Revista Insólito

Ese gusano de la indiferencia

Publicado el 10 febrero 2023 por Monpalentina @FFroi

"Dichoso pensamiento el de creer que podemos ser Eternos -cuando el aire y la tierra están repletos de vidas que han pasado -y acabado- ."

Y es cierto que nadie piensa en la muerte, como si la muerte fuera cosa de otros, o que no fuera a llegar nunca. Tampoco la despoblación parece que le preocupe a nadie. No ya a los que gobiernan, sino a quienes la padecen en cuerpo y alma. Aún con tantas negativas y silencios, confieso que estoy donde quería estar. Demasiado que eres consciente de que lo que tú vas a defender no cabe en esos formatos, ni preocupa a la ingente mayoría de la sociedad. "Quiero entretenerme" -te replica tu esposa cuando le afeas el gesto de poner tele 5.

Tu hablas de pueblos y despuebles, y eso no les importa ni a quienes lo padecen, que han pasado a un modo de silencio absoluto y definitivo dando a entender que, para vivir allí no hace falta reprochar las carencias sino habituarse a tantas pequeñas y reconfortantes cosas como se nos muestran en un lugar tan alejado de la supuesta civilización. El poeta Abraham Grajera seguro que disfrutó mucho, tanto como las respuestas que obtuvo al traducir las cartas de la poetisa norteamericana Emily Dickinson con las que abro esta madeja de hoy, llenas de poesía, que aparecieron en un cajón cuatro años después de su muerte.

no más larga que una hora.

Nos sorprendería la cara que puso quien encontró aquellos sobres con tan profundas reflexiones:

"Una gran esperanza cayó, no escuchaste ningún ruído..." Dice Emily en otra de sus notas:

"El tiempo se llenó de tal manera que cuando se echó el pestillo y la puerta de roble se cerró me di cuenta como nunca antes de cuántas cosas queridas cabían en una única casa de campo".

Concluyendo. Vagamos por mundos paralelos, pero cada día más sordos a los problemas y emociones del vecino, del familiar, del amigo. La vida se pasa en un minuto, lo sabemos, pero somos ciegos, aunque lo padezcamos en nuestra propia carne.

Y nos morimos sin remedio. No hay fórmula que lo impida. Aquí no queda ni el apuntador, pero parece que tenemos que dar momentos épicos, parece que nos complace dejar títulos y prebendas, que se vea nuestro poder, que se hable de nosotros, incluso después de muertos.

Ese gusano de la indiferencia

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