
Lo que pase con España, el país en el que estos llamados “progresistas” viven, trabajan, desarrollan sus proyectos de vida… LES DA IGUAL (no hay ningún otro país del mundo en el que sus habitantes, excepto quizás los más primarios y bárbaros, no se sientan vinculados con la colectividad a la que pertenecen). Que en un tercio de España no se pueda estudiar en español, el idioma en el que hablan 572 millones de personas, y se esté obligado a hacerlo en idiomas regionales que inevitablemente están condenados a desaparecer a medio plazo… LES DA IGUAL. Que el país se deshilache en las mil maneras posibles de clamar imperativamente que “Mi pueblo existe” o “¿Qué hay de lo mío?”, LES DA IGUAL. Todo lo cual correlaciona y queda reforzado por un discurso elemental, aunque a la vista está que también efectivo, consistente en que al otro lado lo que hay es una derechona fascista, que por si fuera poco es fascista y apesta, además de que es fascista y franquista y, por si fuera poco, mataron a García Lorca. Y son fachas. No hace falta mantener ningún rigor, ningún conocimiento mínimamente sustentado, no hace falta escuchar lo que diga el “enemigo”, al que se repudia con histerismo en cuanto empieza a hablar (si es que se le deja empezar). Solo hace falta tener suficientemente lleno el depósito del rencor para que el discurso “progresista” venda todo lo que quiera vender. Desde luego, y por ejemplo: que son preferibles los comunistas, terroristas o golpistas a esa odiosa derechona constitucionalista. Y, por tanto, facha.
