Revista Libros

Esos momentos en los que me siento un bicho raro

Publicado el 19 enero 2012 por Rusta @RustaDevoradora
Esos momentos en los que me siento un bicho raroSiempre trato de separar el blog de mis asuntos personales. Por un lado, para proteger mi intimidad; por el otro, porque a quienes vienen a leer entradas sobre libros no les interesa mi vida. Sin embargo, hoy voy a hacer una excepción: quiero expresar abiertamente lo que pienso sobre un tema, que en cierto modo se relaciona con el ámbito literario.
Tener un blog da muchas satisfacciones, como por ejemplo formar parte del círculo de blogueros, escritores, lectores y gente del mundillo en las redes sociales. Me resulta satisfactorio intercambiar comentarios con ellos y sentir que formo parte, aunque sea en un nivel muy bajo, de este ambiente. No obstante, hay algunas ideas bastante extendidas con las que no estoy de acuerdo en absoluto, a saber, el desprecio a quienes tienen aficiones no culturales, como seguir el fútbol o ver Sálvame.
Esta humillación es una constante en esto que he llamado círculo literario (y en muchos entornos más, lo sé), lo veo en los estados de mis contactos y en unas respuestas que transmiten rabia y chulería. Cuando hay un partido importante, se tacha de borregos a los que están ansiosos por verlo. Y digo yo: ¿esas ganas no son, en esencia, iguales a las que tenemos los lectores cuando se va a publicar un libro que esperamos mucho?
Cuando se trata de un programa de televisión, como el maravilloso Gran Hermano que se estrena esta noche, los insultos se dirigen primero a los concursantes, que son tachados de analfabetos (y bien sabemos los que lo seguimos que por ahí ha pasado gente inteligente, aunque eso es lo de menos. Si realmente hubiera un participante que no supiera leer ni escribir -vamos a ceñirnos a las definiciones, que por algo somos personas cultas que leen, nótese la ironía-, a mí me daría pena, no risa). Luego nos toca el turno a los espectadores, que también recibimos el calificativo de incultos y se nos recomienda leer en lugar de perder el tiempo con la telebasura.
¡Qué mal me caen los que presumen de leer y solo se acuerdan de esta afición para aleccionar a otros! Señores, yo leo novelas, apoyo al Barça, me trago todos los reality-shows de Telecinco y hasta me queda tiempo para mi carrera y para escribir en el blog y en El Tiramilla. Quizá los que encuñan la frase de Groucho Marx («La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien la enciende, leo un buen libro») tienen un problema para organizar su tiempo.
Porque es totalmente compatible leer con tener pasatiempos, digamos, menos culturales. Cuando lo he argumentado cara a cara, me han dicho «Eso en la realidad no pasa». Bueno, entonces os doy la bienvenida al primer blog escrito por una extraterrestre: me encanta leer y escribir, pero también me lo paso como una enana con algunas escenas de Gran Hermano y se me ponen los pelos de punta con las jugadas de Leo Messi.
No quiero que esto se entienda como una defensa del fútbol y la telebasura, aunque en parte lo es. En cualquier caso, no pretendo que le gusten a todo el mundo, ¡ni mucho menos! Lo que me repugna es la postura radical de algunos, que seguramente son los mismos que sueltan perlas de Crepúsculo y creen que solo los autores muertos y/o extranjeros han escrito literatura con mayúsculas. Echo de menos la empatía, cuyo mayor valor reside en ponerla en práctica con personas de carne y hueso, no con personajes ficticios. Pero, sobre todo, echo de menos el respeto.
Yo, por suerte, creo que tengo una visión más amplia del mundo que nos rodea (o al menos lo intento). Y no solo lo digo por el hecho de leer y tener guilty pleasures a la vez, sino porque cuando me encuentro con alguien que no lee, jamás me he sentido superior ni me he reído de sus gustos. Me parece que las personas, nuestra personalidad y nuestros valores, están por encima de cualquier hobbie, incluida la lectura.
Y todavía voy a ir más allá: leer ficción como fuente de cultura es una idea muy sobrevalorada. No seamos falsos, los que estamos aquí sabemos que hay lecturas intrascendentes que solo nos proporcionan entretenimiento, exactamente igual que una buena gala de Sálvame Deluxe. Por no hablar de aquellas historias malas a rabiar que jamás se tendrían que haber publicado. ¿De verdad nos aportan más que los momentos emotivos de Sofía y Nagore en Acorralados? ¿De verdad nos lo pasamos mejor con ellas que con la final de la Champions? Yo, no.
Con esto rompo una lanza a favor de aquellas aficiones que a menudo son ninguneadas y defiendo que la capacidad intelectual y la cultura de una persona no dependen en exclusiva de las actividades que realiza en su tiempo libre (es tan obvio que hasta me parece ridículo tener que escribirlo). Si después de esta reflexión alguien se siente decepcionado conmigo y quiere dejar de seguirme, que lo haga, porque por mi parte tampoco será bienvenido aquí.

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