TEXTO POR SUSANA CONDE
En los últimos años se ha incrementado notablemente la presencia humana en el entorno natural, una presencia humana que presenta una amplia variedad de perfiles para realizar una amplia gama de actividades en el entorno natural. Las visitas a entornos naturales están en consonancia con los principios de un “turismo responsable y sostenible”, definido como ”cualquier forma de desarrollo, equipamiento o actividad turística que respete y preserve a largo plazo los recursos naturales, culturales y sociales y que contribuya de manera positiva y equitativa al desarrollo económico y a la plenitud de los individuos que viven, trabajan o realizan una estancia en los espacios protegidos”.
En consecuencia, ¿estamos realmente concienciados del comportamiento responsable que debemos asumir y sobre de lo que ello supone? A primera vista, podríamos interpretar esta evolución como el despertar de un creciente interés por conocer mejor un medio, en consonancia con ello podríamos señalar el objetivo del desarrollo y práctica de un Turismo Responsable y Sostenible, para llamar la atención sobre esos otros comportamientos que no se corresponden con el cuidado de nuestro entorno, es decir, sobre aquellas acciones reiteradas que pueden romper ese equilibrio natural y propiciar una mayor afección de diversos lugares al desgate de los propios agentes geológicos externos.
Somos nosotros, los diferentes profesionales que tenemos contacto directo con el medio natural, los que estamos obligados a predicar con el ejemplo y aprovechar nuestra influencia para tratar de inculcar a terceras personas las buenas prácticas a desarrollar sobre el terreno, priorizando la admiración y respeto por el entorno natural sobre el interés estrictamente comercial.
En definitiva, cada lugar dispone de su equilibrio y no puede superar esos límites de carga a los que a veces sometemos a los diferentes destinos, el establecimiento de estos límites es una labor conjunta si queremos que futuras generaciones disfruten de las maravillas de las que disfrutamos las generaciones actuales.
Como responsables directos de la gestión de espacios naturales, y a través de la educación y la concienciación de los individuos, las instituciones tienen que tomar parte en el asunto, y es trabajo de las mismas utilizar una herramienta, como puede ser “el turismo responsable y sostenible”, como medio privilegiado para sensibilizar al gran público sobre el respeto al medio ambiente, abandonando las políticas que priman intereses privados y principalmente económicos: “la Carta europea del turismo sostenible refleja la voluntad de las instituciones encargadas de la gestión de los espacios protegidos y de los profesionales del turismo de favorecer un turismo que cumpla los principios del desarrollo sostenible”.
Nuestra responsabilidad, respecto de nuestras actuaciones, es fundamental para el mantenimiento de un equilibrio que nos permita disfrutar para siempre de esos espacios y Parques Naturales que tan bien nos hacen sentir a través de esas actividades que podemos desarrollar y de las que tanto disfrutamos. La estrategia propuesta por el espacio protegido, en el marco de la Carta, debe desarrollarse en colaboración con los representantes de la empresa turística, del resto de sectores económicos y de la población local, así como con las autoridades locales ya que en la actualidad, las diferentes experiencias que nos ofrecen diversas actividades (senderismo, montañismo, bicicleta de montaña y otras actividades similares) a realizar en entornos naturales, tienen más adeptos que nunca.
Pero, las personas que practican alguna de estas disciplinas ¿están realmente preparadas para desenvolverse en este medio y lo hacen desde la responsabilidad? Hay que partir de la base de que el ser humano (sobre todo aquellas personas del primer mundo) está acostumbrado a la alteración y adaptación del hábitat natural con el objeto de hacerle la vida más cómoda y sencilla en base a unos estándares de bienestar que se han impuesto socialmente. Salir a disfrutar de los magníficos lugares que aún somos capaces de preservar, siempre conlleva implícito cierto riesgo, determinado por distintas variables que deberemos conocer, asumir y tratar de minimizar en la medida de nuestras posibilidades con un comportamiento responsable, ya que cuando uno se acerca a la naturaleza no se va a encontrar en las mismas circunstancias que en su hábitat natural, ni debe pretenderlo y es por ello que la predisposición debe ser diferente, es el momento de tener en cuenta ciertos aspectos como pudieran ser:
• Conocer y y no sobrevalorar las propias capacidades y las de los que nos acompañarán.
• Conocer la climatología que se espera antes, durante y después del momento en que desarrollemos la actividad.
• Considerar la época del año en la que nos encontramos y sus propiedades.
• Recabar información sobre las condiciones del terreno en la zona que queremos visitar.
Nunca está de más un plan B y dejarle la información sobre la actividad que se va a realizar a alguien: lugar, itinerario previsto, horarios, etc.
• Listar el material necesario para realizar la actividad diseñada. Existe una relación de artículos que nunca debieran faltar en nuestra mochila:
- Frontal o linterna.
- Pequeño botiquín.
- Brújula.
- Mapa de la zona.
- Teléfono móvil (cargado).
- Silbato.
- Agua y alimento.
- Una prenda de abrigo.
El turismo responsable y sostenible presenta un fuerte potencial de apoyo a las actividades económicas tradicionales locales y a la mejora de la calidad de vida, uno de sus objetivos es pretender responder a las expectativas de los nuevos clientes dándole un nuevo sentido al viajar y/o a la actividad a desarrollar; tomándose el tiempo para descubrir y conocer otras gentes, otros lugares y de enriquecerse con ese encuentro dando un poco de uno mismo y adecuando la oferta turística sostenible y responsable, las expectativas de los visitantes y las medidas que hay que tomar para la valorización del patrimonio local.
Asimismo, la estrategia deberá fijar los objetivos que hay que alcanzar en materia de: protección y valorización del patrimonio, desarrollo económico y social, preservación y mejora de la calidad de vida de la población local, control de la frecuentación y mejora de la calidad de la oferta.
Para preservar la calidad de la relación entre los visitantes y la población local, la mejora de la calidad de vida de la población local constituirá una prioridad, desde esta óptica, el espacio protegido favorecerá su participación en la toma de decisiones, en la promoción del empleo local, y en la promoción de intercambios y contactos entre los turistas y la población local.
Por parte de los consumidores, estos cada vez son más exigentes con la calidad del medio ambiente, la autenticidad y el trato recibido en sus visitas y estas expectativas son todavía más exigentes cuando se trata de turismo en espacios protegidos. También deben serlo respecto a su actitud en los espacios protegidos.
¡Os animamos a realizar pequeñas escapadas a nuestros maravillosos espacios protegidos, dispuestos a disfrutar de ellos sin dejar huella!
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