Hemos sacralizado la escuela pública como igualitaria, pero olvidamos que su gran defecto es que siempre estuvo sometida al sistema o pensamiento político dominante.
En dictadura o democracia los profesores han seguido a los planes de estudios de la ideología gobernante.
Situación ideseable: para dar doctrina están la enseñanza privada cristianodemócrata, socialdemócrata, como el famoso Colegio Estudio, o liberal.
Las huelgas de maestros de estos días en varias partes de España no son por razones laborales, sino para mantener el control socialista o socialnacionalista del pensamiento juvenil que los sindicatos de izquierdas temen perder.
Las medidas de ahorro del PP en Madrid, Galicia o Castilla la Mancha sufren las huelgas, mientras que las restricciones más duras impuestas en Andalucía, donde gobierna el PSOE, no provocan reacción sindical alguna. ¿Qué mejor prueba?
Con Franco se introducían el nacionalcatolicismo, aunque en sus últimos años la instrucción era ya similar a la de las democracias, pero desde entonces han pasado 36 años, de los que durante 28 se estableció el dominio absoluto del llamado progresismo.
En este tiempo la calidad didáctica de la escuela pública no mejoró con respecto a la de la dictadura.
Pero se impuso en los cerebros infantiles el relativismo socialdemócrata con axiomas, ideas y consignas estableciendo derechos, pero no deberes, además de defender los socialismos dictatoriales modelo Cuba o la sexualidad libre sin tener en cuenta a los padres.
Esto explica la demanda creciente de centros privados y concertados en los que en lugar de esos valores se imparten los más cercanos a las opiniones o sentimientos de los padres.
Paralelamente crece la exigencia del cheque escolar: el Estado entrega un cheque por el coste medio de la enseñanza del alumno, y los padres se lo adjudican al colegio que deseen, público o no.
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