Hace ya veinte años que Bengt Lindqvist fue nombrado especialmente por el Secretario general de la Naciones Unidas Relator Especial sobre Discapacidad de la Comisión de Desarrollo Social , inicialmente por un período de tres años. Su mandato fue renovado dos veces por las resoluciones del Consejo Económico y Social, en 1997 y en 2000, respectivamente. Los informes del Relator Especial, Sr. Lindqvist, presentan sus conclusiones sobre la promoción y vigilancia de la aplicación de las Normas Uniformadoras y esbozan sus puntos de vista, según lo solicitado por la Comisión, y su futuro desarrollo.
Alrededor de estos informes se desarrollan las ideas de la Escuela Inclusiva, especialmente la necesidad de integrar a TODOS los niños en el sistema escolar. Siempre se ha entendido que ello era beneficioso para los niños con necesidades especiales y, también, para los demás niños. La integración reproduce la sociedad tal como es. Si se requieren esfuerzos especiales o adicionales para mantener la educación de todos, pues eso es lo que hace falta.
A estas alturas del siglo debería ser innecesario argumentar a favor de la escuela inclusiva.
En ese ámbito me resulta especialmente notorio que en este país se mantengan escuelas exclusivas, especialmente con una exclusión basada en el sexo del alumnado. En otra entrada de este blog ya hablamos del tema (http://pedsocial.wordpress.com/2014/01/20/la-separacion-escolar-de-ninos-y-ninas/) e invitamos a los lectores a participar en un debate. Nadie se animó. Marisol nos comentó con su habitual sentido común.
Probablemente no hay debate: las escuelas exclusivas no son buenas para los niños.
Los pediatras deben incluir en su evaluación preguntas sobre la escuela y, en todo caso–es decir: en todos los casos–ofrecer su consejo y recomendaciones.
X. Allué (Editor)