Revista Sociedad

España, el gran timo de la estampita

Publicado el 07 mayo 2010 por Eko
crisisVivo en un país realmente muy curioso. Un país de apariencias y superficialidad, de políticos mediocres y ladrones con corbata. Un país donde solo parece funcionar el "quítate tú que me ponga yo", o el "¡váyase!, señor presidente", como si el venidero tuviera alguna solución mágica a todos los problemas. Unos atacan, los otros se defienden, mientras la crisis sigue su camino riéndose de nosotros en nuestra cara. Y mientras eso ocurre, ¿que hacen los ciudadanos de este curioso país?, ¡absolutamente nada!. Los que simpatizan con el candidato de la oposición pidiendo a gritos que se vaya el presidente del gobierno, porque su enemigo, lejos de ser la crisis y los problemas del país, es el gobierno de ideología contraria a la suya. Los que simpatizan con el que esta en el poder, creyendo que su presidente conseguirá sacar al país de la zozobra, pese a las irrefutables muestras de que no sabe muy bien como hacerlo, ni si tiene la capacidad para ello. Y ahí me quedo respecto a los bandos de la contienda, porque en una democracia bipartidista como esta, el resto del espectro electoral, tiene un interés más bien nulo.
Mi conocimiento de economía se reduce al "si no tengo dinero, no como", así que cuando escucho o leo que estamos viviendo una crisis, que parece ser tremenda, con un índice de paro altísimo, donde casi todas las pequeñas y medianas empresas están en quiebra, donde día si y día también se nos pinta desde todos los medios un futuro realmente terrorífico, no puedo más que preocuparme. Luego compruebo que el pequeño comercio de al lado de mi casa cierra porque no gana para seguir abierto, u observo la cantidad de carteles de "Se vende" o "Se alquila", que como setas han crecido en muchísimos balcones de los edificios, y me asalta la pregunta de ¿como hemos podido dejar que nos lleven a esto?. Aun recuerdo cuando hace 10 años hablaban del temor de que explotara la burbuja inmobiliaria, a la postre, juntos con los bancos, los dos grandes causantes de nuestra crisis, y salían los "expertos" diciendo que eso no iba a pasar en este país. ¡Menudos expertos!. Y todos como estúpidos los creímos. Todos viviendo por encima de sus posibilidades, embarcándose en prestamos hipotecarios cada vez más altos para pagar viviendas con precios inflados por la avaricia y la corrupción. Viajando en coches nuevos de alta gama, tirando de tarjeta de crédito y prestamos personales, incluso para cosas tan absurdas como aumentar la talla de sujetador o plantarse unos abdominales, formato tabla de lavar, con los que ser una versión actualizada de "Pepito piscinas" en las playas. Creamos un país acorde a la personalidad de sus ciudadanos, un país de apariencias y superficialidad, anclada en una economía tercermundista de ladrillo y turismo. Lo que llamaron milagro español no era más que la mentira española, y el mundo picó con el timo de la estampita de un país de adormecidos y anestesiados ciudadanos, de enfrentados y malos políticos.
Llegados a este punto, por no creer, no me creo ni que estemos en crisis, al menos como la pintan. Crisis para los parados, crisis para el pequeño y medio empresario, pero los grandes, esos que dejan quebrar sus empresas sin que su cuenta corriente se resienta ni lo más mínimo, para esos no hay ni habrá jamás crisis. La crisis no es más que un invento para poder despedir a trabajadores, y así reducir gastos, visto que la fórmula que había hasta entonces les impedía seguir aumentado su millonarios beneficios. Se ha inventado para recortar derechos a sus ciudadanos, para dejarnos bien a las claras quienes mandan y de quienes dependemos. Nos venden que acabaremos como Grecia si no actuamos con firmeza en nuestra economía, y ya os digo yo, sin ser economista, sin tener idea de macroeconomía ni polladas de esas, que eso no ocurrirá. En este país hay demasiados mamones, y digo mamones, porque maman y mucho, que no permitirán que nuestra economía se vaya por el sumidero del capitalismo. Solo necesitan un poco de tiempo para replantearse como seguir chupando sin que los ciudadanos se alcen en rebeldía y, hartos de tanto banquero ladrón, constructor estafador y político farsante, quemen los edificios públicos y saquen las hachas y los machetes a la calle.
Quizás sea hora de olvidar ideologías, territorialismos y provincianismos, y empezar a pensar que lejos de ser una nación, o ser plurinacionales, en realidad no somos más que un pueblo que ha olvidado luchar, acomodados en una democracia vacía.

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