Revista Viajes

Esos lugares donde todo se hace en comunidad. Estoy sobreprotegida.

Por Bbecares

febrero 4, 2013

No sé si os acordáis de un artículo que escribí poco antes de mudarme a Vietnam sobre aquello de ‘viajar sola‘ que muchos me preguntaban y que yo no sabía qué responderles porque estaba segura de que nunca estaría sola durante mi viaje por Asia. Pues aquí va la segunda entrega del capítulo.

Y es que, no sólo no es que al final sea difícil viajar sola “porque el mundo está lleno de gente“, como os comentaba, es que,además, en países como Marruecos o Vietnam (lo de Vietnam lo estoy descubriendo ahora lógicamente o, bueno, mejor decir que lo descubrí desde el día en que aterricé aquí), donde la gente siempre está en comunidad, rodeado por su familia y vecinos, no es que no esté sola, es que estoy sobreprotegida.

familia grande
Vamos, que desde que tenía 8 años y era mi madre quien me acompañaba al colegio, parque y cualquier otro de los lugares a los que acudía, no recuerdo haber estado más controlada en mi vida.

Igual que sucedía en Marruecos, en Vietnam es normal pasar muchas horas en casa o simplemente en el barrio, rodeada de tus allegados.En las casas, normalmente, viven familias extensas. Las mujeres cuando se casan, se mudan a casa de los padres de su marido, donde también puede que viva alguno de sus hermanos con su mujer e hijos. Es decir, que es normal que en una casa puedan convivir abuelos, hijos, esposas y nietos. A mí eso, por un lado me gusta. Me recuerda a cuando era pequeña e iba a casa de mis abuelos maternos, cabezas de una familia enorme y siempre habia mucha gente entrando y saliendo. Pero eso te quita mucha intimidad. Parece ser que por aquí lo de la privacidad no se estila mucho.

Imagináos la situación de este fin de semana. Por ejemplo el sábado, tras pasarnos el día ocupadas trabajando y cantando en el karaoke con la familia con la que vivimos y con vecinos que vinieron a estar con nosotras, a eso de las 20.30, las otras dos voluntarias que estamos aquí y yo decidimos salir a tomarnos una cerveza a un bar a 100 metros de la casa.  Este es un barrio muy seguro, donde todo el mundo se conoce y ya vamos conociendo a los vecinos. Y varios niños de los que andaban por la casa, en concreto 4, decidieron  venir con nosotras y sus padres les dejaron. Pues allí estuvimos tomando nuestra cerveza con cuatro niños. Y por si fuera poco, al rato, llega el padre de la familia en la que vivimos para cuidar que todo fuera bien. Y allí nos estuvimos tomando una cerveza, en lo que era uestro único momento de rélax del día, bajo la mirada de cuatro niños y un padre de familia que esperó hasta que nos fuimos a casa a las 10.30 para así ya dejar la puerta cerrada (aquí la gente se acusta muy temprano).

Por si fuera poco, ayer domingo, esos mismos 4 niños, más una amiga nueva, vinieron a las 9 de la mañana a despertarnos. Aquí la gente madruga mucho. Y allí los cinco niños se nos metieron en la habitación a rebuscar entre nuestras cosas. No estaban siendo maleducados. Es que, como os digo, aquí no se estila la individualidad y con ello, tampoco la privacidad. Por si fuera poco, nuestros colegas de la organización nos querían también organizar el día, pero ya teníamos nuestros planes. Aunque se empeñaron en llevarnos a la parada de autobús con sus motos. Conseguimos convencerles de que estábamos bien, de que iríamos andando hasta allí y que ellos descansaran. Es que, además, esta sobre protección y que se empeñen en llevarnos a todos los sitios, me está atrofiando los huesos y músculos, porque casi no me muevo, yendo a todos lados en coche o moto.

Hoy es el primer día que me he quedado uno momento sola en casa. Mis compañeras se han ido a ver un espectáculo a Hanoi, pero yo no puedo porque tengo que trabajar. Y la madre de la familia con la que vivimos ha salido un momento. Auguro que mi soledad en la casa no superará los 60 minutos, la verdad. Pero se agradece un poco de silencio.

Desde que he llegado, la organización para la que soy voluntaria quería hasta que hubiera chicas que me acompañaran en caso de querer  visitar el centro de Hanoi. Obviamente dije que no. Vale que durante los primeros días no me dejaran ir a ningún lugar sola, pero de ahí a no poder ir a visitar una ciudad a mi manera, como a mí me gusta… eso ya era demasiado para mí. Pero nno sabéis lo que me costó conseguir, a los dos días de llegar aquí, que me dejaran ir sola a visitar el centro de la ciudad. Pensé que no lo conseguiría. Y, aunque fui sola, llevé conmigo mil papeles con explicaciones, “por si acaso”.

Por un lado, todo esto de vivir en comunidad me gusta. De hecho, no recuerdo haber visto en Marruecos a personas durmiendo solas bajo cartones en la esquina de alguna ciudad, una imagen muy común de encontrarse en Europa. Y aquí tampoco por el momento. Unos se ayudan a otros. Y eso es  bonito. Pero, otro lado, a mí me gusta a veces estar a mi aire, entrar y salir de casa sin tener que dar explicaciones a nadie y ese tipo de cosas que hacemos por Europa.

En Marruecos era similar lo de la sobreprotección. Por ejemplo, cuando llegaba a alguna estación de autobús yo sola, los encargados de vender billetes de transporte, al verme, siempre venían “a encargarse de mí”. Se empeñaban en ayudarme a buscar el autobús de conexión que me tocaba tomar, protegerme para que ninguno de los típicos pesados salidos que te encuentras por el país me molestasen o incluso decirme donde debería sentarme a esperar mientras llegaba mi autobús. Así, te sientes seguro, pero a mí a veces se me hacía pesado: “señores, tengo casi 30 años y no soy tonta, ya sé yo lo que me hago”. Incluso, a veces, había mujeres que abandonaban a sus maridos una vez en el autobús para venir a sentarse conmigo, para que ningún hombre pesado se me sentara al lado para molestarme durante el trayecto. También, las mujeres de las diversas familias que conocía, solían llamarme a diario para cerciorarse de que todo iba bien.

Aquí os dejo un video de Perdidos en la ciudad, un programa que echaban en Cuatro y que me gustó mucho, en el que miembros de una tribu con costumbres totalmente diferentes a las occidentales vienen a pasar unas semanas a España. Aquí la reacción de un miembro de la tribu etíope Suri cuando descubre que hay indigentes que viven en la calle:

http://www.cuatro.com/perdidos-en-la-ciudad/temporada-2/familia-navarro/Nga-Bile-indigencia-comparten-pobreza_2_1526730127.html


Volver a la Portada de Logo Paperblog