Estoy preparando un seminario que voy a dar en la Universidad Autónoma sobre la participación de los alumnos en las aulas de Educación Infantil. He releído dos artículos que publicó El País sobre la escuela, la creatividad y la adaptación de los maestros a los nuevas demandas de los alumnos que llegan a nuestras aulas. Uno de ellos se titula La buena escuela no asfixia la creatividad y el segundo Nuevos tiempos, nuevo profe. Os recomiendo que los leáis en el enlace pero por si algún día desaparecen, podéis descargarlos aquí.
Tenemos la enorme suerte de que los alumnos de Educación Infantil vienen con el interruptor de la participación en modo "On" y con muy poco esfuerzo cuentan cosas, opinan sobre todo lo que hacemos, nos dicen con sinceridad si algo les gusta o no y nos dan sugerencias que esconden todo lo que quieren aprender y cómo les gustaría hacerlo. A más participación, más implicación en la vida del aula (porque la toman más como algo de todos y no de la profe solamente) y por tanto acogerán con mucho más éxito cualquier propuesta nuestra y eso conllevará un aprendizaje mucho más profundo y generalizado. Esto a su vez redundará en una mayor particpación y así entraremos en un ciclo sin fin. ¿O si tiene fin? Se lo ponemos sin darnos cuenta. Para no cortar esa participación que viene de serie es importante que nuestra metodología les deje espacios, tiempos y materiales para hablar, para pensar y para decidir. (Y muchas más cositas de las que ya hablaré en el seminario e intentaré grabar en vídeo). En cuanto algún elemento falle reiteradamente, el ciclo se corta y pasamos a la escuela meramente trasmisora que acaba con la creatividad de los alumnos. Creatividad no entendida exclusivamente como "creatividad artística" sino creatividad en la búsqueda de soluciones a los problemas, en la toma de decisiones y en la manera de relacionarse con el entorno. Creatividad trabajada desde el arte, desde las matematicas, desde el lenguaje y desde la disposición de las mesas y las sillas en clase o de la manera de determinar a qué se juega hoy.
Se oye con frecuencia lo de que "la escuela mata la creatividad" cuando no siempre es así y, sobre todo, cuando está en nuestra mano en gran medida hacer falsa dicha afirmación. De todo esto habla La buena escuela no asfixia la creatividad . Es realmente complicado de modo individual llevar a cabo metodologías como las de los centros Montessori. Para determinadas formas de trabajo está claro que hace falta una logística que implica a todo el centro. Pero hay infinidad de detalles diarios y de formas de hacer las cosas que se pueden llevar a cabo en un aula, en mi aula. Trabajar por rincones, por ejemplo, no implica necesariamente renunciar a los libros de texto que todas las compañeras han estado de acuerdo en elegir; evita limitar las actividades de matemáticas a las fichas del método permitiendo un tiempo y un espacio para pensar y crear; deja un margen bastante amplio de elección personal sobre las actividades qué quiero hacer, cómo y con quien; y nos permite observar a nuestros alumnos y adaptar la clase (con todo lo que conlleva) a ellos, su actividad y por qué no, sus demandas. A veces si las escuchamos, nos damos cuenta de que no son nada descabelladas, ¡ni nos quitan tiempo de nuestra programación!. Fomentamos con todo esto la creatividad (y la participación en el aula, que para mí van ligadas) sin dejar de trabajar hábitos, rutinas, normas. Una cosa no es excluyente para nada de la otra.
Pero es curioso que se piensa que sí, y que dejar a los niños un margen de elección es el caos, que hacer actividades que se salgan un poquito más de los métodos, es de locos. Me parece muy interesante (y bastante terrible) una afirmación del artículo Nuevos tiempos, nuevo profe, que dice que el sistema educativo no favorece la innovación, la tolera. Y aún cuando determinadas metodologías han sido probadas como mejores para los alumnos, se sigue reproduciendo lo ancestral, porque es lo que los maestros veteranos llevan haciendo durante años, porque es lo que mayoritariamente ven los maestros nuevos y las familias lo toleran porque es lo que vivieron en su etapa escolar. Y al final, toda iniciativa, realmente más interesante y posiblemente mejor para el aprendizaje, queda reducida a un aula, a un blog, a un foro....a un claustro virtual. El día que nos cansemos el sistema ni lo notará ni nos llamará la atención, seguiremos cobrando lo mismo, con nuestro mismo puesto de trabajo,... Da hasta miedo, ¿no?