Revista Ciencia

Escuelas Waldorf: Los hijos analógicos de Silicon Valley

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22
Escuelas Waldorf: Los hijos analógicos de Silicon Valley

En una pizarra de las de toda la vida, en un aula, la profesora ha dibujado con tizas de colores las venas y arterias del cuerpo humano para explicar el flujo sanguíneo. Los alumnos anotan con lápiz y papel. En la cocina, un grupo de niños amasa pan, divertidos, con las manos llenas de harina; en el suelo, otro grupo juega con columpios de madera y muñecos de barro; una niña, disfrazada, corre y canta por la habitación; otro da vueltas a una cuerdas de colores. En el patio, montan en bici, corren y juegan a subirse a los árboles. Y en el campus de verano hay: circo, yoga, cocina y jardinería... ¿Dónde están los ordenadores?

Esta podría ser una escuela que aún no se ha adaptado a la tecnología. Lo llamativo es que se encuentra en pleno Silicon Valley, en San Francisco, la tierra de las mayores corporaciones de alta tecnología del mundo y que los padres de esos alumnos son algunos de los empleados de gigantes TIC como Apple, Google, Yahoo o Hewlett-Packard. Se trata del colegio Waldorf de la Península, cuya filosofía es "desarrollar altas capacidades de pensamiento, sentimientos y voluntad entre los niños" para "crear un mundo verdaderamente humano a través de una educación, que es una fuente de cambio social", explican en la web del colegio.

"En Infantil hay que jugar":

Por si particularidad, la escuela tiene hasta película: Preparing for Life (Prepararse para la vida). En el documental, uno de los padres que lleva a sus hijos a esta escuela, Brad Wurtz, un alto directivo de varias empresas del sector, dice que "la filosofía de Waldorf es empezar un poquito más tarde: y no que empiecen en Infantil a leer". "¡En Infantil lo que hay que hacer es jugar!", exclama. ¿Qué no están haciendo niños para hacer todas esas cosas?", se pregunta Betty Staley, directora de programas del Rudolf Steiner College, que dice que el profesor "es la clave: tiene que entender el desarrollo de los niños y ser capaz de preguntarse: ¿quién es este niño?". En la película aparecen reflexiones como: "claro que es importante saber algo, pero aún más crucial es saber qué hacer con ese conocimiento"; "quiero ver creatividad, resolver problemas", dicen; "¿Pueden colaborar?, ¿pueden comunicar?", se preguntan sobre los jóvenes, en los 17 minutos de cinta en los que suenan por todas partes palabras como "resiliencia", "adaptación", "creatividad", "habilidades sociales y trabajo en equipo".

Esta es una de las "alrededor de 160 escuelas Waldorf en el país que se suscriben a una filosofía de enseñanza centrada en la actividad física y el aprendizaje a través de tareas creativas y prácticas", explicaba Matt Richtel, en un reportaje de The New York Times, uno de los primeros en observar este fenómeno y donde explicaba que tres cuartas partes de los estudiantes de los colegios Waldorf de la Península tienen padres "con una fuerte conexión con la alta tecnología". Uno de ellos, el señor Águila, asegura al periodista que no ve "ninguna contradicción" entre su profesión tecnológica y la infancia analógica de sus hijos: "La tecnología tiene su tiempo y lugar. Si trabajara en Miramax -una empresa de entretenimiento de películas independientes- e hicieras buenas y artísticas películas de clasificación "R" (para mayores de 17), no me gustaría que mis hijos las vieran hasta que tuvieran 17 años".

Se trata de un pensamiento con casi un siglo de la historia. La educación Waldorf es un enfoque humanista de la pedagogía basado en la filosofía del austríaco Rudolf Steiner, que destaca el papel de la imaginación en el aprendizaje, y que trata de integrar el desarrollo intelectual con la práctica y el desarrollo artístico del niño. La primera escuela Waldorf abrió en Stuttgart, Alemania, en 1919.

Fuente: Periódico Escuela.

C. Marco


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