Revista Educación

Ese vomitivo discurso contra el pobre

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Ese vomitivo discurso contra el pobre

Me está pasando más de lo que querría, aunque tampoco estamos para desechar la inspiración cuando nos llega. Yo quería dedicar hoy este post a hablar del inevitable paso del tiempo, de cómo vamos cumpliendo años y que el cuarto piso que ya llevo bastante avanzadito tiene la pinta que cada uno quiera darle; que a mí que mis padres cumplieran en su momento 47 años me parecía ¡tremendo!, que los veía como puretas absolutos acercándose a la vejez, y ahora que los tengo yo ni de coña me siento como yo los veía a ellos con aquella edad.

Sin embargo, ayer me topé en redes sin buscarlo con una información compartida de hace unos días sobre el asunto de la inmigración en Europa; sobre el discurso manido y facilón −y que alimenta a las hordes fascistas− de que los inmigrantes solo quieren que los mantengamos, que les demos una paguita y vivir del cuento. Así se resume el pensamiento de quienes leen y llenan sus muros de Facebook de aplausos cuando, por ejemplo, conocen que Dinamarca ha anunciado que retirará las ayudas públicas a los inmigrantes que no trabajen.

Los daneses, con una primera ministra socialdemócrata, llevan algún tiempo confeccionando una política de inmigración bastante restrictiva. Su Gobierno quiere retirar las ayudas públicas y subsidios a los inmigrantes que no estén trabajando y cotizando en su sistema público. No podría afirmar categóricamente que no haya algunos inmigrantes que traten de vivir de ayudas públicas, excepciones hay en todos lados, pero me pregunto si acaso no los hay también con la nacionalidad danesa. Y quien dice danesa dice de cualquier país miembro de la UE.

Me molesta mucho este discurso de odio hacia quienes no tienen recursos, porque me juego algo a que la Mette Frederiksen no opinaría lo mismo de un magnate árabe que tuviera su dinero en Dubai, por ejemplo, y viviera de sus rentas, pero sin cotizar a las arcas públicas porque no ejerciera labor profesional alguna en Dinamarca.

Ya me pasó cuando circulaba el discurso de que los inmigrantes llegados a Canarias en cayucos durante la última crisis de 2020 estaban alojados provisionalmente en hoteles. "¡Encima hoteles de lujo!", llegué a leer. No fue el caso, me consta, ¿pero y si lo fue? ¿No son los hoteles instalaciones privadas que, además, por la circunstancia de la pandemia muchos estaban cerrados, en los que sus propietarios toman las decisiones que mejor consideren dentro de la ley? ¿Por qué molestó tanto que se le diera techo y comida a personas exhaustas que han abandonado su país, jugándose la vida en el océano?

"Nos quitan los trabajos, nos quitan las mujeres, encima con ayudas públicas...". Yo me preocuparía mucho si una persona que llega en esas condiciones irregulares a mi país, que no conoce mi idioma, que en algunos casos tampoco cuenta con la formación necesaria me "quita" un puesto de trabajo al que concurro. De verdad que es para preocuparse, porque eso significaría que ni tengo capacidad, ni formación ni aptitud para trabajar.

Lo peor de todo, que me molesta y duele especialmente, es comprobar que este discurso xenófobo hacia el pobre cala cada día más entre personas que una considera mínimamente inteligentes.

−Y ahora vas y te pones horas y horas a trabajar en el campo, de sol a sol.

−Ay, no, me queda lejos, hay que coger coche, prefiero seguir cobrando el paro...

Pero fatal lo de los inmigrantes, nos roban el trabajo, desde luego...


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