La conflictividad social ha aumentado
en los últimos meses considerablemente
Fotografía: Luis Pérez Armiño
España según los indicadores de Estados fallidos
Fund for Peace, centro de estudios norteamericanos, publica todos los años un listado donde se clasifica a los países según su grado de “estabilidad”, incidiendo especialmente en lo que denominan “Estados fallidos”: países donde se dan una serie de características que, de forma práctica, se podían resumir en la ingobernabilidad de sus respectivos territorios por diversas causas: ineptitudes políticas, injerencias extranjeras, convulsiones internas, economías desarticuladas… Para tratar de otorgar cierta cientificidad a la cuestión, Fund for Peace utiliza un total de doce indicadores (sociales, económicos y políticos) para evaluar a los diferentes gobiernos.
Incidentes durante las concentraciones de
indignados en Barcelona
Fotografía: Guillaume d'Arribau - Fuente
El último informe (2011) sitúa a España en el puesto 151 en una escala del 1, el país más “inconsistente”, al 177, el más estable. Sin embargo, ¿qué ocurriría si hiciésemos una lectura más subjetiva de los indicadores que emplea Fund for Peace aplicados a la actual situación española? Hagamos algo de ciencia “ficción” social.
Los indicadores sociales incluyen aspectos como las presiones demográficas, los movimientos de población debido a situaciones de violencia, las exclusiones sociales o las migraciones forzosas. España ha estado tradicionalmente vinculada al movimiento migratorio, ya sea como país receptor o como emisor. La actual crisis económica ha frenado el papel receptor, provocando a su vez el renacimiento del fenómeno emigratorio. En especial, podría destacarse la salida de jóvenes altamente preparados pero necesitados de un mercado laboral que se encuentra fuera de nuestras fronteras.
Los fallos en el sistema económico español son aún más evidentes. La actual crisis, de nuevo, funciona a ritmos desiguales provocando la pauperización de los elementos sociales que disponen de menos recursos, mientras que determinadas élites todavía son capaces de mantener sus niveles adquisitivos o, incluso, mejorarlos.
Protestas de los afectados por la estafa de la CAM
Fotografía: Luis Pérez Armiño
Fotografía: Luis Pérez Armiño
De especial interés me parece el indicador 12 relativo a la “injerencia extranjera”. Y es en este punto donde España se aproxima cada vez más a un “Estado fallido”. En la actualidad, nuestro devenir político y, sobre todo económico, no viene determinado por las decisiones tomadas desde los tradicionales centros de poder de nuestro país, en este caso Madrid. El Gobierno español ha hipotecado todos sus esfuerzos para adoptar de forma literal las decisiones que parten de París, de Berlín y de Bruselas. Esta pérdida de soberanía se ha traducido en unas medidas que han afectado al grueso social de los ciudadanos españoles, empobreciéndoles y limitando sus derechos básicos.
A la vista de lo expuesto, creo que es más que evidente el peligro de una España cuyos indicadores “de estabilidad” empiezan a tambalearse preocupantemente, donde la tensión económica degenera, cada vez más, en una tensa calma social y donde las clases políticas ya no tienen legitimidad alguna. Ahora la cuestión es, ¿quién o qué está fallando?
Luis Pérez Armiño