Mucha gente ve el cielo nocturno y queda fascinado por la belleza natural de las estrellas que, titilando indefinidamente, brillan alrededor de la nada eterna, del oscuro vacío que significa el espacio.
Otros en cambio, se sienten abrumados por saber que aquellas pequeñas figuras que parecen suspendidas en el aire, son en realidad gigantescos mundos. Tan grandes que su imaginación no es capaz de entender ni la mitad de su superficie. Estas bolas de gases son sólo comparables con el negro vacío, mas grande aún, que se cierne sobre sí mismo.
Sin embargo, hay un tercer grupo al que yo mismo pertenezco. Ese tipo de personas que al ver la inmensidad del espacio y que, al observar la bastedad infinita de las estrellas, se sienten reconfortados por el mero hecho de que exista algo más grande que ellos. Una sensación que te lleva a pensar que no hay problema tan grande, ni tarea tan difícil. Pero, sobre todo, que te impulsa a subir, a escalar, a tratar de alcanzar una superficie incierta a la que no sabes si serás capaz de llegar algún día. O que, por el contrario, cuando llegas, no habrás tenido tiempo de descansar ni de celebrar tu victoria porque al mirar arriba, te das cuenta de que existe otra cima esperando a ser vencida.
A mi ese sentimiento me da fuerzas para llegar a donde ninguno de mi especie ha llegado. Porque cuando existen cimas tan lejanas, tan ridículamente imposibles, cualquier otra elevación nos parece jocosamente asequible.
Quizás algún día, cuando la humanidad pueda conquistar el espacio y las elevaciones más altas de la tierra no parezcan más que un borrón apenas perceptible en la superficie del globo, podremos mirar hacia abajo y reírnos de los problemas que antaño nos preocupaban, los mismos que antes nos parecían imposibles de resolver. Sólo para darnos cuenta de que otras dificultades, más difíciles que las anteriores, surgen de la nada para atormentarnos. Pero todo estará bien, porque siempre podremos vislumbrar la lejana cima que se cierne sobre el horizonte. Sólo para estos propósitos, el espacio no es la última frontera.