En España, nación renqueada entre las mejores del mundo, muchos quisieran vivir, fundamentalmente los más débiles, los migrantes forzados, los busca refugios. Sin embargo a esa desesperación el primer ministro inglés, David Cameron, la ha catalogado de “plaga”.
En Europa muchos tenemos la impresión de que existe una opinión oficial tácita, colegiada y global; en España recordamos que en febrero en la playa del Tarajal de Ceuta, los agentes que estaban en esa zona dispararon al agua para “disuadir” a los migrantes para que no siguieran nadando hacia la costa española, es decir, para que regresaran más adentro.
Hace unos días en Macedonia Fuerzas especiales de la policía dispararon granadas aturdidoras contra los inmigrantes que pedían les dejasen pasar. En Estados Unidos, el xenófobo Donald Trump les llama traficantes, criminales y violadores.
La huida hacia estos países o hacia Turquía, Grecia, Bulgaria o Italia tiene un denominador común: el alivio del dolor, la escapada del odio, del miedo y de la pobreza. Nadie desprecia su hogar. Qatar acaba de denunciar a Siria por 46 ataques con armas químicas tóxicas de cloro gaseoso.
La Organización Internacional para las Migraciones recordó que 2.373 personas migrantes han perdido la vida en el Mar Mediterráneo desde enero de 2015 hasta el15 de agosto y 3.279 en todo el mundo (hasta el 24 de agosto). Turquía ha afirmado que da asistencia y protección temporales a 260.000 sirios en 25 albergues con una carga financiera que ha alcanzado 6.000 millones de dólares.
Con todo, siempre olvidamos que la gran mayoría de la población mundial no emigra y, que por tanto quien lo hace, lo hace forzado. No hay voluntariedad en este tipo de migración y no obstante dirigimos nuestro dedo acusador a quien intenta encontrar una vida mejor, olvidando que ellos son simplemente una consecuencia.
Por citar un ejemplo, en 2014 España vendió armas a países represores de los derechos humanos y confabulados en ataques al Yemen y Siria: Arabia Saudí compró 292 millones de euros en municiones, bombas, torpedos, cohetes, misiles, aviones y equipos electrónicos, Bahréin gastó 40 millones de euros en material de defensa y, Qatar compró vehículos terrenos por valor de 201.249€ y equipos de formación de imagen o contramedida por 0€ (¿posible donación o cesión? se preguntaba Amnistía Internacional).
Pero en 2013 ya se había firmado el Tratado de Comercio de Armas para regular la venta de armas a Estados que pudieran formar parte de genocidios, 155 países votaron en la Asamblea General de la ONU a favor de adoptar el Tratado; Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido ratificaron el acuerdo junto a otros 68 países, el resto, entre ellos Estados Unidos no lo ha ratificado y, China, Canadá y Rusia incluso se han negado a firmarlo.
No se sabe cuán lejos se pueden aportar teorías que ayuden a poner fin a esta búsqueda de refugio; también vale la teoría de los acuerdos globales europeos por sus responsabilidades históricas; pero resulta ineficaz si no se incluye al fenómeno americano que sucede en USA y el que se está dando en Venezuela. Al mundo globalizado le corresponden teorías globales.
Nicolás Maduro alertó en abril de este año que en Venezuela viven 5.6 millones de colombianos y que en 2014 habían entrado 140 mil, “todos los más pobres de los pobres”.
La historia está juzgando a la clase política y económica del mundo, quizá haya algo de cierto en lo que ha dicho el titular de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, “Hoy hacemos frente a los intentos no disimulados de falsificar la historia de la guerra y equiparar a las víctimas y sus verdugos…” “El destino del mundo no lo puede determinar un país o un grupo pequeño de estados”. Lavrov recordaba el bombardeo de Yugoslavia, la ocupación de Irak, el caos en Libia y la guerra fratricida en Ucrania, todo para aferrarse del dominio mundial. [email protected] Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es