"En España siempre lo arreglais todo con un 'habrás cogido frío'" me dijo hace años una amiga mía americana. Y tenía razón. Es lo que tiene conocer gente de otros países, que siempre te da una riqueza visual sin precedentes sobre el entorno cercano.
Y es que, antes, daba igual la dolencia que te perturbase o la enfermedad que te acorralara, que la explicación siempre era la misma. Los mocos: "ay, es que con este frío". El dolor de garganta: "cuidado con las corrientes inoportunas". Una diarrea de las de no levantarte del trono: "el relente de la madrugada a la vuelta de una noche de marcha". Una incómoda cistitis, "si es que no se puede llevar la falta tan corta, que se te mete el fresquibiri..."
Mi madre, que aunque vaya de moderna en el fondo es una clásica, lo sigue usando. Esta misma semana sin ir más lejos, mientras estaba recuperándome de una gastroenteritis me insistió: "si es que hay que tener mucho ojo con los enfriamientos". Y dale la rueda al molino.
En cualquier caso, esto del frío ya está obsoleto. Ahora lo que se estila es culpar a los virus. Los médicos de cabecera, de hecho, están todos de acuerdo. Y es que les vale pa un roto y pa un descosío, pa la gripe y pa la cagalera... Si te duele algo y no saben qué es, es que 'va a ser un virus'. Es un diagnóstico rápido e infalible. Con un virus siempre se curan en salud, aunque suene raro.
Y encima no tienen que darte recetas, porque con los virus no hay medicamento que valga. Mal que les pese a los laboratorios, los virus tienen sus 'procesos', su propia vida, son libres y según vienen, se van... Eso sí, pululan por el aire, se contagian rápidamente, afectan hasta al tiarrón más fuerte y no hacen distinciones de sexo o edad.
Son el mal de nuestra era. Así que ya sabéis, si os habéis quedado sin curro, sin pareja, os han subido la hipoteca, se os ha empezado a caer el pelo y vuestros chistes han dejado de tener gracia, no culpéis al Estado ni al destino, porque claramente 'va a ser un virus'.