Y mientras el clamor de la -hasta ahora, callada y manipulada- Sociedad Civil estallaba en las calles y plazas de toda España -se habló de 950.000 personas en Barcelona-, muchos de los que han tenido en sus manos la posibilidad de haber evitado que se llegara al punto de casi ruptura actual, nos han obsequiado con frases que -aunque bien venidas sean- no habrían hecho falta de haber cumplido, ELLOS, con la obligación delegada, demostrando escaso sentido de Estado y cortoplacismo. Uno de los primeros “reconvertidos” fue Alfonso Guerra que, en 1979, reivindicaba la “necesaria aspiración de identidad nacional de los catalanes” y descubría “España, como Nación de naciones”. El de “Montesquieu ha muerto” -decía en mi anterior artículo- “enterró” la separación de poderes y anunció dejar a España que no la reconocería “ni la madre que la parió” -contribuyó activamente-, dice ahora -bendito sea Dios- que “En Cataluña hay un golpe de Estado y no se puede negociar con golpistas”. ¿Lo habrá entendido su Secretario General, el “bello…tero” Sánchez?, al que Guerra pide que apoye la aplicación del Artículo 155, mientras critica a Rajoy porque “no sabe tomar decisiones” -no sé si no sabrá o, como buen español, “piensa bien pero tarde”-. Siguió José Mª Aznar, reclamando desde su altavoz FAES -no estoy seguro de si no está haciendo más daño que beneficio a España desde tanta charla y tan poca acción- que el Gobierno debe actuar “tal y como la nación -con minúscula en la nota- necesita que lo haga”. ¿Actuó don José Mª -mientras hablaba “catalán en la intimidad”- ‘como la Nación necesitaba’ al firmar con Puyol los Pactos del Majestic y entregando a éste el arma adoctrinadora de la educación, además de otras muchas cosas? ¿O lo hizo por su propio interés, en lugar de decir a los españoles que, ante las exigencias del ‘molt miserable’ catalanista, tras las primeras negociaciones fallidas, convocaba elecciones generales? ¿Actuó ‘como la nación necesitaba’, no suspendiendo las elecciones de 2004 tras el terrible atentado de Atocha perpetrado tres días antes, demostrando conocer muy poco la idiosincrasia del pueblo al que llevaba ocho años gobernando, que antepone siempre los sentimientos y la pasión a la razón y el análisis? Don José Mª I de El Escorial -puro en ristre y pies sobre la mesa-, se permite decir que ya no cabe insistir “ni un minuto más en los errores, tanto de diagnóstico como de gobierno”. Después, Felipe González -“dos por el precio de uno” dijo, pero liquidó a su dóberman Guerra en 1990 sin inmutarse (seguramente por el bien de España)- disparó con su “chispa” sevillana que “Me inquieta cuando Rajoy dice: 'No me obliguen a hacer lo que no quiero hacer', porque yo creía que le pagábamos para hacer lo que tiene que hacer". ¿Hizo don Felipe lo que ‘tenía que hacer’ cuando aumentó los poderes del Gobierno y redujo controles administrativos en los Presupuestos Generales del Estado de 1990? ¿O cuando utilizó su segunda mayoría absoluta en 1987 para modificar la Ley General Presupuestaria de 1977 mediante “un Texto Refundido que regularizara, actualizara y armonizara toda la normativa”, como recoge la ponencia de José Manuel Otero-Novas incluida en “España, Democracia y Futuro” del Instituto para la Democracia de la Universidad CEU San Pablo? Y ¿qué boda sin la tía Juana? No podía faltar en el desfile de “Profetas del pasado”, José Bono -alias “bolsillos de cristal”-, ex Ministro de Defensa -“prefiero morir a matar”-. ¡Qué gran error del innombrable ZParo encargarle Defensa en lugar de Economía! ¿Imaginamos el desarrollo económico de España, de haber gestionado Bono su Economía con el mismo “celo” que “invertía” sus ingresos - “fruto” del sueldo de 32 años en política, claro-. Dice ahora: "Si no se cumple con la ley, no podemos estar seguros en nuestras casas, porque el vecino podrá invadirnos cuando quiera". Entiendo su “preocupación”, con la de casas -y, por tanto, vecinos- que tiene el “empresario hípico” -¿en cuál de ellas pondría la bandera de España?- Guinea y Venezuela, para otro día. Por cierto, citaba antes al innombrable ZParo que al final va a ser el más “coherente”, si en lo que queda de historieta sigue callado. Sus tejemanejes con Maduro y otras cosas de las que puede que tenga a medias -o tercias- con su antiguo ministro no deben dejarle tiempo libre.
Dejo para el final al que más me duele censurar su aparición en esta ronda de reproches al actual Presidente del Gobierno -al que, insisto, también yo, como administrado y votante suyo, he echado en cara su pasividad en temas que consideraba prioritarios y que no voy a repetir (la hemeroteca está para comprobarlo)-. Me refiero a Alejo Vidal-Quadras, por el que siento aprecio y respeto intelectual. Me uní a él en 2012 cuando se mostraba, ya, crítico con la inacción de Rajoy y lo apoyé hasta el final en la creación y corta andadura del VOX sano -lo hice con mi tiempo, esfuerzo, credibilidad, riesgo y mi modesto bolsillo-. Desde hace algún tiempo don Alejo deja agudos mensajes en Twitter y duros artículos, pero yo le preguntaría ¿por qué se “diluyó”, cuando Abascal lo traicionó, en lugar de apoyar lo que algunos intentamos para recuperar esa alternativa que nació tarde y que algunos -incluso desde dentro- zancadillearon? Hubiera sido, sin duda, la alternativa que la derecha liberal -aparentemente abandonada por el PP- esperaba para su recuperación. La respuesta que nos dio en aquella reducida reunión de Octubre de 2014 -tarde también-, no me convenció en absoluto. Junto a las de mi respetado Alejo, hemos oído críticas de personas como Jaime Mayor Oreja; de los integrantes del cada día más numeroso club de “resentidos españoles” en torno a la alcachofa de esRadio -demasiado vehementes en su beligerancia insultadora para MUCHA gente ya-; de la eterna y cada día más inconclusa promesa naranja que pese a su oportunismo, y con la que está cayendo en su tierra, no acaba de romper, y de muchos más, como algunos pesos pesados del PSOE -ahora casi liberales de derechas-, como Corcuera, Leguina, Rodríguez Ibarra, etc., que mejor habrían hecho uniéndose en una alternativa sensata para recomponer la triste situación que, ELLOS, por acción clara u omisión interesada o cobarde, han propiciado durante los últimos y largos cuarenta años. Por supuesto, puedo compartir mucho de lo que todos ellos han dicho, pero no que lo digan ellos. También en la masiva manifestación del domingo -no me gustó que la presentación del acto final se hiciera en catalán-, aparecieron otros “profetas del pasado”, como aquel triste ministro de Trabajo, Corbacho, que decía entonces: “nunca llegaremos a cuatro millones de parados”, pero llegamos a seis y ahora pide ”concordia y diálogo, dentro de la ley que todos nos hemos dado”. O José Borrell, que dijo: “Hay que controlar de forma democrática los medios de comunicación públicos, que son una vergüenza democrática” -no puedo estar más de acuerdo, sobran TODAS las TV’s públicas-, y “Nadie puede estar por encima de la ley” -no se acuerda de lo que le expulsó de la política española, de sus amigos inspectores de Hacienda o de Andorra-. Y, cosas de nuestro sistema, se le premió con el bien remunerado -y pensionado- escaño europeo. No estuvo fina -a mi juicio- la Ministra de Sanidad, Dolores Montserrat, cuando dijo que “Hoy se va a acabar con el independentismo, demostrando que Cataluña es una gran comunidad -hasta ahí, bien-, vamos a construir esta gran ‘nación’ que es Cataluña dentro de un gran país que es España”. Creo que sobró lo de ‘nación’ en referencia a Cataluña, Sra. Ministra. Hemos visto también la fuga continua de empresas de Cataluña pese a que Arturo Mas decía que “nunca marcharán los bancos que tienen la marca de Cataluña, La Caixa y Sabadell”, pero no tuvo en cuenta lo que decía Jefferson: “Los sistemas bancarios son más fuertes que los ejércitos”. Tampoco faltó la dosis de oportunismo, tanto el sábado por parte de Abascal, que se volvió a arrogar la convocatoria del sábado con su “aguerrido” patrioterismo y su desliz totalitario: “Tenemos que adoctrinar bien a los niños”, como el domingo por Rivera, que apareció en el escenario y cruzó confidencias con Francesc de Carreras, uno de los fundadores de Ciudadanos -que no él, colocado por orden alfabético al frente del partido-. Mario Vargas Llosa recordó que “la peor de las pasiones es la pasión nacionalista”, haciendo bueno lo que dijera Charles de Gaulle: “Patriotismo, es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás pueblos es lo primero”. Y termino con una frase de Manuel Azaña, que da en el clavo: “Vendría a ser, sin duda, el pueblo catalán, un personaje peregrinando por su historia en busca de un Canaán que él solo se ha prometido a sí mismo y que nunca ha de encontrar”. Lo dejó patente Puigdemont el martes.
En definitiva, creo que, entre todos, le están haciendo el trabajo a Rajoy, que sigue ganando.