Desde el pasado 20 de diciembre se puso de manifiesto un hecho: España dejaba de ser un bipartidismo imperfecto, con partidos separatistas y regionalistas, a ser un multipartidismo polarizado que sigue contemplando el clivage territorial. Desde entonces, los acuerdos para intentar conformar Gobierno se han convertido en el mayor de los desafíos en un sistema político parlamentario donde las mayorías simples y absolutas habían venido dadas por la aritmética parlamentaria. Llevamos ya casi un año con un Gobierno en funciones y la ingobernabilidad nos puede llevar a unas terceras elecciones cuya celebración (aunque lo cambiarán) puede ser el día de Navidad.
¿Qué factores explican la ingobernabilidad de España? ¿ Es posible una salida a corto plazo de esta crisis de gobernabilidad?
Paso a explicarlo brevemente.
Factores que explican la crisis de gobernabilidad.
1º El diseño institucional: el sistema político español se constituye en un modelo parlamentario. Esto es: un modelo donde los ciudadanos escogen a los diputados y éstos , de manera indirecta eligen al Presidente del Gobierno, que es aquel candidato que tiene más apoyos por parte de la cámara, corresponda o no con la lista más votada. Hasta el momento, durante la etapa en que el sistema de partidos era un modelo de bipartidismo imperfecto, siempre la lista más votada conseguía los apoyos necesarios. Pero ahora nos encontramos con una situación nueva donde ningún partido consigue los apoyos necesarios para gobernar. Al margen de la consecuencia, el diseño institucional español presenta los siguientes problemas:
– Imposibilidad de acometer las reformas que solicitan los nuevos partidos: independencia del Poder Judicial, modificación de la ley electoral y las circunscripciones, supresión del Senado y las diputaciones provinciales, qué hacer con las Comunidades Autónomas…. Todas estas reformas, que se corresponden con algunos de los dos nuevos partidos respectivamente y que otras fuerzas políticas están adoptando, más allá de que en cada partido reciben una formulación diferente que imposibilita el acuerdo, tienen el inconveniente de que requieren al menos un apoyo de 3/5 de las Cámaras para lograrlo. En un sistema de partidos plural y heterogéneo conseguir dichos apoyos es casi imposible y requeriría un consenso contra natura entre fuerzas políticas que discrepan en temas esenciales. Sencillamente, para lograr estas medidas se necesita un apoyo que ningún partido tiene. La Constitución Española no se hizo pensando en ser reformada y se nota, porque si bien hay algunos aspectos que es normal que requieran un amplio acuerdo, para lograr cualquier cambio institucional se requiere montar un cristo. Evidentemente, en el plano estructural, esto supone un “bloqueo” para la realización de cambios políticos.
– El papel del Rey: El rol constitucional del Rey implica que tiene que nombrar un candidato para que intente conformar Gobierno.Si lo consigue, le nombrará Presidente del Gobierno. Pero si las Cortes no se ponen de acuerdo, el Rey tampoco puede hacer nada legalmente para desbloquear la situación. Este factor más que un problema, constituye una garantía democrática ya que el Rey tiene que ser una figura neutral. Pero igualmente puede dar lugar a quejas de los diferentes partidos si el Rey nombra al segundo en lugar de al primer partido porque sabe que tiene más opciones. Mientras no se replantee la necesidad de que sea el Rey el que llame a la conformación de Gobierno, lo ideal es que, como hasta ahora, vaya por orden, del partido más votado al menos, para evitar problemáticas innecesarias.
– La disciplina de partido: en el sistema parlamentario español elegimos a los diputados en una lista de partido sin ni siquiera conocer a la mayoría. ¿O alguien- del común de los votantes- sabe quien es el candidato de una provincia que no sea el de una gran ciudad? Estos diputados que elegimos, en realidad, están sujetos a la disciplina de partido en todos los casos y votarán siempre lo mismo que los cabezas de lista por los que han sido elegidos. Este hecho sí que es explicativo del bloqueo institucional ya que, si somos conscientes de la crisis interna del PSOE, sabemos que un buen número de barones del partido quería que Sánchez se abstuviera y dejase gobernar a Rajoy antes de que fuésemos a unas terceras elecciones en un año. Así, sin disciplina de partido, no tendrían por qué haber votado lo mismo que su jefe y es posible que ya tuviéramos Gobierno. En el modelo presidencial de EEUU o en el más cercano – por el hecho de ser parlamentario- sistema británico, se escoge a un diputado por circunscripción en las denominadas circunscripciones uninominales,es decir :pequeñas circunscripciones que contemplan el mismo número de potenciales votantes y en las que se elige al diputado más votado. Con una segunda vuelta para asegurarse de que el más votado tiene más ciudadanos a favor que en contra, esto podría solucionar bastante, pero no hay que olvidar que chocaríamos de bruces con el primero de los puntos señalados.
2º El “homo economicus” y el marco interpretativo de la realidad en cada uno de los partidos: los partidos buscan maximizar su beneficio electoral. Mientras se cumplan unos mínimos éticos y se respeten las leyes en vigor, esto no debe ser motivo de escándalo, pues es su razón de ser, como el
de una empresa es ganar el máximo dinero posible. Pero como fruto de este comportamiento basado en el “homo economicus”, los partidos políticos son temerosos a la hora de trazar alianzas y acuerdos con sus homólogos.
Esta prudencia, aunque en última instancia se deriva de la necesidad de obtener más votos y más recursos económicos que sirvan para la campaña permanente, está fuertemente influenciada por los marcos interpretativos de la realidad bajo los cuales se ha construido cada partido. Y es que en España los nuevos partidos no se han construido en base a la existencia de pequeñas diferencias con los partidos clásicos, sino en clara confrontación a ellos. No se trata de subrayar diferentes puntos de vista en algunas cuestiones (por ejemplo, más o menos libre mercado), sino de una enmienda a la totalidad de que los viejos partidos representan para las nuevas generaciones. De este modo, por simplificar, digamos que los nuevos partidos se han construido en torno al eje dialéctico nuevo- viejo que convive con la tradicional dicotomía izquierda-derecha.)
A diferencia de otros regímenes parlamentarios europeos, en España los nuevos partidos han surgido en la arena de la confrontación directa con los partidos clásicos y es por ello que no pueden “pactar” al margen de sus marcos cognitivos porque recibirían un gran castigo en las urnas. Por ello, cualquier comparación con el sistema de partidos alemán o escandinavo no resulta un argumento convincente para los defensores de que es posible una política enfocada en el acuerdo. No es tan fácil en un país que además sigue dividido históricamente.
¿ En qué se traduce ésto? En que a ojos de una parte de la ciudadanía ,que los nuevos partidos pacten con los viejos se puede interpretar en clave de una traición a sus principios originarios, generar frustración entre sus electores y generar una pérdida de apoyo. Pero los resultados electorales no han sido tan halagüeños para las nuevas fuerzas políticas como las expectativas parecían indicar y fue necesario un cambio de ejes discursivos tras las urnas.
Así, Podemos se siente cómodo en un eje que sitúa en un lado a la “mayoría social” (donde mete a toda la izquierda, sean o no nacionalistas) y en el otro a “las élites” (el PP , Ciudadanos y los poderes fácticos y económicos). Ciudadanos se siente cómodo en el eje de “partidos constitucionalistas y responsables ” (con los que se abre al diálogo y al acuerdo, como son los dos partidos clásicos) y “partidos populistas e irresponsables” (en referencia a Podemos y a los nacionalistas). El PSOE tiene un eje un tanto inoperante donde se presenta como “la alternativa a Rajoy” sin definirse del todo respecto a Podemos y los nacionalistas. En realidad, aspira a que le apoyen pero sin caer en posiciones que cuestionen el statu quo. El eje del PP es “ estabilidad y experiencia o elecciones e inexperiencia.” Se presenta así como el partido de la estabilidad y el statu quo frente al resto de aspirantes. En concreto, el denominado “discurso del miedo” frente a Podemos, fue exitoso en las pasadas elecciones de junio.
En línea con ésto, es bastante normal que no se produzcan grandes acuerdos salvo entre el Pp y Cs y Psoe y Cs. Ésto quiere decir que Ciudadanos está preocupado por la gobernabilidad, sí, pero que ésto también obedece al marco interpretativo por el que se guía el partido de Rivera. Es por eso que no puede contemplarse la misma actitud en Podemos, que parte de una postura maximalista en temas como el Estado de bienestar, la economía o el debate territorial, que le hacen más rígido a la hora de llegar a acuerdos. El caso es que en España el primero que diga “Amén” al otro, pierde. El primero que ceda, se expone a perder. Por eso ningún partido da su brazo a torcer.
¿Hay salida dentro de esta crisis? Hacia las elecciones en Navidad.
Aunque soy consciente de que las elecciones no serán justo el 25 de diciembre, tener en cuenta esta fecha permite generar una tensión política mucho mayor para que los terceros comicios no se produzcan y al mismo tiempo es un elemento generador de desafección para la ciudadanía, por lo que conviene tenerlo presente en la redacción de estas breves conclusiones.
Debemos tener en cuenta que los partidos no son un todo unido. Dentro hay múltiples tendencias y conflictos por el liderazgo que no siempre se hacen visibles ante la opinión pública pero que pueden inducirse a partir de declaraciones y filtraciones a los medios. Así, se puede deducir que a pesar de que también tiene sus detractores internos, el liderazgo de Rajoy, más a raíz de la victoria electoral del 26J. En cambio, Pedro Sánchez tiene un liderazgo fuertemente contestado. Si el líder del otro partido “cae” significaría un cambio de imagen de cara a la galería (aunque no de propuestas y políticas públicas), que podría venderse como una victoria del partido beneficiado. Esto podría facilitar el inicio El PSOE estaría más dispuesto a abstenerse si se retirase Rajoy y éste último lo tendría más fácil sin Sánchez. Aunque esto no garantiza que se construya una mayoría, la salida de uno de estos líderes del tablero político español, permitiría terminar con la partida de ajedrez. Ambos contendientes (PP y PSOE, pues los nuevos partidos, según las encuestas, quedarían por debajo) , tratarían de vender que el otro partido ha cambiado su percepción sobre la realidad con tan sólo un cambio de cara.
Ahora bien, el hecho de que la caída de uno de los dos facilitase la investidura, no es un proceso para nada sencillo porque implica una derrota electoral para el partido que ceda, como previamente he indicado.
Por tanto, la posibilidad de unas terceras elecciones (y de más si sigue sin haber mayorías sólidas) es bastante posible salvo que se imponga un cambio de tendencia en el PSOE. Menciono al PSOE porque al mejorar el PP con cada resultado electoral, parece mucho más difícil que Rajoy se vaya. No obstante, esta tendencia de mejora del Pp y bajada del resto de partidos no tiene por qué repetirse. Si bien hay encuestas que insisten en ello, otras insisten en que la negativa de Sánchez les fortalece frente a Podemos y que, en consecuencia, bajarían en número de escaños los dos nuevos partidos. Finalmente, el discurso del miedo no vale cuando el lobo ha demostrado correr más lento que las ovejas a las que pretende comerse. Es decir, al no haberse producido sorpasso en las pasadas elecciones, el PP no puede hacer bandera del miedo a Podemos, aunque sí de la estabilidad. El asunto es que sin este discurso del miedo a Podemos, es posible que muchos votantes que confiaran en Ciudadanos en diciembre vuelvan a él en otras terceras elecciones al no existir la posibilidad de que los de Iglesias lleguen a Moncloa. Todo puede pasar y aún es pronto, pero más allá de la caída de uno de los principales líderes, el desbloqueo sigue siendo muy complicado.