A veces dejamos libre en nuestro interior, un espacio destinado al miedo, puede que no seamos conscientes de ello, pero si lo somos, hagamos todo lo posible por llenarlo, con argumentos positivos, antes de que el miedo se apodere de él, porque una vez que entre, costará mucho trabajo sacarlo de ahí.
Algo parecido sucede con esa clase de amigo, que un día lo invitas a dormir en tu casa, y luego no quiere marcharse, ¡vamos, que no hay quien lo eche!, ¡ni con agua hirviendo, ni a hostias, ni tan siquiera llamando a los GEOS!
Fran Laviada