Revista Cultura y Ocio

Escuela de salamanca, la fundación del derecho internacional

Por Ilustrado
La Escuela de Salamanca fue la primera corriente de pensamiento de carácter económico, moral y jurídico que debatió los problemas y dilemas morales derivados del innovador sistema comercial y de la mentalidad neo-mercantilista generada en Europa durante la Modernidad y el descubrimiento del Nuevo Mundo.
Este movimiento fue llevado a cabo por un grupo de profesores de la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII, con novedosas aportaciones de Francisco de Vitoria, Matín de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Domingo de Soto, Luis de Molina y Domingo Báñez. Se trató de un grupo de teólogos y juristas que desarrollaron las primeras leyes en Derecho Internacional de Gentes, precursores de los Derechos Humanos.
Tuvieron una importancia decisiva en el Concilio de Trento, ya que el Pensamiento español estaba a la cabeza intelectual de Europa.

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CIUDAD DE SALAMANCA


Desde comienzos del siglo XVI las concepciones tradicionales del hombre y su relación con Dios y con el mundo sufrieron una evolución debido al descubrimiento del Nuevo Mundo, y a la aparición del Humanismo y de la Reforma protestante. Estos acontecimientos de la Edad Moderna originaron un importante cambio de pensamiento en el concepto del hombre en sociedad.
En España apareció una nueva clase mercantil relacionada con las innovadoras técnicas de financiación que habían generalizado nuevos tipos de contratación y de cambio, siendo Sevilla el núcleo urbano donde esta nueva clase social se hizo más notable. España se convirtió así en el país privilegiado de los nuevos fenómenos económicos que se estaban operando, y fue precisamente en España donde se produjeron las nuevas corrientes del pensamiento económico moderno.
La preocupación por el problema moral de la usura se intensificó debido a un conjunto de factores como el crecimiento de las actividades comerciales, las malas cosechas, la exportación de productos a las colonias americanas, el acaparamiento de productos por parte de unos pocos comerciantes, el aumento de la cantidad de dinero por los desembarcos de plata procedentes de las minas americanas, etc.
Surgía entonces la Escuela de Salamanca como una corriente de pensamiento de carácter económico, moral y jurídico que intentaba debatir los problemas derivados del innovador sistema comercial y de la mentalidad neo-mercantilista generada.
Este movimiento fue llevada a cabo por un grupo de profesores de la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII, con novedosas aportaciones de Francisco de Vitoria, Matín de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Domingo de Soto, Luis de Molina y Domingo Báñez. Se trataba de un grupo de escolásticos españoles, teólogos y juristas, seguidores de las corrientes iusnaturalistas y moralistas que realizó la tarea de reconciliar la doctrina tomista con el nuevo orden social y económico y abordar los nuevos cambios desde una nueva perspectiva. Tuvieron una importancia decisiva en el Concilio de Trento.

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CONCICLIO DE TRENTO


Los temas de estudio se centraron principalmente en el hombre y su relación con la moral, la economía y la justicia. No se trató de seguir una única doctrina, sino más bien de debatir cuestiones desde diferentes puntos de vista, que ocasionaron una enorme vitalidad intelectual.
Por la amplitud de temas tratados fueron surgiendo dos sub-escuelas o corrientes: la de los Salmanticenses y la de los Conimbricenses:
La Escuela de los Salmanticenses comenzaría con Francisco de Vitoria, llegando a su máximo esplendor con Domingo de Soto, todos ellos de la orden de los dominicos.
La Escuela de los Conimbricenses estaría formada por los jesuitas que desde finales del siglo XVI tomaron el relevo intelectual de los dominicos, entre los que se estaban Luis de Molina y Francisco Suárez.
El máximo exponente de esta Escuela y Universidad de Salamanca fue Francisco de Vitoria quien supo renovar el método de la escolástica y teología especialmente como renacimiento del Tomismo, frente al pujante Humanismo. Su aporte fundamental a la teología fue el estudio de los problemas más cercanos al ser humano y de otras cuestiones hasta entonces sin abordar. El carácter práctico de su teología positiva influyó en la vida general y en otras universidades europeas, frente a la teología escolástica del Medievo.
El probabilismo nacía como la doctrina moral más importante de la Modernidad, gracias a las aportaciones de Bartolomé de Medina, Gabriel Vázquez y Francisco Suárez. Surgió de la necesidad de analizar los actos concretos en materia de derecho y economía, y de la repercusión en la sociedad ante las nuevas situaciones de cambio. La Escuela de Salamanca fue obteniendo una casuística de respuestas ante dilemas morales, pero como una casuística nunca podía ser completa, también buscó una regla o principio más general. A partir de entonces comenzó a desarrollar el probabilismo, donde el criterio último ya no era la verdad, sino la seguridad de no elegir mal.

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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA


A finales del siglo XVI, desarrolló la llamada Polémica de Auxiliis entre dominicos y jesuitas sobre la libertad del hombre y la existencia de Dios. Los jesuitas Prudencio Montemayor y Luis de León defendieron el libre albedrío del ser humano frente al pecado original y la gracia de Dios. De la otra parte, el dominico Domingo Báñez consideraba al hombre como ser predestinado y corrupto como consecuencia del pecado original, basándose en las teorías protestantes de Lutero.
La polémica continuó con la Concordia del libre albedrío y gracia de Dios escrito en 1588 por el jesuita Luis de Molina. El resultado final de la polémica determinó en que era imposible hallar la predestinación o libertad del hombre en sus actos.
La Escuela de Salamanca renovó los conceptos medievales del derecho mediante una reivindicación de la libertad del hombre. Iniciaron una doctrina jurídica que reclamaba los derechos naturales del hombre a la vida, a la dignidad, a la propiedad, a la libertad de pensamiento, etc.
Redefinió el concepto de Derecho natural o doctrina Iusnaturalista, aquella que defiende las leyes de hombre originarias desde la misma naturaleza, y todo aquello que exista según el orden natural comparte ese derecho. Concluyó en que si todos los hombres comparten la misma naturaleza también comparten los mismos derechos.
Estas ideas iusnaturalistas se llevaron a la práctica en América donde reconocieron los derechos de los indígenas, como el derecho a la propiedad de sus tierras o a la prohibición del uso de la fuerza como medio para convertirles al Cristianismo. La justicia era entendida como una ley natural para el individuo que vive en sociedad.
Desarrolló una teoría sobre el moderno Derecho de gentes (ius gentium). Su principal artífice fue Francisco de Vitoria quien basándose en la legitimidad del poder de un soberano en una comunidad particular, la extrapoló a la comunidad mundial. Para Vitoria, la comunidad internacional debía regirse por un conjunto de leyes justas con los derechos de todos los pueblos, ya que la armonía y convivencia de la Humanidad depende de la convivencia de cada uno de los estados que la componen.
Un derecho y una justicia internacionales regularían las relaciones entre estados, en lugar de justificarlas por la fuerza mediante guerras. Francisco de Vitoria se convirtió en el promotor del derecho internacional de gentes. Contrario a estas ideas estaba Nicolás Maquiavelo, consideraba al Estado como un conjunto moralmente autónomo y que, por tanto, no podía ser juzgado según normas externas o derecho internacional.

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ESTATUA DE FRANCISCO SUÁREZ,
FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD HISPALENSE


Francisco Suárez evolucionó el derecho de gentes diferenciando el derecho internacional común de la mayoría de estados (ius inter gentes) del derecho civil específico de cada pueblo (ius intra gentes).
Varios miembros de la Escuela de Salamanca iniciaron una teoría de la separación de potestades: la del derecho divino y la del derecho natural; que hasta la época no se había desarrollado. Defendieron que el origen del poder real tenía su origen en la soberanía del pueblo, el cual la transmite al príncipe gobernante en bases a un pacto o contrato entre ambas partes: los seres humanos son libres por naturaleza e insubordinados a cualquier otro ser humano, aunque gobernados por un rey podían deponerle si este no era justo.
Por el contrario, la Corona inglesa se mantuvo en la medieval idea por la cual el poder real era originado por designio divino: el rey era receptor de la ley de Dios en la tierra para gobernar a los hombres, por lo tanto, aquellos súbditos que no acataran la ley del rey deslegitimándole y contraviniendo el mandato de Dios.
Suárez se convirtió en el principal defensor ese pensamiento iusnaturalista. En su obra Defensio Fidei Catholicae adversus Anglicanae sectae errores, escrita en 1613 defiende la soberanía del pueblo frente al poder real por designio divino. Para Suárez la comunidad se forman mediante un pacto entre hombres libres y soberanos, y esta a su vez otorga un poder político a otro hombre para ser gobernados en base a relaciones de contrato. Esta forma de gobierno natural establecido por contrato entre sus miembros es un principio de democracia. Su teoría contractualista considera que la comunidad puede elegir sus instituciones de gobierno, como monarquía, oligarquía o república, si mantienen el acuerdo en plenitud de condiciones.
Surgía a su vez una separación entre iusnaturalistas: de una parte, Luis de Molina sostenía que el origen del poder partía de un conjunto de soberanos individuales; de otra, Francisco Suárez defendía que el receptor del poder era la comunidad como un todo.

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FUNDACIÓN DE SANTIAGO DE CHILE


La Escuela también razonó los motivos por los cuales un colectivo estaba legitimado a hacer la justa guerra contra un enemigo, a pesar de las desastrosas consecuencias que podría ocasionar un conflicto bélico. Sólo estaba justificado hacer la guerra en defensa propia o de carácter preventivo o de castigo contra un enemigo que amenaza. Además, para considerarse una guerra justa, el pueblo debe dar su aprobación, el gobernante debe apurar todas las opciones de negociación con el atacante, efectuar una respuesta en relación al daño recibido, y sin atacar inocentes o tomar represalias desproporcionadas.
Por lo tanto, eran consideradas guerras injustas las dedicadas al robo, a la expansión territorial, de carácter religioso o en busca de gloria.
En la época del colonialismo moderno, España fue la única nación europea en la que un nutrido grupo de intelectuales debatió sobre la legitimidad de una conquista, la de América, en lugar de justificarla por las tradicionales convicciones.
Francisco de Vitoria fue el primero en negar la licitud de la conquista y dominio de las tierras descubiertas mediante las Bulas Alejandrinas, ya que el poder del Papa era temporal, ni por el primado universal del emperador, ni por conversión voluntaria de los indios. A los indios les consideraba hombres libres por naturaleza, dueños de sus tierras, y exentos de herejía o pecado ante el desconocimiento del cristianismo.
Ante estas bases, Vitoria investigó bajo que justificaciones puede un estado iniciar el dominio de las tierras descubiertas y desarrolló siete títulos legítimos y otros siete ilegítimos.
Estos siete Justos Títulos fueron:
1- Los españoles tienen el derecho de propagar la religión cristiana en América.
2- La protección de los naturales convertidos al cristianismo cuando sean perseguidos por otros pueblos paganos.
3- Si los indios ya son cristianos, el Papa puede darles como señor cristiano a los Reyes Católicos.
4- Cuando hay delitos contra-natura, los españoles están obligados a intervenir.
5- Los indios libremente toman como rey al rey de España.
6- En las guerras indias, si los españoles actúan como aliados de unos u otros, también participan de los beneficios.
7- No podía ser afirmado con certeza, pero sí traerse a discusión. La consideración de los indios con su atraso, rústicos, discapacitados... deben ser protegidos.

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ESTATUA DE FRANCISCO DE VITORIA
FRENTE A LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA


El pensamiento de Vitoria tuvo una alta repercusión en la polémica suscitada entre teólogos y juristas españoles por el derecho y legitimidad moral de la conquista del Nuevo Mundo descubierto. Varios de sus discípulos como Domingo de Soto y Bartolomé de Carranza utilizaron sus títulos en el decisivo debate de la Junta de Valladolid de 1550-1551 entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.
Por último, la Escuela de Salamanca también se dedicó a otras disciplinas: en poesía destacaron fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús; en música Francisco de Salinas, Lucas Fernández y Juan de la Encina; en matemáticas Pedro Chacón, Abraham Zacut y Pedro Sánchez Ciruelo, en astronomía y geografía el mismo Abraham Zacut.

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