La decadencia de la política nacional está alcanzando niveles que nos hacen temer que ni siquiera se haya tocado fondo y que cualquier tiempo pasado será mejor, puesto que no se ve en los sustitutos de los primeros espadas ningún atisbo de mejora. Inmersos en semejante degradación, no nos llama la atención que haya desaparecido una de las primeras cualidades que debería tener cualquiera que pretenda dedicarse a la actividad política. La virtud de la coherencia ha quedado tan denostada que hasta en programas de televisión en los que se mezcla el show, el sensacionalismo y la política se hacen mofas recurriendo a la hemeroteca para poner de manifiesto las contradicciones en las que incurren los protagonistas políticos en breves lapsos de tiempo.
La aspirante a liderar el PSOE, Susana Díaz, no se ruboriza al pretender devolver al Gobierno central un impuesto como el de Sucesiones, no porque tenga el convencimiento de que la unidad fiscal es fundamental en España sino porque quiere evitar el malestar que su voracidad recaudatoria ha provocado en sus conciudadanos. Ayer defendía la cesión de tributos a las Comunidades Autónomas y hoy pretende devolverlo, no hay problema.
¿Qué decir del presidente del Gobierno? Los incumplimientos de los programas con los que se presenta a las elecciones no suponen un mero fraude electoral sino un compendio de incoherencias de nivel enciclopédico, a lo que se añade la flagrante contradicción en la que cae incluso en la dirección de su partido, donde defiende un régimen de incompatibilidades que obscenamente induce a incumplir a su secretaria general nacional, presidenta del PP en Castilla-La Mancha y ministra de Defensa. Pobre de aquel pepero que ose contradecir a don Mariano.
Su destino podría ser el mismo que el de aquel naranjito que sea capaz de llevarle la contraria a su omnipotente líder carismático, quien ayer pedía elecciones inmediatas en Murcia, hoy amenaza con una moción de censura y mañana pedirá una cuestión de confianza, mientras que un poco más abajo en El Ejido (Almería) mantiene a un alcalde imputado por corrupción. Para encontrar las incongruencias de su correligionario andaluz Juan Marín sólo hay que leer las declaraciones que hizo tras confirmarse el interés de Susana Díaz de optar al liderazgo del PSOE nacional: en cinco minutos dio tres versiones diferentes. Admito mi incapacidad para transcribirlo; eso hay que verlo.
Esta dinámica de permanente incoherencia genera en nosotros tal incredulidad que se hace difícil valorar iniciativas sensatas y rigurosas como la recién nacida Plataforma Ahora, donde confluyen personas de amplia afinidad ideológica con el afán de compartir puntos de vista sobre los numerosos problemas sin resolver que tiene nuestro país. No es nada extraño que la vacuidad de la política actual y la falta de liderazgo que maniata a España induzca a que personas con altas cualidades compartan sus inquietudes entre ellos y con todos los españoles, lo cual por cierto se agradece por cuanto supone un halo de esperanza. Al menos así comprobamos que, aunque habrá que trabajar mucho, no todo está perdido.
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