Revista Coaching

Ese miedo insoportable a ser felices.

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Ese miedo insoportable a ser felices.

Por Merce Roura

Muchas personas ya no leen, ni escuchan, ni se comprometen con nada ni con nadie, ni saben a dónde van... Simplemente caminan sin sentir, sin notar, sin saber. Devoran vida un día tras otro esperando que algo en el camino las salve de esa angustia que sienten por no poder agarrarse a nada y sentirse tan inseguras con todo... Van transitando y a la espera que alguien o algo las salve y las ancle a un pedazo de tierra donde la incertidumbre no las alcance y el miedo se quede en la puerta.

El problema de dejar al miedo en la puerta es que siempre está ahí, acechando. No sentirlo y atenderlo no nos calma, nos lleva a vivir pendientes de él, de su presencia, de su llegada, de saber que nos lo vamos a encontrar si nos movemos más allá del perímetro habitual.

Muchas personas ya no se dan cuenta de lo que implica lo que les pasa porque viven anestesiadas consumiendo imágenes y sombras para evitar ver su sombra. Que no miran donde pisan porque si lo que pisan les asusta. Que no se conectan a ellas mismas porque saben que cuando lo hagan llegarán las preguntas, los pensamientos y los silencios dolorosos en los que esas preguntas impertinentes y esos pensamientos en bucle les van a obligar a sentir. Y les pedirán que abran la puerta y dejen entrar al miedo...

Lo que pasa es que le tienen tanto miedo al miedo que no saben que si le dejan pasar les va a salvar la vida.

Porque cuando el miedo te atraviesa deja de preocuparte.

Porque cuando vives tu miedo dejas de estar pendiente de él.

Porque el miedo vivido y reconocido te cura las heridas y las cicatriza.

Mucha gente ya no para un momento, ni escucha, ni siente, ni calla porque si lo hace y llega con el silencio es tan potente que les cambia la vida... Porque en realidad nos asusta más que la felicidad que la desdicha. Porque, aunque sabemos que tras el estruendo salvaje de sentir lo que nos asusta llegará la paz, el zarandeo necesario para que suceda nos aterroriza todavía más.

Admitánoslo. No es el miedo lo que nos paraliza. Es el miedo al miedo. El miedo a secas es un bálsamo amable y asequible para un corazón que busca calma. Una lluvia bendita que viene a limpiar el polvo acumulado y a arrancar el barro y la mugre pegados al asfalto. Una manta cálida y suave después del día más frío del invierno más intenso vivido a la intemperie...

Lo que nos da miedo es no tener miedo y perder la coartada para no ser nosotros mismos y tener que dejar de protegernos y vivir a medias. Perder la excusa para hacer lo que sentimos que debemos hacer en nuestra vida, quedarnos sin lugares donde escondernos de la vida por si nos pide que movamos ficha y seamos valientes.

Nos provoca terror quedar atrapados en la rutina como salir de ella.

Lo que nos da miedo de verdad es que todo esté bien y no haya excusas para no hacer lo que deseamos y dejar de hacer lo que ya no nos llena por dentro...

Lo que realmente nos asusta es ser felices porque no nos sentimos dignos. Por eso preferimos una amargura controlada y asequible. Una angustia encapsulada de lunes a viernes y un cansancio derivado de ella el fin de semana que nos recuerde que no lo tenemos todo, por si la vida se enfada y nos quita lo que tenemos como castigo por habernos creído merecer lo mejor.

Lo que realmente no atrapa en una vida que no nos llena ni ilusiona es ese miedo insoportable a ser felices...

Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2023/01/25/ese-miedo-insoportable-a-ser-felices/

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