Revista Deportes
Siempre me ha supuesto reflexionar el hecho de que un jugador no celebre los goles contra su equipo de toda la vida o los sentimentalismos que puedan llegar a rodear las reacciones en el mundo del fútbol. Por supuesto, uno debe ser profesional y realizar lo mejor posible su trabajo pero entiendo a ese lugar recóndito de tí por el que no fluye la idea de luchar contra tus sentimientos. Quien me conozca un poco sabe que siempre llevo a mi pueblo por bandera y paseo con orgullo su nombre cuando me preguntan, tú de dónde eres. Me siento muy identificado con todo lo que lo engloba, sus gentes, su idiosincrasia, su forma de vivir, mis amigos, por supuesto, mi familia, todo. Soy muy de Huévar. Pero como todo el mundo también sabe, llevo 8 años ejerciendo como entrenador en Sanlúcar la Mayor, de ellos 6 en la Escuela de Prieto y otros 2 en el Atco. Sanlúcar. Sin duda, mi segundo pueblo, por el cariño que les tengo además de haber completado allí aquellos maravillosos años mis estudios de Secundaria en el Instituto. Por encima de todo está mi profesionalismo; ante esto nada me distrae aunque si tiene que escapárseme algún agujerito de sensibilidad, es con algo de mi pueblo, donde vivo. En el día de ayer se me ha vuelto a manifestar esta situación extraña de ese mínimo sentimiento contrapuesto. Mi equipo actual, el Atco. Sanlúcar, ha venido a jugar a mi pueblo un partido de preparación de pre-temporada ante el Huévar C.F. (club en el que jugué bastantes años, en el que colaboré tomando parte en su refundación en el año 1994 y del que soy de los primeros socios en su nueva refundación reciente del año 2006) y no he podido evitar que aflorara un poco este sentir raro de jugar contra gente que conozco, convivo y a los que me une una gran amistad en algunos casos. Habrá sido la 3ª ocasión que se me da esa paradoja. Las 2 anteriores fueron cuando era entrenador del Sevilla F.C. femenino en partido amistoso para recaudar fondos y en partido oficial cuando era entrenador del equipo juvenil del C.D. Diez. Deportivamente ha sido un buen test para nosotros, mi equipo ha demostrado y exhibido algunos de los atributos que debemos manifestar en la competición y que nos hace fuertes. También somos conscientes de todo lo que nos queda por delante para trabajar y mejorar. Siendo así, mi satisfacción es completa al pertenecer al club al que pertenezco y liderar una plantilla con un gran margen de mejora y un nivel humano como el que poseemos. En la vida nunca se sabe lo que el destino te puede deparar; en el presente soy afortunado y el futuro ya me lo labro buscando nuevos caminos en otros lugares pero ese hilito de sensibilidad de tu tierra para mi es inevitable que se manifieste.