Revista Opinión

España, en emergencia

Publicado el 01 junio 2024 por Franky
España está herida de gravedad, tras ser envenenada y apuñalada por el gobierno de Pedro Sánchez y sus seguidores. La última puñalada ha sido la Ley de Amnistía, recién aprobada, una medida que viola la Constitución, rompe la igualdad entre españoles y beneficia a los más desleales y enemigos de España. Sólo el Rey, la Justicia y el pueblo alzado pueden curar las heridas de España e impedir que nuestra nación caiga en la más sucia, injusta y miserable dictadura sanchista. La parte de la Justicia que no ha sido prostituida por el socialismo está resistiendo e intentando salvar a España, mientras parte del pueblo, aunque engañado y mermado por el adoctrinamiento, la división y el odio que le inyectan desde el gobierno, también se resiste, aunque de manera insuficiente. Las mayor esperanza de salvación se centra en el Rey, que podría negarse a firmar la inicua ley de amnistía si considera que daña gravemente a España, país que él ha jurado defender. El Rey puede hacer muchas cosas en favor de España, además de negarse a firmar la inconstitucional amnistía. Puede dar órdenes a las Fuerzas Armadas, de las que es comandante supremo, y puede también descolgar el teléfono y movilizar a favor de España a muchas personas con poder, dentro y fuera de España. Si no hace nada es porque no quiere hacerlo, quizás por miedo a Pedro Sánchez o porque no ama lo suficiente a la España que ha jurado defender. --- ESPAÑA, EN EMERGENCIA La Ley de Amnistía es la mayor y más dañina de las líneas rojas sobrepasadas por el sanchismo. La amnistía representa que el Estado pide perdón y olvida la rebelión violenta, plagada de actos terroristas e intentos de destruir España, que protagonizó el independentismo catalán hace pocos años. De hecho, con la amnistía, España se arrodilla ante los delincuentes catalanes que quisieron asesinarla. Toda una vergüenza y una ignominia que sólo puede protagonizar un gobierno como el de Sánchez y sus aliados independentistas, ex terroristas y comunistas, sin honor, sin decencia y sin una gota de amor a España.

Si el Rey no esquiva la firma de esa ley inmoral e inconstitucional habrá empujado a España hacia el abismo, habrá traicionado al pueblo español, al que está obligado a proteger, y habrá también condenado a la Monarquía, para la que será difícil justificar su utilidad en el futuro, si España, como ocurrirá sin duda, logra un día sacudirse el yugo del socialismo sanchista.

Recurrir al Tribunal Constitucional carece de sentido porque ese órgano es uno de los que Pedro Sánchez y sus aliados han ocupado y dominan, convirtiendo sus sentencias y dictámenes en apoyos al gobierno.

Pero la Justicia sí tiene esperanza en el socorro que pueda prestar a España el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, al que recurrirá sin duda para impedir la estocada final que prepara el sanchismo a la España libre, democrática y decente.

Si todas estas esperanzas fallan, la única salida que le queda a la libertad en España es que Puigdemont retire su apoyo al sátrapa y este caiga, provocando una fiesta masiva y una orgía de champagne y celebración en millones de españoles, que podrán respirar y recuperar la esperanza en una patria digna y no prostituida por la dictadura peor de la Historia, que es la socialista, la que ha llenado el mundo de cadáveres, empobrecido y esclavizado a los pueblos de Cuba, Venezuela, Corea del Norte y otros.

La vieja derecha que representa el PP demuestra que es claramente impotente ante el sanchismo, al que admira desde el fondo de su alma dañada. Para ese partido, desorientado, confundido y enfermo, el enemigo no es el sanchismo tiránico sino VOX, el único partido que tiene planteamientos de auténtica derecha y que es capaz de oponerse con dureza y eficacia a la dictadura de Sánchez.

Ahora, cuando España más necesita la fortaleza de la oposición contra el Sánchez desatado y sin escrúpulos, cuando cobra todo sentido y valor ese grito que cada día se escucha mas en las calles, plazas y hogares de España: "Sólo nos queda VOX".

Francisco Rubiales


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