Tomo prestado el título de la canción de Serrat para esta entrada inspirada en otras dos recientes escritas por Olga y Francisco Alcaide, respectivamente.
En Dibújame un cordero, Olga se cuestiona si determinados comportamientos, aparentemente irracionales a ojos de las personas adultas, tildados frecuentemente de infantiles no serán los que necesite el mundo. Concluye con una cita de Antoine de Saint-Exupery, quien afirmó que los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos y le deja la explicación pertinente a una niña…
La conclusión de Olga no puede ser más elocuente:
Los niños deberían ser nuestra fuente de inspiración, el motor para olvidar nuestras limitaciones.
Francisco, por su parte, nos ilustra con un ejemplo de esas ideas locas de un niño de 6 años, ¿o quizás no? El título de la entrada, Ryan HReljac: el niño que le quitó la sed a medio millón de africanos, nos abre la puerta a una historia emotiva, emocionante e inspiradora, de la que su protagonista, un adolescente en la actualidad, nos da algunos otros detalles (el vídeo abre con el lema en inglés algunos se HACEN activistas, otros NACEN activistas, que me recuerda el dilema que plantea Amalia en su Diario sobre la vocación médica):
De mientras, yo sigo con el humilde empeño de donar mi cumpleaños durante estas dos semanas. Quizás, como plantea Olga en su entrada, un sueño pequeño y tamizado por la visión de adulto, quizás con la suficiente fortuna de no haber comentado esta pequeña locura previamente con nadie que pudiese quitármelo del todo de la cabeza… Todavía estás a tiempo de ayudarme a hacerlo realidad (si no lo has hecho ya), sin olvidarte, en caso de que el modo de colaboración sea mediante una aportación económica, de hacerme saber cuantía y proyecto para poder medir y contaros el impacto de una idea loca de un adulto con espíritu de niño soñador…
No puedo cerrar la entrada sin dejaros la canción que ha inspirado su título. He estado tentado de poneros la versión en directo que hizo junto a Joaquín Sabina hace ya 4 años, pero definitivamente las siguientes imágenes que acompañan a la música me han parecido más evocadoras:
(…) esos locos bajitos que se incorporan
(…) y a los que por su bien hay que domesticar,
(…) niño, deja ya de j***r con la pelota;
niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca.
(…) cargan con nuestros rencores,
(…) nos empeñamos en dirigir sus vidas,
(…) les vamos transmitiendo nuestras frustraciones,
(…) nada ni nadie puede impedir que sufran,
(…) que decidan por ellos, que se equivoquen.