El estrés causa estragos.
Liberamos adrenalina en ingentes cantidades para hacer frente a las tensiones diarias, máxime con las prisas, el cansancio acumulado y las comidas copiosas y fuera de orden.
Y eso acaba provocando el envejecimiento prematuro de neuronas y neurotransmisores, con sus consecuencias de cardiopatías, neuralgias, migrañas, piel seca, mirada apagada, nerviosismo, hipertensión y un larguísimo etc.
Así que para rendir más y mejor y mostrar un aspecto atractivo hay que aparcar los agobios, y utilizar algún tiempo para nosotros mismos todos los días.
Un consejo muy útil es el de ¡No fruncir el entrecejo!, porque esa acción profundiza las arrugas, no favorece nada, e impide saber quién podría enamorarse de nuestra sonrisa.
En el organismo, el sistema inmunitario, el nervioso y el cutáneo forman parte de una súper organización cuya misión es la de protegerle.

Los aceites esenciales se han cargado de un innegable protagonismo al respecto, al poner en marcha un filón inagotable que podría denominarse “En busca de la calma perdida”.
Lo mejor es que su acción alcanza hasta el sistema límbico del cerebro (donde se regulan las emociones).
Se utilizan de diferentes maneras, pero por su gran pureza la recomendación es dosificarlos en gotas.
Muy indicado es incorporarlos al gel de baño, al agua de la bañera, a la funda de la almohada, directamente sobre la piel etc.

Los esenciales con mayor efecto anti estrés son:
–El Aceite de Lavanda, con propiedades calmantes para el cuerpo y la mente. Perfecto para utilizar en la depresión leve, angustia e insomnio.
-El Aceite de Mejorana
Ayuda al relax y a la calma.
-El Aceite de Rosa
Alivia algunos síntomas de depresión, menopausia y pre menopausia.
-El Aceite de Bergamota
Revitaliza el estado de ánimo y ayuda contra la ansiedad y el insomnio.