Revista Diario
Criar una hija con síndrome de down no es tan fácil como puede parecer según los mitos ya conocidos de perfectas mascotas.
El 95% del tiempo que convivimos con nuestra chica con SD es maravillosamente maravilloso, pero hay un 5% que resulta desesesperadamente desesperante.
Observamos que muchos de sus comportamientos se están convirtiendo en sistemáticos y repetitivos. Mostrando una gran exigencia para su cumplimiento. Sin algo se sale de la rutina que ella ha impuesto, entonces, ya nos hemos "rallados". Esta mas segura de si misma y su autoestima por las nubes.
En el colegio Mari Fe también observa que Teresa esta mas desobediente y retadora, desafiando con actitudes que no son las correctas y sabiendo de antemano que lo que hace no esta bien, ejemplo ponerse a trabajar en el suelo, tirar la plastilina, etc. La profesora como profesional que es, sabe reconducir la situación a su favor, cosa que nosotros en ocasiones desconocemos como actuar.
Hay que bajar las escaleras de una determinada manera, o sentarse a la mesa de una forma concreta y el resto como ella dirija. Ir al colegio por la calle, de la manera que ella mande y si no actúas como la peque desea, para que queremos mas. Estas actitudes tan metódicas se van repitiendo cada vez con mas frecuencia. Y a veces, no vamos a negarlo sacan a una de quicio, sintiéndote completamente impotente.
Y es en esos momentos cuando veo que aun siendo igual que sus hermanas es diferente, porque con las otras he podido argumentar o simplemente decir: ¡¡vamos!! ¡¡deja de hacer esto o lo otro!! y obedecían. En cambio nuestra sexta hija me mira con cara de sorpresa ¿sera que no me entiende o no me quiere entender? y me pregunta ¿queeeeee?.
¿Es ese 5% cuando aparece realmente el síndrome de down?.
Y parece que este comportamiento en ocasiones obsesivo no desaparece con los años, sino que con el tiempo se acrecienta. Voy siendo consciente que lo fácil y manejable es la infancia.
Cuando al final terminas regañandola, baja la mirada un instante toda contrariada, levanta su preciosa carita y con sus ojos llenos de orgullo y rabia te dice: ¡¡Tonta!!