Publicamos hoy, como es costumbre en este blog, un comentario valioso aportado por un lector de Voto en Blanco. ---
Hoy, la portada de Liberation abre con una bandera de España y la palabra "Pérdidos". Desde Europa y el resto del mundo nos ven como un país decadente y en quiebra, no confian en nosotros ni siquiera como sociedad, nadie sabe que hacer, como solucionar esto, estamos maniatados, incapaces de tomar ninguna iniciativa y la gente solo sale a la calle cuando les tocan lo suyo. Lo hemos podido observar estos dias en los que cuando salian unos colectivos u otros lo hacian porque las medidas les afectaban a ellos. No se espera nada de nosotros, hemos perdidos la iniciativa como pueblo y como ciudadanos, nos acostumbramos a que el Estado nos lo diera todo y nos olvidamos de nuestros elementos básicos de supervivencia para estar en la vida, nos convertimos en parásitos, en seres inservibles a la espera de que nos lo dieran todo hecho. Nuestra capacidad de lucha quedó anulada porque nos dijeron que no nos deberiamos preocupar por nada, que el Estado se hacia cargo de todo, nuestra educación, nuestra sanidad, nuestro desempleo etc...fuimos perdiendo la capacidad de obrar por nosotros mismos, incluso nos redujeron la capacidad de discernir a una esfera muy reducida, o eras de izquierdas o de derechas y por tanto, o votabas PP o votabas PSOE, nos dividieron en tribus ideológicas y en una clientela fiel para los partidos que decidian por nosotros. Nos ofrecian información manipulada con la que nos entretenian mientra al otro lado del muro ellos se iban haciendo con el país como si fuera su cortijo. En definitiva, nos redujeron a la nada, ni siquiera se podría hablar de la condición de ciudadanos pues acabamos siendo súbditos de una régimen corrupto que nos manejó y nos dividió a su antojo.
Hoy, los resultados saltan a la vista, una sociedad incapaz de valerse por si misma a pesar de ver como agoniza, incapaz de luchar aunque solo sea porque las futuras generaciones no nos echen en cara lo que les dejamos. Nadie mejor queTocqueville pudo adivinar lo que les pasaba a las sociedades de este tipo que se dejaban dominar, que perdian el sentido de la lucha, de la supervivencia como personas y que acaban irremediablemente como borregos. En su obra "Democracia en America" él pudo presentir siglos antes lo que se nos venia encima. Os dejo de nuevo el fragmento:
Después de terminar el primer volumen de Democracy in America, Tocqueville parece haberse sentido cada vez más atraído por una idea que encuadra aproximadamente dentro de estos parámetros. “Un examen más cuidadoso del tema, y cinco años de meditaciones ulteriores”, escribió cuando llegaba al final de su segundo volumen, “no han disminuido mis aprensiones, pero han cambiado su objeto». Entonces, en uno de los fragmentos más obsesionantes e inspirados de toda la ciencia política, predice una forma totalmente nueva de despotismo que puede temerse en los países democráticos:
Creo que el tipo de opresión que amenaza a las naciones democráticas es diferente de cualquier cosa que jamás haya existido en el mundo: nuestros contemporáneos no encontrarán ningún prototipo de él en su memoria. Yo mismo estoy tratando de elegir una denominación que exprese adecuadamente la idea completa que me he hecho de él, pero es en vano: las viejas palabras “despotismo” y “tiranía” son inapropiadas, la cosa en sí misma es nueva, y desde el momento en que no puedo nombrarla, debo intentar definirla.
Intento trazar los nuevos rasgos con los cuales el despotismo puede aparecer en el mundo. La primera cosa que llama la atención del observador es una innumerable multitud de hombres, todos iguales y similares, esforzándose incesantemente por procurarse los insignificantes y mezquinos placeres con los cuales sacian sus vidas. Cada uno de ellos, al vivir separado, es como un extraño respecto del destino de los demás, pues sus hijos y sus amigos personales constituyen para él la totalidad de la humanidad. En cuanto al resto de sus conciudadanos, está junto a ellos pero no los ve; los toca, pero no los siente, y si bien sigue manteniendo vínculos con sus parientes, se puede decir que en todo sentido ha perdido a su país.
Sobre esta raza de hombres se yergue un poder inmenso y tutelar, el cual asume por sí mismo la tarea de garantizar sus gratificaciones y cuidar de su suerte.
Ese poder es absoluto, minucioso, regular, providente y blando. Sería como la autoridad de un padre si, al igual que dicha autoridad, su propósito fuera preparar a los hombres para la madurez; pero, por el contrario, se propone mantenerlos en una infancia perpetua: está muy satisfecho de que el pueblo se regocije, siempre que no piense más que en regocijarse. Para su felicidad es que dicho gobierno trabaja de buen grado, pero elige ser el único agente y el único árbitro de esa felicidad: se ocupa de su seguridad, prevé y cubre sus necesidades, facilita sus placeres, se hace cargo de sus preocupaciones principales, dirige su industria, regula la transmisión de la propiedad y subdivide sus herencias. ¿Qué resta, si no que los libere de toda la preocupación de pensar y de todo el problema de vivir?
Así, hace que cada día el ejercicio del libre albedrío humano sea menos útil y menos frecuente; circunscribe la voluntad a un círculo más estrecho y gradualmente despoja al hombre de todas sus prerrogativas. El principio de la igualdad ha preparado a los hombres para estas cosas: los ha predispuesto para soportarlas y, a menudo, para considerarlas un beneficio.
Tras haber apresado con éxito a cada miembro de la comunidad en sus poderosas garras y haberlo moldeado a su voluntad, el poder supremo extiende su brazo sobre toda la comunidad. Cubre la superficie de la sociedad con una red de pequeñas y complicadas reglas, minuciosas y uniformes, a través de la cual no pueden penetrar las mentes más originales y los caracteres más enérgicos, para alzarse sobre la multitud. No se rompe la voluntad del hombre, sino que se ablanda, se la tuerce y se la guía: muy pocas veces se fuerza a los hombres a actuar, pero constantemente se les impide hacerlo; un poder tal no destruye, sino que impide la existencia; no tiraniza, sino que oprime, enerva, extingue y estupidiza al pueblo, hasta que cada nación queda reducida a no ser más que una manada de animales tímidos e industriosos, de la que el gobierno es el pastor.
Carlos RH