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Ese puto sonar de la campana cuando hay bote en un bar
Publicado el 10 noviembre 2014 por Mediasmentiras @mediasmentirasEstás tan ricamente tomando tu café (con leche caliente cuando lo has pedido con leche del tiempo), leyendo el Marca a lo Rajoy, pensando en lo que harás durante el día para procrastinar un poco, debatiendo internamente sobre a que concursante de Gran Hermano expulsar mediante SMS, sacándote la cera de los oídos, concentrado en tus cosas...cuando de repente una puta campana suena con contundencia y una voz chillona grita :"¡Bote!".
Vamos a ver, ¿quién fue el pedazo anormal que tuvo esa idea? ¿qué significado tiene? ¿compensa joder el bienestar y la tranquilidad de los clientes por 10 céntimos?
La respuesta es clara: NO.
¿Quién cojones pone una campana en un bar? ¿no tenemos suficiente con aguantar esas "grabaciones" los que vivimos en zonas con iglesias cercanas cuando llaman a misa? ¿por qué esa falta de discreción? ¿es un acto de honradez o de imbecilidad?
Haciendo un ejercicio mental con el que justificar la utilidad voy a ponerme en el caso de grandes restaurantes en los que una parte del salario sale de botes. Si tocas la campana de los huevos y gritas ¡bote! ya saben todos que hay dinero a repartir. Si te dan 5 euros y pones en el bote 2 y 3 van para el pantalón se quedan tan contentos. ¿Van a ir todos a comprobar el bote recibido en la caja por tocar la campanita? . Es un ruido inútil.
No tenemos suficiente con ser un país donde se habla a gritos; que la gente que habla por el móvil y cuenta sus polvos en adulterio de manera discreta lo hace gritando y se entera su mujer que está en casa; que la televisión siempre la tenemos a gran volumen; que siempre hay un vecino chaparrito amante del Reggeaton; que siempre hay unos vecinos con niños comportándose como niños y padres que les echan la bronca sin delicadeza...¿tenemos que aguantar, ADEMÁS, en los bares, en las cafeterías, el puto ruido de una campana?.
Este país involuciona. En vez de tender a conservar los tímpanos queremos que exploten y sangren.
Nos hacemos poco bien con estas medidas paletas de gestionar botes.
Yo he decidido no ir a bares donde tengan campana y camareros chillones, al igual que no volveré a ver un Sálvame o una tertulia deportiva que presente Pedrerol.
En caso de ir (por imperativo familiar o carnal) NUNCA daré bote.