Ese maldito preciso momento

Hoy os voy a hablar de ese momento en el que después de cargar como una mula el coche con las toallas, colchoneta, cubos, palas, sombrilla… para pasar en la playa una sofocante tarde de verano, vas y coges al Peque para montarlo en el coche y ¡sorpresa!.

Hoy os voy a hablar de ese momento en que después de meses sin salir a tomar algo relajadamente con las amigas, acabas de ponerte esos zapatos, vas a despedirte del Peque con un beso y…

Hoy os voy a hablar de ese momento en el que después de tener planeado un pequeño viaje para escapar del día a día, ya tienes las maletas hechas, todas colocadas estratégicamente en el maletero del coche como si de un tetris se tratara, y…

Hoy os voy a hablar de ese momento en el que despiertas al Peque a las ocho de la mañana para llevarlo al cole y… te toca replantearte el día en cuestión de 10 minutos si no quieres llegar tarde al trabajo.

Hoy os voy a hablar de ese momento en el que, después de respirar tranquila al tener totalmente organizado el calendario del Peque del mes de julio (casal, canguro, etc.) para poder una levantarse a las seis de la mañana para ir a trabajar, va y el Peque se pone enfermo en la peor semana, en la que ni canguro, ni abuelos.

Sí, hoy os estoy hablando de ese maldito momento, esa maldita fiebre, esos malditos virus, que, como por arte de magia, ¡hacen acto de presencia en el momento menos indicado!

¿Alguien podría explicarme el porqué de estos malditos momentos? o ¿tendré que pedirle a Iker Jiménez que trate el tema en uno de sus programas de Cuarto Milenio?

Eso sí, ante muchos de estos malditos momentos, no hay mejor remedio para las madres, mejor incluso que una dosi de Dalsy, que unos predispuestos abuelos.