La crisis será todo un espectáculo que nos demostrará hasta que punto van a llegar los gobiernos con tal de salvar el culo ante sus respectivos pueblos, algunos se decidirán por el populismo de corte trasnochado, como el de Cristina Fernandez, a la que se veía venir desde el momento de tomar posesión en aquella ceremonia macabra invocando a su viudo y elevandolo a la categoria de simbolo nacional y ahora nacionalizando una empresa española, saltandose para ello toda norma de seguridad juridica internacional que es la que convierte a los países en serios y en hordas de villanos.
Pero el problema es mucho más serio que lo de Repsol, que lo es. El problema parte de un Estado que ha ido involucionando hacia una deriva peligrosa en la que ha hecho de unas empresas que no representan al tejido empresarial español, bandera de la nación y ha elevado lo que en cualquiera de nuestras empresas tendría que resolverse en los juzgados de lo mercantil o de lo social, a un problema de categoria política con el consiguiente riesgo de convertirlas en más de lo que son.
El problema es mucho más de fondo. Se trata de una total destrucción del tejido empresarial tipico español compuesto por las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, que son los que verdaderamente han hecho funcionar a este país y los que han conformado una sociedad civil en la que el intercambio comercial, la creación de empleo y todo lo que emana de ello hacía que todo este entramado social pudiera crear una clase media que supusiera un grupo humano y social capaz de generar empleo y arreglar sus problemas sin necesidad de recurrir al Estado, bien por su cercania al mismo problema o bien por su conocimiento de los mismos.
El problema es que desde hace tiempo el Estado, sobre todo en la etapa de Zapatero, ha desintegrado a esa clase media de trabajadores, empresarios y familias que no tenían la necesidad de acudir al Estado sino que ellos mismos conformaban ese grupo social o esa sociedad civil tan caracteristica en España y que se ha destruido dejando un vacio en las que solo están, de un lado un grupo numeroso de ciudadanos excluidos de la participación política y de otro el Estado y sus oligopolios como Repsol, Telefónica, Iberdrola, B. SAntander. BBVA y las grandes constructoras, en el medio hay un gran vacio que han hecho desaparecer mediante la destrucción de esas formaciones espontaneas de grupos sociales que conforman la sociedad civil y que son las que hacen avanzar a los países.,
Ese gran peligro ha convertido al Estado y a estos oligopolios en una concentración de poder tan peligrosa como la concentración de poder politica, recordemos que lo primero que hace un tirano es acabar con la separación de poderes para concentrarlos y ejercer la tiranía. Pues bien, la deriva de nuestro sistema empezó destruyendo la primera formación espontanea que aparece en nuestras vidas, la familia, siguió con la escuela, para después interponernos numerosos grupos sociales de la ideología del gobierno en nuestro camino y así destruir la libertad y la generación de esas formaciones espontaneas que surgen en la vida de las personas de las sociedades libres.
Cuando Tocqueville en su famosa obra "La democracia en America",visitando los EEUU hace un descubrimiento fundamental: Que la fuente de libertad, de democracia y de prosperidad de los americanos residia en una fuerte sociedad civil, esa pasión de los americanos por asociarse, de resolver sus problemas por si mismos sin necesidad de recurrir al Estado sino formando una respuesta asociativa a los problemas que les presenta la vida, los hizo ser la comunidad que mas cerca estuvo del autogobierno y esa caracteristica aún hoy se mantiene y es por la que luchan como forma de vida.
Aqui, la sociedad civil ha sido destruida, las formaciones espontaneas que generan las sociedades libres han sido absorbidas por el Estado, las Pymes se están destruyendo y a los ciudadanos solo les queda el Estado sin ni siquiera la libertad de poder elegir entre multiples proveedores que generaban riqueza y creaban comunidad, hemos de morir en el oligopolio que dicta sus normas, hay un vacio enorme que acabará destruyendo la democracia. El problema ya lo estamos viendo, consiste en que los oligopolios se confunden con el Estado y sus problemas se elevan a la categoria de problemas de Estado.
Los ciudadanos debemos exigir la devolución del papel de la sociedad civil usurpado por el Estado si queremos una verdadera democracia y no un sistema oligarquico de partidos y conglomerados de grandes empresas que ha destruido a nuestro tejido empresarial, base fundamental de la sociedad civil económica, social y política. El problema hoy es Repsol, pero también está siendo el resto de los oligopolios en los que el Estado está inyectando ingentes cantidades de dinero excluyendo a las Pymes, autónomos y familias del crédito y condenandolos a la miseria como al resto del país. Se necesita urgentemente un cambio de modelo en el que se renueve el tejido empresarial y el tejido social con una fuerte sociedad civil, base del funcionamiento de las democracias, de lo contrario, esto ya huele a una tirania de los oligopolios encubierta por un gobierno titere.
Carlos RH