiencia para el control del negocio urbanístico. Para este puesto tendríamos un par de candidatos, aunque de momento preferimos dejarlo vacante. Ya se informará del titular de la cátedra. Por experiencia y cualidades, casi todo el mundo adivinará su nombre. Pero si usted, atrevido lector, tiene algún otro candidato bien podría, en aras de la calidad de la enseñanza del centro, hacernos llegar su propuesta. Aunque, bien pensado, habría que dotar a la cátedra de dos profesores que revisaran las prácticas desde posturas e ideologías enfrentadas. Socialismo y Liberalismo. Diferencias entre la planificación urbanística de ayuntamientos de distinto signo. Bien nos valdrían los ejemplos de Getafe y Boadilla.
Gestión de Cooperativas de Viviendas. Era el negocio del siglo. La idea de las cooperativas de viviendas que habían funcionado, más o menos bien durante el último cuarto del siglo veinte, se desvaneció y, llegandos al siglo XXI, empezó a triunfar un novedoso modelo liderado por personajes, cómo no, formados y hechos a sí mismos en Getafe. Casi a la vez, Miguel Torralbo y David Moreno, promovían con éxito fulgurante un cooperativismo de nuevo cuño. Uno y otro provenían de trincheras distintas. Es fascinante como dos caminos llevan hasta un mismo destino. Uno, Torralbo, de la UGT y el otro, Moreno, de aquellos pelotones de la juventud conservadora de Getafe. Al principio de su carrera como empresario, el primero intentó hacer migas de manera infructuosa con otros empresarios y gestores como Pascasio Nieto, Ricardo Sosa. Tras abandonar Xetaf en la que participaban Florencio Soto, Juan Peralta y Javier González, Torralbo se independizó con Ofigevi. En el caso de David Moreno, la experiencia, igualmente fallida, era un intento personalista de comerse él solo el pastel de unos desarrollos urbanísticos, los Molinos y Buenavista, que acabaron atragantándose en su vida. Amparado al principio por políticos y conseguidores, aparecía en las revistas especializadas como ejemplo de empresario hecho a sí mismo y patrocinador visionario. Ahí confluía con la imagen de Fernando Alonso y la del Getafe CF SAD. Finalmente, tras el estrepitoso descalabro de la PSG, denostado por todos. Expulsado. Imputado. Ambos, Moreno y Torralbo, acceden a una cátedra compartida con escaso prestigio: Sin casa y sin dinero.
Conseguidores, comisiones y adjudicaciones. Asunto del que nadie quiere hablar. Claro que conocemos a varios expertos, aunque, es más que probable, rechazarán con discreción la propuesta para dirigir una cátedra tan complicada. Seguiremos mirando por la calle Madrid. Por allí pasan. Alguno caerá tentado, aunque tengamos que desarrollar la asignatura vía telemática en nuestro campus virtual. Un profesor enmascarado que exponga su experiencia y aleccione de cómo se acumula el dinero negro, se empaqueta con gomas elásticas de esas que se usaban para recoger el pelo y se lleva, como si nada, en una bolsa de Alcampo como el que acaba de comprar el pan. Y entra en el despacho de la calle Madrid, 16. Ah no... Ahí no. Por dios. Otra vez con el dinero negro en ese fatídico punto de la geografía getafense. ¡Que no era ahí!
La empresa deportiva y el urbanismo. Otra parte del temario para el que tenemos varios candidatos, aunque —si estuviera en nuestra mano empezar las clases en septiembre— elegiríamos a Santos Vázquez Rabaz. Primero Técnico de Deportes, luego Concejal Delegado de Deportes, Concejal de Urbanismo, y al final, tras los años, otra vez Técnico de Deportes. Cómo dar una vuelta de campana y caer en el mismo sitio. Sin comentarios. Había más candidatos que han compaginado las delegaciones de Deportes y Urbanismo. Pero no tienen la experiencia suficiente, están ejerciendo el cargo, o apenas leen lo que firman.
El curso se completaría con una completa programación de seminarios, mesas redondas, cursillos y visitas guiadas. Por poner un ejemplo citaremos algunos de los que, sin dedicar demasiado tiempo al asunto, creemos que tendrían cabida en este espectacular curso:
—Los clubes de fútbol: entre el dinero, el poder y la construcción. Seminario de dos días a cargo de Ángel Torres y Felipe González [Por separado; cada día uno].
—El marxismo en el siglo XXI: la tierra para el que la expropia. Por el catedrático de Etica y Urbanismo, Jesús Neira. Un sólo día. El asunto es fácil. Sólo se necesitar estar afiliado a uno de los partidos que creen a pies juntos en la expropiación como forma de desamortización laica de campesinos, herederos y otros propietarios de derechas.
—Neoliberalismo económico en la recalificación urbanística. Costes y beneficios de una planificación urbana liberal. No nos da igual quién es el propietario, si persona física, empresa o banco. Si no tiene, además de tierra, suficiente dinero, no merece la pena modificar el planeamiento ni la calificación del suelo. Por el director del centro, Tomás Martín.
—Literatura para especular: el convenio urbanístico. El título de este seminario podría haber constituido hace tan solo cinco o seis año tema suficiente para la tesis doctoral o para el máster de los alumnos aventajados. Hoy, prácticamente en desuso, por la puñetera crisis queda en nuestro temario general como un seminario al que habría que rebautizar: Historia de la literatura para especular. Los mejores y más lucrativos ejemplos.
Al final del curso se propondrá a los alumnos como trabajo fin de curso diseñar una empresa ficticia y su plan de negocio real. Tesorería aplicada a una empresa constructora o promotora. Reservas para comisiones y otros capítulos del presupuesto. Adjudicaciones amañadas. No es necesario estudiar inglés. Pero sí será conveniente que los alumnos, en un futuro cercano, estudien ruso y chino o emplear a traductores de estos idiomas emergentes. A cuestiones menores en este tipo de negocios como el e-marketing y el e-commerce no les vamos a dedicar ni una hora. No habrá exámenes; ni libros de texto; ni e-learning; ni ejercicios de autoevaluación online, ni consultas telefónicas con los profesores. Solo se dará una relación bibliográfica de los libros adquiridos por Correa sobre temas tan delicados y peliagudos como el cohecho, la prevaricación, la malversación de caudales públicos, la asociación ilícita, el blanqueo de capitales y otros temas importante para el caso, improbable, de pasar una temporada a la sombra y tener que pasar el tiempo meditando. ¿Que he hecho para merecer esto?¡Cómo debería haber actuado para evitar la condena!
¿Y el precio del curso? ¿Cuál es el coste total de una Escuela de Negocios como la que proponemos? Incalculable. No hay suficiente dinero para pagar la experiencia de los maestros que proponemos ¿O sí? ¿Cuánto dinero ganarían las empresas de los alumnos que asistieran provechosamente? Ahora, poco. Parece, después de llevar cuatro o cinco horas tecleando, que no es un proyecto viable: Mal emprendedor.http://capitaldelsur.blogspot.com/feeds/posts/default/?alt=rss