La incertidumbre de no saber qué le deparaba el destino después de que todo su universo se viniera abajo, había llevado a
Nunca se había enfrentado a tales niveles de depresión, por lo que, acabar con su existencia había sido la salida más sencilla. Esmeralda Altuve había salido de su cama, después de una larga sesión de llanto descontrolado, para dirigirse directo al balcón de su habitación. Habían sido muchas tardes en su niñez que había disfrutado de aquel lugar, presenciando el ocaso que se veía perfectamente desde su balcón. Era su lugar favorito, desde muy niña, aunque había tenido que vivir lejos de aquel departamento durante algunos años.
Había pasado toda la tarde encerrada en aquella habitación, esperando que cayera la noche para llevar a cabo su nefasto plan, donde liberaría al mundo de su existencia. Los errores que había cometido Esmeralda Altuve hasta ese momento, no habían sido causas de peso para tomar una decisión tan drástica, pero al no saber cómo manejarlos, había sido víctima de sus miedos.
Aunque siente como tiemblan sus piernas ante el terror que está experimentando en ese instante, puede lograr subirse al borde de la terraza, colocando sus pies descalzos sobre la barrera de concreto sólido de 1.5 metros de altura. Siente como la brisa fría golpea contra su rostro, secando las lágrimas que continuamente salen de sus ojos, mientras su corto cabello negro se sacude violentamente ante la brisa.
Sus párpados estaban completamente hinchados, ya que había estado llorando por horas. Su respiración era débil, pero podía sentir como su corazón había alcanzado y un ritmo completamente descontrolado. Puede verse claramente la duda en sus ojos, ya que no está segura de haber tomado la decisión correcta. Observa como la vida continúa bajo sus pies sin que nadie pueda notar lo que está a punto de ocurrir. Solo puede imaginarse todo el escándalo que habrá después de que su cuerpo impacte contra la calle, generando un revuelo y enorme sufrimiento en aquellos que se interesan por ella.
Su padre, su novio y amigos no podrían resistir una noticia como esa, ya que, sería completamente irrelevante que una chica tan alegre y dinámica como Esmeralda Altuve, pudiese tomar una decisión tan absurda. Tenía acceso a absolutamente todo, por lo que, quitarse la vida no era algo que estuviese vinculado a su situación financiera o estilo de vida. Nunca había tenido problemas de adicción, era una chica sana mental y físicamente, la cual había crecido internada en una de las escuelas más estrictas del país.
Su padre, de quien había estado alejada por más de siete años, había conseguido amasar una gran fortuna, la cual aseguraba su futuro y podía proporcionarle acceso a cualquier sueño que pudiese crear con solo cerrar sus ojos. No era posible, que una chica con los recursos de Esmeralda Altuve estuviese al borde de la muerte, tomando una decisión tan delicada de una forma tan irresponsable. El mundo de pronto había perdido los colores para la joven, quien se sentía como si estuviese moviéndose de forma pendular mientras una gran soga imaginaria sujetaba su cuerpo.