Creo que toca un análisis y debate social sobre este aspecto. No se puede soslayar más que es un problema que afecta a la salud y felicidad de todo un país.
Tener el honor (más bien el deshonor o la vergüenza) de que este país sea subcampeón en molestias a los ciudadanos a través de la invasión acústica de los entornos, debería ser motivo más que de reflexión -pues está claro que se ha caminado en sentido contrario a donde la razón, la salud, el sentido común y la ley misma señalan-, de actuación inmediata para revertir esta penosa situación.
Si no se hace alcanzaremos a Japón y seremos "los primeros". Los primeros en irresponsabilidad, claro, y en disconfort.
Los responsables de conseguir que se bajen puestos en este triste ranking tienen a su alcance tomar medidas, muchas hasta de coste cero, como pueden ser distribuir en distintos recintos los agentes emisores de decibilios en lugar de concentrarlos.
Imagínense, por ejemplo, una concentración de emisores de decibilios alta que dispusieran en su entorno próximo salas vacías.
Lo lógico, coherente y adecuado (y preventivo) sería distribuir a estos emisores de sonido de manera que hubiera una cámara (o aula, si fueran centros educativos, por ejemplo) vacía entre cada dos emisores.
Y si hubieran fuentes emisoras de sonido en pisos inferiores o superiores, en construcciones de varias plantas, lo sensato, prudente y recomendable, sería que se distribuyeran también de manera que arriba y abajo no hubiera producción de sonido, es decir,
-piensen en un edificio donde las filas sean las plantas, las X personas emitiendo ruido por encima de lo recomendable y los 0 salas, dependencias, aulas, lugares vacíos.
XXXXX00000
XXXXX00000
XXXXX00000
(Éste sería el caso de un edificio de tres plantas todos molestándose.)
De la manera siguiente, con las salas anexas "vacías" acústicamente paliarían el problema:
X0X0X0X0X0
0X0X0X0X0X
X0X0X0X0X0
(Éste otro sería el caso de un edificio de tres plantas distribuyéndose las actividades de manera que se molestan menos entre sí)
Puede darse el caso de que prefieran esperar a pagar indemnizaciones multimillonarias en el futuro en el caso de que usen la conocida (y fallida siempre) estrategia de "dar patada hacia adelante" (transladando el problema al futuro, sin solucionarlo cuando toca, es decir, en el presente), y que prefieran esto a ejercer sus funciones y responsabilidades.
Desde mi punto de vista, debería ser motivo de alarma más que suficiente para que este tipo de (no) actuaciones sean denunciadas públicamente.
Por otro lado, considero que, estando como estamos, en plena era tecnológica, habiendo llegado el ser humano a la luna incluso, ante tales logros, realizar pequeños cambios en beneficio de la comunidad no puede nunca ser excusado por razones ni económicas, ni mucho menos técnicas.
No caben peregrinas lamentaciones cuando las soluciones están al alcance de los buenos gestores.
El problema es grave, está ahí, y mirar para otro lado no lo soluciona.
Más soluciones de bajo coste:
*Poner gomas en las patas de las sillas de manera que al moverse o arrastrarse no provoque tanto ruido y no se perciba en la planta inferior el rozamiento.
*Poner gomas en las puertas de los contenedores de reciclaje de papel, de envases. Suelen ser de metal y al depositarse las bolsas el vecindario próximo no tiene porqué escuchar continuamente los "portazos" de los golpes de las portezuelas.
*No permitir circular vehículos ruidosos (el aire contaminado molesta, el ruido igualmente, aunque haya menos conciencia social).
*Premiar, si quiera sea inmaterialmente, las conductas silenciosas (cuando no se trate de una actividad musical, por supuesto, que tenga como base el sonido como finalidad educativa).
*etc...
Llamo la atención desde aquí a toda la comunidad involucrada en dar solución a este problema, de implicaciones sanitarias incluso.
No es coste, es inversión, el estado ahorraría a medio plazo mucho dinero de no tener que gastar en el futuro para reparar los daños que ahora se están produciendo.
Apelo una vez más a la responsabilidad de aquellas personas sobre las que recae poner no un granito de arena, sino piedras enteras, para construir edificios acústicamente conformes al bienestar de las personas.