Antiguamente los vampiros chupaban la sangre, era algo normal, un mordisco en el cuello y absorvían la sangre de sus victimas. La forma típica de matarlos era clavarles una estaca en el corazón y se desintegraban, los caza-vampiros siempre me cayeron mal aunque su misión era eliminar a estos monstruos. Siempre se esperaban a que se hiciera de noche para complicarse la vida ellos mismos, ridículo, yo los hubiera buscado de día en la profundidad de sus criptas.
En la actualidad hay otra clase de vampiros, estos ya no chupan la sangre, ¿ o si la chupan ?. Bueno digamos que sí, chupan la sangre y lo que es peor nuestro dinero. Son esos que detrás de una mesa de despacho y amparados por los políticos estafan miles de millones, sin inmutarse, igual le chupan la sangre a un jubilado que ha trabajado toda su vida e incluso emigró para ahorrar que a un simple trabajador. Pero lo más chocante del caso de los modernos vampiros es que actúan tanto de día como de noche, son inmunes a los ajos y estacas, es más, de las cruz ni caso, incluso van a misa. Viajan, se divierten y se burlan de sus cazadores que son condenados por la Inquisición Moderna.
De nada valen ya las estacas, están amparados, son indultados por cualquier mequetrefe con lo cual este bendito país se convierte en la nueva Transilvania llena de estos monstruos que impunemente nos devoran día a día, está llena de banqueros, y a algunos se merecen un estacazo.